**Hoy es el día que mi madre murió,** hace más de siete años. Después de que ella perdió la batalla contra el cáncer, mi padre no ha sido el mismo. Desde entonces, pasa los días sentado en el sillón de la sala, siempre preocupado por mí, como si temiera que algo me fuera a pasar. Pero hoy es diferente. Hoy me va a decir qué lo tiene tan motivado...
Me alisto para tomar el autobús e ir al colegio, y no puedo evitar imaginarme la sorpresa que tiene preparada. Solo espero que no sea como la del año pasado: un payaso borracho en monociclo. Mi padre no es el mejor, pero se esfuerza.
Al llegar al colegio San Pedro, en la ciudad de Medellín, el ambiente no es exactamente acogedor, pero al menos tengo algo importante aquí: mis amigos.
Luis Rodríguez es uno de ellos. Le gusta escuchar música todo el tiempo, como si intentara ahogar algo con las melodías. Aunque no lo parezca, su pasado lo atormenta día tras día, y la música es su forma de no recordar. Es su refugio, su única manera de escapar.
Brian es el otro. No es muy sociable, sobre todo con las chicas, y su único objetivo es sacar buenas calificaciones. Es el mejor de la clase y, según él, nadie puede igualarlo.
—¡Hola, amigo, tanto tiempo! —me dice Marsé, acercándose con una sonrisa. Es una chica hermosa, con ojos azules y labios rojos como cerezas. Su cabello negro cae suavemente sobre sus hombros, pero sus ojos, normalmente brillantes, están apagados hoy. Ha estado llorando, y sé por qué. Su novio murió de manera misteriosa hace poco, y su vida no ha sido la misma desde entonces. A pesar de su belleza angelical, esconde un gran secreto, uno que parece pesarle demasiado.
—Hola... lo siento mucho —le digo con sinceridad, mientras veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo. Sin decir una palabra más, se aleja de mí rápidamente. Su vida debe ser cruel. Ella y yo no somos tan diferentes.
Al entrar al salón, trato de concentrarme en la clase, pero mi mente sigue en otro lugar. La profesora Kaori está frente a mí, pero yo solo puedo fijar la mirada en el vacío. Estoy en la primera fila, y puedo ver cómo sus palabras salen de su boca, pero no llegan a mí.
Antes, el colegio San Pedro tenía 30 alumnos en nuestra clase. Ahora solo somos 20. Después de la tragedia que ocurrió el año pasado, muchos se fueron. El colegio estuvo bajo amenaza de muerte, y ahora algunos padres vienen armados cuando nos dejan en la entrada. Temen que algo así vuelva a suceder.
La situación es tensa, y aunque intento concentrarme en la lección, no puedo evitar pensar en Marsé y en lo que debe estar sintiendo. Tal vez, al igual que yo, está buscando respuestas, un sentido para todo lo que nos ha tocado vivir. Quizá, al final, también estamos luchando por sobrevivir a nuestros propios demonios.
ESTÁS LEYENDO
lo siento no debí enamorarme ( ¡Editando!)
Romancetrata de amor tragedia poesía echi corazones rotos amor de 3 y descripciones un poco bruscas . la história no va tener un fundamento clave sólo amor y pensamiento