Lover

125 21 13
                                    




"Tranquilo Shiroyama, es solo un estúpido baile al que estamos estúpidamente obligados a ir, el cual estúpidamente te hace mucha ilusión y al cual estúpidamente quieres invitar a Takashima Kouyou como tu estúpido compañero del estúpido baile siendo un estúpido hombre al igual que tú. ¿Qué podría salir mal?"

Revolvía sus dedos bajo la mesa mientras se mordía el labio como instinto nervioso. El almuerzo que su madre le había preparado una noche antes ya no se veía tan apetitoso y no porque estuviera malo, simplemente estaba muy nervioso y el olor a comida le provocaba náuseas, así que no podía ni imaginar probar un solo bocado de puré de papa, así este fuese su favorito. Alzó la mirada y dos mesas delante de él estaba el hombre más hermoso que sus ojos habían visto.

Su nombre era Takashima Kouyou.

Yuu Shiroyama jamás tuvo un problema de preferencias sexuales, tal vez porque jamás se cuestionó sobre ello. Creció programado para que le gustaran las niñas, y había algunas que le gustaban, pero cuando la belleza de Takashima Kouyou lo cegó supo que él era diferente. Aún así, el haberse enamorado de un hombre no fue mayor problema, para él, solamente se había enamorado de un ser humano. Del ser humano más perfecto del mundo.

Takashima Kouyou era un año menor que él, pero coincidían en clases de inglés, donde Yuu era malísimo, e historia. Kouyou era como un niño prodigio, casi siempre recibía las notas más altas y sus trabajos siempre eran los mejores, era considerado como el niño más guapo de todo el curso y aunque Yuu se consideraba guapo, sabía que no podía competir contra toda la escuela por él.

Se animó a probar el puré de papa y el sabor de la mantequilla inundó sus papilas gustativas, estaba tan delicioso que sus glándulas salivales "explotaron" de placer, entonces su mirada se cruzó sin querer con la de Takashima. Tragó y aunque la textura del alimento era suave, sintió como este raspaba su esófago.

"Oh Dios, me está mirando."

Pero tan rápido como sus miradas se cruzaron, se separaron, y con ello el corazón de Yuu se rompió un poquito. Pero lo que nadie consideraba es que el corazón de Yuu se rompía a "poquitos" muy seguido, así que seguramente ya estaba demasiado roto. Pero no responsabilizaba a nadie más que él. Si fuese valiente como para atreverse a hablar con Kouyou, aunque sea entre clases, no sentiría mil agujas atravesando su corazón cada que este lo ignoraba. ¿Pues qué esperaba? ¿Qué lo enamorara con miradas intensas y pensamientos fantasiosos?

Takashima Kouyou, ¿cómo describirlo sin que se le escapara un solo detalle? Su cabello era precioso, sí, tal vez se veía un poco seco y desaliñado por culpa del tinte castaño (seguramente barato) que cubría su cabello oscuro natural, pero cada hebra parecía un hilo de seda, acomodado tan cautelosamente para su bello rostro. Su cara parecía tallada por los mismos ángeles, su frente era mediana, ni muy grande ni muy pequeña, pero sus ojos sí eran pequeños, aunque algunas veces los maquillaba con delineador negro para hacerlos ver más grandes, estaban a la misma altura y a pesar de su tamaño, eran tan brillosos como una noche estrellada de un verano caluroso, usaba lentes cuadrados de pasta negra, pero eso a los ojos de Yuu solo lo hacía más atractivo. Sus pestañas eran pequeñas y claras, al igual que sus cejas lo que hacía parecer que no tenía. Sus orejas eran pequeñas y estaban adornadas con un par de aretes de plata que ocultaba discretamente con su cabello largo.  Pero lo mejor se su rostro eran sus labios, esos labios de fresita que formaban una graciosa línea de la cual sobresalía el labio superior. Cada que Yuu los miraba, se preguntaba si sabrían tan dulces como en su imaginación, y si su labio superior sería tan carnoso como imaginaba. Su sonrisa, Dios, su sonrisa era perfecta. Sabía que tenía dientes muy pequeños y algo deformados, pero escuchar su risa masculina y ver su boca sonreír era como mirar el paraíso. Kouyou tenía 19 años, ya le crecía perfectamente la barba, pero en días como hoy donde podía ver que no se rasuraba desde hace tres días era cuando más le gustaba. Su cuello era la parte más blanca de todo su cuerpo (al menos de lo que era visible) y estaba lleno de pequeños lunarcitos que si lo veías de cerca podías apreciar a la perfección, sus clavículas eran visibles y eso volvía a Yuu ligeramente loco.

I Think He KnowsWhere stories live. Discover now