El templo

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Julio se aproximaba al templo de Júpiter, la noche era aterradora y el viento removía intensamente su cabello mientras recorría las interminables escaleras. Cuando finalmente llegó a su destino, se aproximó a la enorme estatua de Júpiter que parecía observarlo y seguirlo con la mirada. Julio levantó sus manos al aire y se arrodilló, con una mirada desesperada y lagrimas cayendo de su rostro le suplicó a la estatua que salvara la vida de su amada esposa y de su hija. Suplicó que ambas sobrevivieran al parto y a cambio de tan divino milagro le ofrecería su libertad, sería su esclavo por toda la eternidad.

Julio quedó plasmado al darse cuenta de que su dios le estaba ignorando, no obtuvo respuesta alguna, por lo que regresó rápidamente a donde su familia le esperaba, si es que todavía le quedaba una. Rezando y gimoteando se acercó a la fachada de su casa, con incertidumbre decidió abrir la puerta, sin saber lo que le esperaba.

Pasmado se paró en medio de la habitación, era Júpiter, tenía a su hija recién nacida entre sus brazos, su esposa estaba respirando agitadamente, gracias a Júpiter estaban vivas.

-Te he dado lo que me has pedido, bendije a tu pequeña, será una mujer muy valiente y sobre todo independiente, le llamarás Julieta- dijo Júpiter con voz profunda e haciendo retumbar las paredes de la habitación. – Consagrado a Júpiter y fuego ardiente es lo que significa su nombre, esta niña será de gran importancia para el futuro de nosotros, los dioses, tu deber como esclavo es cuidarle y guiarle durante su infancia- Júpiter dijo mientras se transformaba en Águila y salía por la ventana. Dejando atrás a la clave de su futuro, los dioses dependerán de la pequeña niña para seguir existiendo.

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JULIETAWhere stories live. Discover now