Parte Unica.

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Las noches en Seoul eran frías. Las personas paseaban y algunas solo transitaban de manera desaforada para poder llegar a su destino a tiempo.

Hace poco se había mudado a la gran ciudad y no podía acostumbrarse a todo esto, a todo lo que conllevaba vivir allí.

Solía vivir con su familia en un pequeño poblado, no se necesita mucha inteligencia para adivinar cuantas personas vivían allí si decimos que solo había una escuela, la cual era bastante pequeña, como toda escuela rural, y un pequeño hospital.

El se había ido de allí con el plan de conseguir un empleo decente y un buen sustento económico para ayudar a su familia que tanto había hecho por el, porque ellos lucharon por mantener su vida escolar como correspondía a pesar de su baja adquisición de recursos.

Había conseguido un empleo de secretario a sus 25 años, lo cual no le parecía un buen trabajo o algo por lo que estar orgulloso, nadie le pagaba bien a las personas que trabajaban de eso y encima las hacían trabajar más tiempo del debido.

Hoy era una de esas noches en las que el llegaba tarde al departamento, con ganas de tirarse en la cama y no levantarse hasta que tuviera que volver a ir a trabajar mañana en la mañana.

Su vista lentamente fue a parar a la ventana, más bien a lo que había detrás de ésta, el cielo. Ese cielo era completamente negro, no tenía ni una pizca de color, no se notaba ninguna nube ni ninguna estrella.

En verdad extrañaba eso, extrañaba sentarse con su hermana a ver las estrellas que asomaban tras las enormes nubes en el hermoso cielo azul oscuro mezclado con celeste que se relucía en su pueblo, en el campo.

Ahora en la ciudad nada de eso se lucia gracias a la gran cantidad de contaminación visual.

El estaba a punto de quedarse dormido cuando un gran destello blanco, que provenía de la ventana que daba a su balcón, hizo que tuviese que taparse los ojos en busca de protección.

Una vez que la luz comenzó a carecer de potencia, el no dudo en sentarse en el costado de la cama e intentar mirar hacia el lugar por donde la enorme iluminación se había dado a conocer.

Caminó con cuidado hacia la ventana, quería averiguar qué habia sido pero probablemente solo se había tratado de un rayo, o eso quería creer debido a que la noche estaba para nada despejada, además de que no quería admitir que tenía una terrible sensación de miedo, éste recorría su cuerpo y hacia temblar sus piernas.

Efectivamente no había sido un rayo, si no un chico.
Éste se encontraba tirado en el suelo del balcón y estaba envuelto en un gran manto blanco.

Lo más raro de todo era que ese chico brillaba.

Aún que la situación fuera muy extraña, su ser lleno de empatía pudo ante el miedo y rápidamente abrió la ventana para salir al balcón, quería ver en qué estado se encontraba ese chico.

Se agachó a su lado y vió que este no respondía a los llamados que el le hacía, continuaba con sus ojos cerrados.
No tuvo otra opción más que cachetear levemente su rostro para que reaccionara, a lo cual repentinamente respondió con éxito y lo hizo abrir los ojos.

Sus ojos, que ahora se encontraban clavados en la mirada de el, eran de color aceituna, su piel era más pálida que la de la persona más albina que el podría haber visto, se mantenía brillante, tersa y daban ganas de acariciarla para sentir su hermosa textura.

El joven extraño se sentó lentamente, el lo veía un poco debilitado y le parecía algo justo debido a que el golpe tendria que haber sido muy fuerte como para quedar profundamente inconsciente.

Estrella【 Kth + Jjk 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora