C U A R E N T A

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Me quedé mirando afuera, por la ventana.

La gente llegaba, ni siquiera sabía de dónde salían. O quienes eran.

— hey —saludó aquella voz rasposa— ¿Estás bien aquí? —se acercó hasta quedar delante mío. Negué
— ¿Puedo decirte algo? —pregunté— necesito que alguien me diga si estoy pensando bien o si me estoy volviendo loca.
— Sabes que sí nena, lo sabes —me abrazó. Me recargué sobre el pecho de mi amigo alicantino y suspiré.
— Quiero irme de España —solté, mi voz se rompió— no quiero volver a México. Pero ya no quiero estar más aquí. Siento presión por todo el mundo y por todo.

Siento tristeza ver a Chemi y no poderlo perdonar a pesar de que le quiera tanto. Siento dolor saber que mi mejor amiga me traicionó, saber que voy a dejar mi trabajo... Siento que necesito escapar —dejé caer las lágrimas. Zasko me abrazó más fuerte.
— no estás loca —murmuró con un tono de voz tierno y me apretó más contra su pecho— a mi tambien me gusta escapar cuando no puedo más con todo. Así que... Por qué no, vete —lo miré, limpió mi lágrimas con sus dedos y sonrió— yo apoyo tu idea, y si es necesario te defenderé a capa y espada contra los que te llamen loca por querer estar en paz. —sonreí
— gracias Zaskete —le besé la mejilla— te mereces el cielo —me quedé abrazada a él. Me sentía cómoda, me sentía mejor.
— venga, disfrutemos de esta fiesta que por eso estamos aquí —se puso de pie— acabando esto me voy contigo a Madrid y luego vemos a dónde podrías irte —me acarició la mejilla— no estás sola, preciosa —sonreí de lado
— Gracias de nuevo —lo abracé y salimos juntos a disfrutar de esa fiesta, que podría ser la última con mis amigos españoles.



— en serio deben volver? —preguntó Blon, asentí y jalé mi maleta.
— ¿Y por qué va Zasko contigo? —preguntó Ginés con una cara extraña
— Porque se ofreció a acompañarme. Además, no lo veo muy seguido, y nos llevamos increíble. Queremos pasar un rato solos —sonreí— los veré en 3 días —suspiré y subí al coche. Zasko estaba dentro. Una vez subí, el coche avanzó y estaba en camino a la estación de trenes. Iba a llegar a tiempo para ver a mi jefe y decirle que renunciaría.

Luego, arreglaría mis cosas y después... Después debía pensar a dónde me iría.



Entré al gran edificio, estaba agotada del viaje y Zasko me esperaba afuera.

Saludé a todos en el camino a la oficina de mi jefe y al llegar saludé a su secretaria. Había llamado desde el tren para "agendar" una cita así que una vez me vio me dejó pasar.

— Elisa, ¿Querías hablarme de algo? —sonrió como siempre mi elegante jefe. Asentí— Toma asiento y dímelo.

Obedecí, me senté en la silla frente a su escritorio y suspiré antes de hablar.

— Quiero, primero, agradecer el increíble trato que me diste aquí. Agradecer todo lo que hicieron por mi, y decirte que a pesar de todo podrán contar conmigo —sonreí para no llorar— pero no estoy pasando un buen momento en mi vida, y necesito tomar un descanso de todo. Eso incluye el trabajo. —mi voz se rompió— esta es mi carta de renuncia, y bueno... Ahí explico mejor las razones por las que dejó este increíble empleo —me puse de pie y dejé el papel en su escritorio— muchas gracias, nuevamente por todo. Yo... Debo irme ahora —me di la vuelta.
— Elisa espera —me detuve y me giré para verlo— solo me queda darte las gracias por tu gran trabajo aquí, y el día que decidas volver, te estaremos esperando con los brazos abiertos —sonrió. Asentí
— gracias —dije y salí de la oficina.

Caminé por los pasillos hasta la salida donde los brazos de mi amigo me atraparon de inmediato.

— Vamos a casa, pronto estarás mejor. Ya lo verás —murmuró en mi oído. Asentí y dejé escapar un sollozo.

Sin duda me dolía dejar todo atrás, pero en verdad confiaba en que esto sería lo mejor para todos. Y en especial para mí.



— Veamos... ¿A dónde siempre has querido ir? —preguntó Zasko con su helado en mano mientras se sentaba frente a mi en el sillón, suspiré y me recargué en el respaldo de mi asiento.
— Muchos lugares —hice una mueca— Amsterdam, Berlín, Londres... —Zasko alzó la ceja
— Londres no está tan lejos de aquí, podrías ir ahí. Y en caso que te extrañemos demasiado podemos ir a visitarte —sonreí
— es verdad... —me acomodé mejor— entonces así será, me iré a Londres, sé hablar inglés, no me será complicado —Zasko asintió
— ahora solo debemos esperar a que lleguen los chicos para darles la noticia. ¿O quieres irte y que yo se los diga? —negué
— no, quiero decírselos yo misma. No quiero que tú tengas que lidiar con sus reclamos y demás cosas —reí— pero sí lo haré. Me iré a pesar de lo que ellos opinen —estaba decidida. Iba a hacer algo para hacerme sentir mejor. Quizás no era cuestión de mucho tiempo para que me diera cuenta que mi felicidad estaba aquí. O quizás, no me gustaba y volvía pronto. Pero al menos habría intentado algo para estar mejor.

Me puse de pie y caminé hasta mi cuarto, debía hacer un par de maletas.



Zasko

— escuchen, quiero que por favor sean maduros con esto. —advertí— fue muy difícil para ella decidir hacer esto, y no quiero que se sienta peor. Así que por amor al cielo, reaccionen tranquilos —ellos me miraron sin entender nada y asintieron.

En seguida, Elisa bajó de las escaleras y se sentó frente a los chicos. Bnet, Eude, Walls, Force y Blon  la miraron atentos.

— chicos, yo sé que están cansados del viaje y que quieren dormir y ya —empezó, la miré desde la entrada dándole ánimos con mi sonrisa— así que haré esto muy corto y espero lo tomen a bien y entiendan que es por mi mejoría y mi salud mental —sonrió— me voy a ir de España —los chicos abrieron sus ojos a tope, sin creer lo que acaban de escuchar.

Pᴇʀᴏ ᴍᴀɴ̃ᴀɴᴀ ~ Sᴋᴏɴᴇ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora