C U A R E N T A Y U N O

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— ¿¡Qué!? —se puso de pie Blon, Elisa se levantó.
— Me voy a Londres, no sé cuánto tiempo será. O si volveré algún día. Pero es seguro que me iré —apretó los labios. Iba a llorar, se notaba
— Elisa, ¿Por qué? —Bnet sonaba confundido y triste.
— No estoy bien aquí —se sentó de nuevo— dejé mi trabajo, perdí a mi amiga. Terminé con mi novio y además se va a venir a vivir a Madrid... Yo no puedo estar más aquí sin volverme loca. Necesito irme, necesito sanar mis heridas y aquí no puedo —se llevó las manos a la cara. Eude la abrazó.
— te entiendo —susurró— yo te apoyo, y si me lo permites... Iré a verte cada vez que pueda —Elisa lo miró con lágrimas en el rostro y una sonrisa
— me harás mucha falta —lo abrazó de nuevo. Bnet le puso la mano en el hombro, ella se giró y lo abrazó.
— Lamento haber sido un terrible hermano y haber permitido que te hicieran daño —le dijo en medio del abrazo, ella negó y lo tomó de las mejillas.
— no digas eso, fuiste el mejor hermano que podría haber tenido —le besó la mejilla— por favor ve a visitarme y lleva a Sibel —sonrieron mutuamente.

Blon sollozó, Elisa lo miró con pena y se acercó.

— Jamás, en toda mi vida —se giró a verla— tuve una amiga como tú. Con quién pudiera hablar de todo, con quién me entendiera tan bien. A quien quisiera tanto —la abrazó— te voy a extrañar mucho —ella se largó a llorar mientras lo apretaba contra ella.
— Siempre juntos Blon, a pesar de la distancia —murmuró— eres mi mejor amigo indiscutible. El número uno en mi corazón, el hombre más guapo de la tierra... —rió— por favor, visítame seguido —Blon asintió. Se limpiaron las lágrimas y ella se giró a ver a Ginés y a Manel. Ambos tenían una expresión facial muy distinta la una de la otra.

Manel la abrazó, le dijo algo en el oído y ella sonrió.

— Gracias Manel, te quiero mucho. Lo sabes —le dió un beso en la mejilla y luego, se detuvo frente a Walls. Este la miró, con una mirada cristalina.

Apretó los labios y la abrazó. Contra su pecho, como no queriéndola dejar ir.

— te amo, Elisa —susurró— siempre podrás llamarme y lamento mucho hacer que tu proceso de sanación hubiese sido más complicado de lo que debió ser. Lamento haber hecho tu vida más difícil de lo que ya era —todos nos alejamos de ahí un poco apenados dejándoles un poco de privacidad.

Elisa se separó, lo miró y le dijo algo que no logramos escuchar. Luego le besó los labios muy cortamente y lo abrazó de nuevo.

Ginés suspiró y con una sonrisa en el rostro la soltó. Ella pasó por nuestro lado, subió las escaleras y escuché la puerta cerrarse.

Mañana se iría temprano, muy temprano y estaba seguro que pasaría esta noche llorando. Así que por su bien, la dejaría hacerlo.



Elisa

Me levanté de la cama, me puse zapatos y tomé mis maletas.

No había dormido nada, me sentía triste. Me sentía débil por dejar atrás todo y no lidiar con ello aquí. Pero no podía hacer otra cosa.

Arrastré mis maletas, salí de mi cuarto y bajé las escaleras con cuidado. Los chicos estaban recostados en el sillón, sonreí al verlos y suspiré.

Los extrañaría demasiado.

Me aguanté las lágrimas, me sentía fatal al dejarlos aquí. Era una de las razones que me hacía pensar si valía la pena esto de irme.

Me giré, jalé la maleta con cuidado y fui a la cocina. Debía tomar un poco de agua, luego me iría.

Me serví en un vaso y di un par de tragos, luego mi teléfono me hizo saber que mi Uber estaba fuera.

Salí de casa después de darles una última mirada a mis amigos y subí al coche. El conductor solo me dió los buenos días y me ayudó a subir mis maletas al auto, luego, avanzó.



Mientras esperaba a que mi avión saliera, me quedé mirando la ventana. Mirando lo que pasaba fuera.

— Elisa —me giré, un Chemi despeinado y con los ojos llorosos se acercó. Lo miré confundida.
— Chemi, ¿Qué haces aquí? —me abrazó, lo abracé también. Me apretaba fuerte, como si quisiera hablar con ese abrazo.
— Yo... No te vayas. Sé que es mi culpa. Sé que te vas por el daño que te hice... No te vayas, no tienes porque. —susurró, apreté mis labios— Soy un maldito imbécil.
— No, Chemi, no —lo detuve— no me voy por ti, me voy por mi —me separé del abrazo para mirarlo a los ojos— me voy para estar bien, para sanar —sonreí de lado— esto es solo por mi... ¿De acuerdo? No es tu culpa —me acerqué a su rostro— te amo —murmuré sin pensar, dejando que mi corazón sacara lo que quería sacar.
— yo también, Elisa —y finalmente conectó nuestros labios. Los conectó en un beso que me supo a tristeza, que me supo a pasado. Un beso que me supo a verdad...

Porque era verdad, me había enamorado de él. Y no podía simplemente dejar eso de lado.

pasajeros del vuelo 753 destino Londres favor de abordar por la puerta 5

Me separé, sonreí un poco y tomé mi maleta.

— te voy a extrañar, Chemi —a este punto, las lágrimas salían de mis ojos y corrían por mis mejillas. Él me miró con tristeza, me miró suplicante.
— Por favor, quédate aquí... Intentémoslo de nuevo —me tomó las manos, apreté los labios— salvemos esto juntos, te necesito... —negué
— no puedo, lo siento —lo solté y subí al avión. No quería mirar atrás, no podía retractarme. Debía hacerlo, lo sabía. Debía irme.

Dejé mis lágrimas caer, ni siquiera miré la ventana para no verlo ahí. Porque sabía perfectamente, que quizás... Al verlo mal, me arrepentiría.

Cerré mis ojos, suspiré una vez más. Y me convencí a mi misma que esto era lo mejor. Que esto era lo que debía hacer 

Pᴇʀᴏ ᴍᴀɴ̃ᴀɴᴀ ~ Sᴋᴏɴᴇ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora