Despues de la noche

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Un cielo despejado dio paso a unos rayos de sol que cayeron sobre la piel, aun llena de pelos, suciedad y fango seco de aquel ser que se arrastraba, a veces de pie y a veces en cuatro patas a través de la selva. Quedaba tan poco de plantas verdes y las buscaba con desesperación. Se cogió con fuerza el hombro, que aún le dolía viendo incrustado en su piel llena de pelos aquel dardo puntiagudo que unos hombres con máscaras y vestidos de blanco le habían disparado el día de ayer. Y grito con tristeza, dolor y angustia. Ahora balbuceaba unas sonidos raros que aquel ser no entendía. ¿Dónde estaban sus padres?

Aquel ser, se volvió sobre sí mismo al percatarse de había escuchado algo. El crujir de unas ramas al ser pisoteadas. El sonido de los arboles cuando son invadidos y además había oído algo muy parecido al sonido de aquellos simios blancos que le habían disparado el día de ayer y que ahora lo seguían sin cesar. Los sonidos venían del bosque y de su mente. Escuchaba aquella voz en su interior y por primera vez en su vida sintió miedo. El pequeño bosque tembló al escuchar el sonido de su grito. ¿Por qué le dolía tanto el brazo?

Y corrió, pensó que llegando al arroyo que había más allá de los arboles eternos que cuidaban el bosque y sumergiéndose en las aguas podía escapar. Sabía que desde que aquel dardo se había quedado clavado en su carne lo estaban persiguiendo. Sus brazos fuertes, que antes le daban sustento al apoyarse sobre ellos, ahora se estaban volviendo débiles. Vio con tristeza como los pelos de sus brazos se caían al suelo cada paso que daba. Ya no podía sostenerse sobre ellos. Le estaba resultando tedioso caminar en cuatro patas. Ahora era más cómodo correr y caminar sobre sus dos patas traseras.

De las piernas también se le estaban cayendo los pelos. Aquel ser se asustó ¿Dónde están sus padres? Solo recordó que desde hacía mucho tiempo no había visto a nadie más como él. No había nadie más en aquel bosque que pensaba era suyo. No había nadie más. A lo lejos ya no veía las montañas donde nació sino unos enormes objetos de piedra donde había luces, ruidos y muchos espejos. Y había cosas que volaban de edificio en edificio. Escuchaba aún el sonido de sus padres cuando gritaron al recibir la misma cosa que ahora tenía incrustada en el brazo y que inyectaba algo líquido dentro de él. Pudo percibir el dolor de sus padres cuando, con los ojos tristes, le ordenaron que corriera sin mirar atrás. Desde aquel momento no los había vuelto a ver. Y ahora él tenía esa misma cosa incrustada en su piel. Y dolía como el calor del sol o el hincón de mil abejas picándole a la misma vez.

Él quiso quitárselo. Lo intento pero no pudo. Cada vez que lo intentaba le dolía aún más. Quiso trepar a un árbol pero tampoco no pudo. ¿Qué le estaba pasando? Ahora estaba en dos pies. Los brazos no eran tan grandes, no tenía pelo. Sintió frio. Y escucho el ruido de pasos. Escucho gritos. Esta vez no era su mente. Y siguió corriendo. Corrió como nunca lo había hecho. Solo escuchaba el sonido de su propio respirar. A su derecha e izquierda solo árboles, ya no había nadie. No había ya más seres como él. Ahí solo estaba el.

Llego finalmente al límite del bosque. El río que el conocía había desaparecido, solo una pequeña línea de agua le mostro él limite y después se alzaban por todos lados aquellas piedras que llegaban al cielo. Se sintió enjaulado sin poder ver la jaula. Respiro. Sintió sed. Se acercó lentamente al agua. Cogió un poco de agua con su mano y vio su rostro frente al agua. Nunca se había percatado del mismo pero ahora lo hacía. Vio sus labios, su nariz. Paso la mano por su cara. No sintió más pelos. Estaba solo. Solo. Se sentó. ¿Qué era?

Por primera vez en su vida, pensó sobre él. Sobre su futuro. Supo que al ver su cara ya no era el mismo. Y por primera vez en su vida sintió temor y soledad. Una de las naves descendió y varios hombres vestidos de blanco bajaron. Se acercaron a él con precaución. Lo miraron. Estaba desnudo. Solo con aquel liquido aun introduciéndose en su cuerpo. Se levantó, grito el más profundo de los gritos y el más desconsolador de los aullidos pero su voz ya no era la de antes. Lloro. Su corazón fue un hoyo vació. Uno de los hombres se le acerco de a pocos pero se detuvo. Lo miro de lejos. Cogió una pistola y le disparo en el pecho. Otro líquido rojo se introdujo en su cuerpo. Aquel ser cayó al suelo. Solo escucho decir al hombre que se le acerco unas palabras que ahora entendió bien

- Lo siento, era necesario. Eras el último. Teníamos que integrarte a nuestra sociedad. Tu mundo se acabó, pero te ofrecemos un futuro mejor.

Aquel ser lo miro, miro a los otros que poco a poco lo rodeaban. Miro los aviones que empezaron a dejar caer ciertas maquinas sobre el bosque. Vio que aquellos edificios se movían. Vio que todos se acercaban. Aquel hombre se le acerco. Lo miro. Le extendió la mano y lo ayudo a ponerse de pie y con la otra mano le enseño todo lo que tenía frente a él y le dijo.

- Te hemos salvado. Ahora dinos, ¿Qué más podemos hacer por ti?

Aquel ser supo que podía responder así que con una mirada fría y sin vida en su voz respondió.

- ¿Puedes hacer que sea como antes? Solo quiero ir a casa.

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⏰ Last updated: Aug 27, 2019 ⏰

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