Tras un momento un poco emotivo en donde mi hermano y yo nos abrazamos con cariño le invité a que se sentara en el sofá de mi salón y estuvimos un rato hablando sobre lo que solíamos hacer en nuestra infancia. Luego empecé a preguntar otras cosas que me interesaban.
—Siempre pensé que eras un ángel, pero eres un demonio... Aunque no al completo. Solamente tienes un cuerno.— dije señalando su cuerno a rayas rojas y negras. Los demonios tenían siempre como mínimo dos cuernos.
—¿No lo sabías? Soy hijo de una ángel, nuestra madre, y de El rey de los demonios, él es mi padre.— dijo con una sonrisa, pero esta no era una sonrisa escalofriante, si no más bien una amigable.
—Eso significa qué... ¡Eres el príncipe de los demonios!— dije sorprendida, mi hermano era parte de la realeza demoníaca.
—Sí...— dijo como arrepentido de lo que era—Pero no me gusta esto, mi padre amenaza con desatar una guerra contra el Cielo.— continuó, mirándome con preocupación.
—¿U-una guerra...?— me asusté.—Pero eso sería devastador, recuerdo la historia de la Gran Guerra Angelical-Demoníaca...
—Fue devastadora.— completó Lucas.—Por eso quería pedirte un favor, Hiven.— se acomodó mirándome de frente.—Me gustaría que lucharas junto a mí, contra mi padre.
Espera, ¿Luchar contra El rey de los demonios? Eso sería imposible, solo nosotros dos no podríamos ni hacerle un rasguño.
—Lucas eso... Es imposible, no somos los suficientemente fuertes...
—¡Pero tengo un plan! Solamente necesitaría que utilizaras tu lanza... Yo me encargaría de inmovilizarlo.— lo dijo decidido y muy seguro de sí mismo.—Escúchame...
...
Cuando Lucas terminó de contarme todo su plan yo aún estaba un poco confusa y dudaba de si debía arriesgar mi vida para eso.
—Lucas yo... Mañana por la mañana aparece por aquí y te daré una respuesta, ahora necesito dormir y pensarlo.— aclaré con una leve sonrisa, él asintió seriamente y se levantó del sofá.
—Está bien, solo espero que puedas ayudarme, no solo a mí, si no al mundo entero.— un portal rojizo apareció en el suelo y Lucas saltó en este mientras se despedía de mí con la mano. Tras eso el portal se cerró rápidamente.
Al verle marchar se me quedó una sensación extraña en el cuerpo, aún no había cenado pero me había quedado sin hambre. Así que fui directamente a mi dormitorio, echándome en la cama y soltando un gran suspiro. Toda aquella presión de repente me había sorprendido, ¿Qué debería hacer? Lucas es mi hermano y me ha pedido ayuda para evitar una guerra... Él era un demonio, pero no por eso todos deben de tener malas intenciones, y él parecía preocupado de verdad.
No ayudar sería muy egoísta por mi parte, estaba decidido, ayudaría a Lucas pasara lo que pasara. Pero para eso antes debía descansar, por lo que tras pensar durante un rato me tumbé bajo mis sábanas y me dormí.
...
A la mañana siguiente me desperté con el sonido del despertador. A pesar de ser fin de semana me gustaba levantarme a una hora prudente para aprovechar el día.
Al levantarme de la cama fui a hacerme un desayuno y a esperar a que Lucas apareciera en cualquier momento. Hablando del príncipe de los demonios... Un portal apareció de nuevo en el suelo de mi salón y Lucas salió de allí como si nada.
—He tomado una decisión.— dije dejando mi desayuno sobre la mesa pequeña frente al colchón.—Te ayudaré en lo que necesites.
Una sonrisa de felicidad se formó en su cara y me abrazó alegremente.
—Muchas gracias Hiven, sabía que podía contar con mi mejor amiga.— sonreí correspondiéndole al abrazo.
—¿Cuándo vamos a atacar?— pregunté cuando ambos nos separamos del abrazo.
—¿Qué tal ahora?
Me quedé en shock. ¿Ahora? Pensaba que íbamos a entrenar o a practicar cómo sería, los nervios se apoderaron de mí.
—Tranquila, tú solo tendrás que matarle, yo haré todo lo demás, confía en mí.— puso una mano sobre mi cabeza y trató de tranquilizarme.—Será fácil, primero entra por el portal.— dijo echándose a un lado y dejando ver aquel portal rojizo por el que había aparecido, asentí pero antes hice aparecer mis alas por si era necesario que volara, tras eso salté al interior.
Fue una sensación extraña, sentí como un gran escalofrío recorría mi cuerpo y caía a pocos centímetros del suelo, pensaba que sería una caída más larga. Lucas apareció detrás mía segundos después.
—Bienvenida al infierno.— señaló a su alrededor, casi todo era rocas rojizas con casas principalmente de piedra y algunos caminos de tierra, parecía tener una especie de cielo que ahora se encontraba del tono del atardecer.
—Oh, ya has vuelto.— dijo una chica demonio que se había aproximado por mi espalda y se posicionó a un lado de Lucas.
—Hola Deva, mira esta es Hiven, ha accedido a ayudarnos.— me presentó Lucas. La chica tenía un pelo largo y ondulado, de un color morado muy bonito, sus ojos eran de un tono fucsia brillante y sus pupilas tenían forma de corazón. No tenía brazos, en cambio, tenía una bufanda extraña del mismo color de sus ojos que actuaba como sus brazos. Y como no olvidarlo, dos cuernos a cada lado de su cabeza junto a otros dos más pequeños, ambos un poco más arriba que los anteriores.
—Encantada Hiven, yo soy Deva, mucho gusto.— me sonrió de lado y me guiñó un ojo, yo me confundí ante esto.—Oh, pensé que mis trucos funcionarían con ella.
—Es mi hermana.— contestó Lucas dándole un pequeño codazo a Deva.
—¿Esta es tu hermana?— dijo una voz detrás mía, esta vez era una masculina y sonaba algo ronca, antes de girarme ya había unos inquietantes ojos amarillos mirándome fijamente. Era un demonio de pelo blanco y con tres cuernos en el lado izquierdo de su cabeza, también tenía tres pupilas, una en su ojo derecho y dos en su ojo izquierdo, y por último tenía tres piercings en su oreja izquierda. Por no mencionar su escalofriante sonrisa.
—Este es mi amigo Insanus, también nos ayudará.— dijo pasando un brazo por sus hombros.
—Muy bien Hiven, ya te he contado el plan así que solo nos queda actuar.
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La chica de alas grises
FantasyÁngeles y demonios. Dos razas diferentes que existen en nuestro mundo, siendo los ángeles capaces de vivir sobre las nubes y los demonios viviendo bajo tierra. Hiven, una ángel de alas grises que vive exiliada en el mundo mortal deberá aprender que...