38.- Quiero que me odies. (Nalga)

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Olga llevaba 15 minutos observando con ojos tristes la puerta de esa habitación que se había quedado cerrada frente a sus narices; no se esperaba que las cosas terminaran así, mucho menos que los hechos se transgiversaran a tal punto, que la chica que creyó amar, se fuera de esa habitación que había sido testigo de su amor por unas cuantas horas, no esperaba que ella se fuera creyendo que todo eso había sido un mero un juego, un cruel embrollo que las había envuelto en una bruma de poder, sometimiento, y, por sobre todo, de lujuria.

Por un momento pensó que si sus mejores amigas, Camila Esguerra y Makis De Angulo, socias de la empresa que habían montado juntas, no hubieran hecho esa maldita apuesta, ella no se encontraría en esta situación tan engorrosa, no sería protagonista de este circo tan mal armado. Pronto comprendió que no servía de nada buscar culpables, eso no arreglaría las cosas, y mucho menos repararía su roto corazón. Olga había jugado con fuego, y definitivamente se había quemado, ella había sido alcanzada por el fuego de Natalia Afanador.

Todo empezó hace 5 meses, cuando ella, por voluntad propia entró por la puertas del infierno.

—Olga tiene cara de culo. — Se mofó con gracia Cami.

Desde hace días que el extraño mal humor de la rubia era tema en las junta de trabajo, sobre todo para las dos amigas que había tenido durante gran parte de su vida, quienes no ponían ni el más mínimo esfuerzo por mejorar el humor de su amiga.

—Dejen de joderme. — Gruñó de mala gana, sintiendo el dolor de cabeza avecinarse casi de manera inevitable. — Deberían estar revisando los balances del mes, no molestando.

—Cami, no la molestes. — Comentó entre risas. —Sabes que tiene el mal de abstinencia.

—¡Maldita sea! — Gruñó de mala gana. —Te voy a despedir si me sigues molestando.

—No puedes.

—¡Si que puedo! — Le lanzó la pluma que descansaba en sus manos, ocasionando una risa aún más fuerte por ese par de bromas que lanzaban sus amigas.

Makis le enseñó la lengua en una burda burla del estado de furia de su amiga. — No puedes, porque si lo intentas, yo te despido, te recuerdo que el 33,3% de la empresa es mío, así que, si tú me despides, yo te despido y todo queda en manos de Cami,

La pelirroja alzó los brazos de manera triunfal. — ¡Ginger al poder! —Exclamó con fuerza, logrando mosquear aún más a la rubia y provocando una risa completamente feliz por parte de la pelinegra.

—Ustedes no se toman nada con seriedad. — Reclamó.

—¿Qué propósito tiene ser una amargada? — Se defendió la pequeña Makis.

Olga resopló y se tomó el puente de la nariz, demostrando el fastidio que le había supuesto la situación y las constantes burlas de sus amigas. — Solo me duele la cabeza, y que ustedes estén molestando no me ayuda en nada a que disminuya. — Rezongó.

—Di la verdad Olgui. — Apuntó acusadoramente la pelirroja. —Tienes el síndrome de abstinencia y las tensiones te están matando.

—Nunca había estado tanto tiempo sola. — Agregó Makis. — Quizás por eso ya no habla, ladra.

Olga ya un poco harta de esas bromas de mierda, exclamó cansada. — ¿Cada vez que esté de mal humor lo van a atribuir a mi falta de sexo? — El lápiz comenzó a azotar con fuerza contra el escritorio de precioso roble, siendo un claro signo de su pérdida de paciencia. — ¡No todo en esta vida tiene que ver con sexo!

—Pero tu mal humor sí. — Camila se había unido completamente a esa misión de hacer enojar a la rubia.

—¡¿Qué demonios quieren para dejar de molestarme?! — Quería aventarles todos los papeles en la cara, pero sabía que eso no servía de nada.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora