Camino
con la sonrisa cosida
para que nadie vea
la tristeza en mis ojos.
Finjo, que vivo la vida
aunque cada día,
muero un poco.
La llama, que tenia encendida
en el centro del pecho
ya no se prende.
La pólvora se ha humedecido
con todas las lágrimas
que derramé por ti.
Creí ver en tus ojos
el brillo de siempre,
el que tenías al verme
y al hacerme reír.
Tarde comprendí,
que solo era el reflejo,
de los recuerdos vividos,
y de los sueños perdidos
que ya nunca se harán realidad.