F A N T A S Í A

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Beberás de esa copa, el sabor amargo del alcohol se quedará en tu lengua y arderá en tu garganta por varios minutos. Sabes que es debido a tu nula experiencia con el alcohol, si fueras un bebedor habitual, el sabor te seria diferente, simple, como agua. Mirarás alrededor, tratando de distinguir entre las luces a algún cuerpo que te provoque un mínimo de interés. Pasaran unos minutos y nada, volverás tu vista hacia el vaso de alcohol que has estado bebiendo a tragos pequeños para hacerla durar. Resignado, suspiraras y te dispondrás a sacar tu billetera de cuero, meterás tu mano blanca en la bolsa delantera del pantalón entubado y rojo que compraste en ofertas en alguna tienda en el centro comercial. Miraras tu reloj mientras te acomodas la camisa negra de polo que te da comezón pero sabes que se amolda perfectamente a tu cuerpo, te hace ver sexy, piensas. Dejas un billete sobre la barra, guardas tu billetera y te pondrás tu chaqueta. Todo esto al mismo tiempo que esquivas a personas ebrias y mujeres que trabajan allí. 

Cuando estas afuera, sientes el aire fresco pegar en tus mejillas, respiras profundo. Te darás cuenta que todo el bochorno y el deseo se han quedado allá atrás, en el antro. Cuando dispones a caminar para poder tomar un taxi de regreso a tu casa, lo veras, corriendo en tu dirección. Su cabellera rubia esta desordenada, sus pantalones rotos dejas ver sus rodillas y su camisa esta rasgada, como si alguien hubiera querido ver mas allá de la tela. Te mantendrás quieto, sin moverte, estas fascinado con la hermosura que aquel chico posee, inevitablemente chocará contigo.El te mirará con unos ojos negros, tan negros como un hoyo pero con una fluidez parecida a la del agua. La imagen de un pozo profundo, lleno de miedo, de nervios. Piensas como un ser tan bello pueda tener conocimiento alguno de aquellas emociones tan contradictorias en ese rostro echo los dioses. Su respiración es rápida, te tomara de ambos brazos mientras lo ayudas a pararse y por primera vez, escucharas su voz:

—Ayúdeme, él... —su voz es suave y esponjosa. Como una nube en un día de primavera—. Por favor, el intento... Solo, no quiero que me toque.

Dirá lo ultimo con un toque de suplica. Tú que has estado callado todo el tiempo, tragaras duro y lo tomaras entre tus brazos, le dirás palabras dulces al oído en un intento por tranquilizar al joven que tienes. Él llorará, por mucho más de diez minutos, cuando por fin se tranquilice, se habrán sentando en una de las bancas del antro. Entonces, se separarán. Tu corazón duele ante tal acto pero intentas ocultarlo, no es momento de sentirse así. El joven te mirará de nuevo, sus ojos ahora son mas claros, un negro claro, donde puedes ver su alma llena de amor y bondad. De agradecimiento. Te dará las gracias y te dirá su nombre. Park JiMin. Repetirás su nombre una y otra vez en tu mente, pensando en que seria perfecto el nombre JiMin junto al apellido Kim. Si, sabes que es él, por el cual has estado esperando toda la vida. La persona que llenara ese vacío en tu corazón.

Sonríes con dulzura y tomarás sus mejillas sonrojadas, le dirás que todo esta bien ahora, pero que debe contarte lo que ha pasado para que puedas ayudarlo. Ser su héroe. Su salvador. JiMin murmurará algo antes de volver la mirada al suelo y llorar de nuevo. No soportarías verlo llorar por un rato más, así que lo tomas de los hombres y lo encaminas a la parada de taxis. Un joven pálido, pelinegro, y de ojos gatunos te recibirá en la parada como único conductor nocturno aun sin ocupar. Sonreirás y darás las buenas noches, sacarás una nota de tu chaqueta y se la darás al conductor. Él sabrá que te quieres dirigir allí, te ayudara a montar al chico, ya dormido por el cansancio, en la parte trasera del coche y ambos subirán en la delantera. 

Te alegras de haber apuntado la dirección del nuevo departamento en un papelillo. Por que si ahora mismo te preguntaran donde vives, no lo sabrías. Lo cual en Seul, sería un desastre. Recuerdas que en tu pueblo, donde habías vivido la mayoría de tu vida no era necesario las direcciones formales, todos sabían donde estaban todos y la vida era mas simple. Pero tú, decidiste dar el primer paso hacia tu futuro como abogado, separándote de tu pueblo natal para ir hacia la urbanizada Seul. 

El camino fue silencioso. Cuando el taxi se detuvo enfrente del complejo de apartamentos del cual habías salido hace unas horas, le pagaste al chófer dándole las gracias. Cargaste a JiMin entre tus brazos y te adentraste en el edificio. Tomaste el ascensor sin molestarte en saludar al portero. Con dificultas presionaste en botón con el numero siete en el tablero del ascensor y esperaste. El olor a cerezas te percato del aroma natural que el joven a escasos centímetros de ti desprendía. Sonríes como un tonto, lo sabes, estas enamorado del chico rubio y te has decidido a hacerlo tuyo. A amarlo como a ningún otro, pretendes que con el tiempo y tus encantos aprenderá a amarte también. 

Las luces se encienden al momento que el pitido del ascensor abre las puertas, entras con total naturalidad. Dejaras a un JiMin todavía dormido en el sillón, te quitaras los zapatos y te dirigirás a la cocina, tomarás un vaso de agua y meditaras. No sabrás cuanto tiempo te habrás quedado en tu mundo, el sonido de un vidrio cayendo te regresara a lo real. Asustado dejaras el vaso de agua intacto sobre el mármol y correrás a la sala, suponiendo que JiMin habrá despertado y seguramente asustado.

Mirarás el sillón vacío y una esfera de decoración rota en el piso, voltearás a todos lados en busca del chico rubio pero sera inútil. Sentirás un dolor en tu nuca y caerás al suelo, te marearás y estarás húmedo, mirando al techo. Hay donde yacerás inmóvil, escuchando el sonido de pasos acercarse y el ascensor pitando. Verás la hermosa cara de ángel que desde horas atrás has estado deseando besar, sus labios se curvarán hacia arriba mostrando una sonrisa única, hermosa...verdadera. Y solo cuando estés siendo arrastrado hacia un rincón del comedor, lo entenderás, el porque tu estas aquí y ellos están allá, riéndose y amándose.

Recapitularás, notaras todo aquello que ya habías notado. La salida imprevista del chico desde un callejón, la falta de explicación y de atacante, la casualidad del chófer en la parada y la repentina siesta que ha tomado. Lo sabrás, reirás por dentro sabiendo lo fácil que fue engañarte, de manipularte a su antojo, de lo peligroso que puede ser una cara bonita. De fantasía, te corregirás. Y antes de que ellos te miren, tomen un objeto borroso a tus ojos y te  maten. Oirás murmurarse entre si con una sonrisa cómplice y un tierno beso:

—Te amo.

| Fantasía | ~YM~Where stories live. Discover now