Punto de partida

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No quería estar ahí, rodeado de gente, en aquella fiesta.


Me escondí arriba del tejado de la casa más alta, abracé mis rodillas contra mi pecho y suspiré mirando hacia la gente que, ignorante a mi huída, bebían, reían y platicaban animadamente. instintivamente mis toscas alas me encerraron en un capullo, protegiéndome.


— Akbal, ¿Estás bien?


La lejana voz me sonó dolorosamente familiar.


— No quiero casarme. — Dije franco.


Esa fiesta era el anuncio de mi compromiso con Chakté, me casaba con él para mantener mi linaje y mi raza, era mi deber como primogénito de una de las familias más importantes de Chicanná.


— Lo siento, Akbal. — A pesar de mostrar comprensión, la nota de tristeza y decepción en la voz de Chakté hicieron que mi corazón se encogiera.


Replegué mis alas dejando que el chico se sentara a mi lado, nos vimos a los ojos unos minutos. Eran tan parecido a mí; enormes alas de murciélago brotaban de su espalda, de la cintura hacia abajo sus piernas se convertían en patas de ciervo, los cuernos en su frente eran notablemente más grandes y fuertes que los míos, aunque él llevaba el cabello corto, casi rapado. Además era mayor que yo. Pero la diferencia más notable estaba en sus ojos, tan grandes y tan obscuros que parecía carecer de esclerótica: él sí estaba enamorado de mí.


— Akbal, sabes que no tengo el poder de frenar ésto, si pudiera convencer a mi padre...


— Está bien.


—Quizá con el pasar del tiempo... Tú y yo...


— Sabes que no soy así.


El silencio nos dejó sin aire y ambos suspiramos al mismo tiempo. Él intentaba hacer el trago menos amargo y yo se lo estaba poniendo muy difícil pero siempre fui malo para controlar mis pensamientos y lo que salía de mi boca, mi madre decía que a veces era demasiado directo, que rozaba lo insensible; aun así él no se merecía ésto.


— Lo siento. — Susurré como si mis palabras pudieran sanar un poco su dolor.


— Está bien...


Debajo de nosotros alguien había roto una botella y un grupo de personas reía.


— Akbal..., ¿Me quieres?


— Te quiero, Chakté... Lo hago desde que éramos niños, eres mi mejor amigo...


— Entonces, ¿Por qué no intentarlo?


— Porque estoy enamorado.


Esto no iba bien, al final mi boca no podía quedarse callada.


— Chakté, estoy enamorado de un ángel. 

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