Capítulo 1: Nuestro final.

115 9 4
                                    

 Ya llevábamos casi un mes durmiendo en camas diferentes, tenía ganas de dejarlo todo, de irme a otro lado, de dar la vuelta y seguir mi camino, capaz él no era el indicado, la última vez que me digirió la palabra fue la semana pasada para decirme que no lo esperara esa noche, sus ojos seguían teniendo el mismo brillo, pero cada vez que me miraba apretaba la mandíbula como si se contuviera para no decirme cualquier barbaridad. La última pelea fue porque él se había ido con sus primos a jugar al futbol sin avisarme, y yo como una tonta esperando que vuelva a casa, pensando en que aún no había salido del trabajo, preocupada en por si le había pasado algún accidente o algo, apenas llego a casa, con las zapatillas sucias, al igual que su ropa, lo mire con cara de veneno, le pegue una cachetada y le tire al sillón su almohada, y me fui directamente al cuarto cerrando la puerta de un solo golpe, recuerdo que esa mañana me quiso decir algo pero me puse los auriculares mientras encendía la licuadora. Al día de hoy no hablamos, ya estaba cansada de estar con un hombre con el que no hablaba, aunque debo admitir que lo sigo queriendo, uno no deja de querer a una persona de un día para el otro, y seguir en esa casa me estaba haciendo mucho daño.

Esa mañana me desperté llorando, había tenido una de mis mayores pesadillas, soñaba que estaba en mi casamiento y que Dami nunca había aparecido, lo peor de eso es que nadie estaba, ni Joan, ni mi hermano, ni mis padres, nadie, solo yo y el cura. Claramente me había puesto exaltada, miré mi anillo de compromiso, era precioso, tenía un gran valor económico y sentimental, me lo quite y lo dejé en la mesita de luz.

Me sequé las lágrimas y fui hacia la cocina a prepararme un café, había una nota encima de la mesada: < Volveré tarde. No me esperes.> Le hice un bollo al papel y lo tire al suelo, salí sin prepararme el café y fui directo al armario, me quede viendo la ropa y una lágrima me hizo dar cuenta que no estaba siendo feliz, saque toda mi ropa, mis zapatos, mis pinturas, todo lo que era mío, saque dos valijas, un bolso y una mochila, en una valija puse mi ropa de verano y en la otra la ropa de invierno, en el bolso puse todos mis zapatos y demás chuches, y por último en mi mochila puse cosas que necesitaría a mano, documentos, llaves, dinero, etc. Sabía que me estaba dejando más de la mitad de mis cosas, pero lo que me dejaba prácticamente no le daba tanto uso. No dude en llamar a mi madre, pero ella no contestó, no recordaba si tenía una reunión o si era mañana, algo me había dicho, pero no podía esperar más. Así que me cambié rápido, llame a un taxi y mientras lo esperaba hice una nota para Dami, mi mano me temblaba, pero sabía que ya no había vuelta atrás.

< Te amo pero no podemos continuar así. Lo siento, no me busques.> Le deje la notita en la mesada y sobre ella mi anillo de compromiso, sentí como mi corazón estalló, me partía el alma que tenga que ser así, pero ya no puedo más. Habíamos estado posponiendo tanto lo de la boda que la verdad es que ya me imaginaba que iba a terminar así, mis deseos de comenzar una vida con él se habían ido a la basura, si pudiera volver el tiempo atrás y remediar todo lo haría sin pensarlo dos veces.

El taxi llegó y tardé un momento en decidir a donde iba a irme, había agarrado toda la plata que iba destinada a mi vestido, zapatos y joyas de la boda, así que tenía bastante dinero.

- Al aeropuerto por favor.- Dije secándome las lágrimas. Mientras iba en el taxi miraba los pasajes más baratos por mi celular y pienso pagarlo con mi tarjeta de crédito. Encontré uno en Rio negro, Bariloche. Nunca viaje allí, como nunca fui de viaje de egresados porque no lo pude pagar ésta era mi oportunidad. Apenas llegué al aeropuerto, el taxista me ayudó a bajar todo mi equipaje y entré. La recepcionista me dijo que el viaje salía dentro de unas 3 horas, así que aproveche ese momento para buscar por mi celular algún hotel o cabaña, lo que primero encontrara. La verdad es que quería con todas mis ansias que fuera una cabaña, para poder estar sola y poder pensar en todas las cosas que estuve viviendo últimamente. Pero no conseguí para este mismo momento. Así que me reserve una habitación en un hotel.

Al pasar las tres horas me levanté para hacer la pequeña fila que se dirigía al próximo vuelo con destino a Bariloche.

Me subí al avión y por suerte me toco al lado de la ventanilla, me puse mis auriculares mientras me replanteaba si huir así era lo correcto o me iba a arrepentir pero que no estábamos siendo felices ya lo tenía sabido. No lo culpo, porque las peleas no son de uno solo, todo en una pareja se hace de a dos, hasta las peleas más tontas. Pero ya le estábamos encontrando peros a todas las cosas que hacíamos, si uno decía que era negro el otro decía que era blanco, comer sola en la mesa se me había hecho costumbre, y apenas él se sentaba a comer me iba a la habitación o al sillón a ver la televisión. No siento que haya perdido el tiempo, porque lo ame y lo sigo amando, fue y siempre va a ser una persona importante para mí, que me enseñó a amar, pero no podemos seguir así. Creo que a veces las cosas tienen su fin aunque sin finales felices. Entonces me pregunto si ¿éste es nuestro final? ¿Sin luchar? ¿Sin pelear por nuestra relación? Y es cuando me doy cuenta que somos unos cobardes por no querer pelear por nosotros, por estos meses llenos de amor, pasión y locura que vivimos juntos, el tiempo de convivencia. Saber que ahora ya no me voy a despertar junto a su lado, que ya no voy a tener su olor impregnado en mi piel, ni sus abrazos reconfortantes, o sus sabias palabras que siempre necesitaba cuando estaba mal, me destroza el corazón. Pero me doy cuenta que todos estos recuerdos solo fueron de nuestro primeros meses conviviendo, que fueron los más lindos de todos. Porque todo tiene un final, aunque sea bueno o malo. Todo termina. Y esto ya terminó.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 27, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Mi vecino y yo. Parte 2:Where stories live. Discover now