18.- Tribus

7 4 0
                                    

Pero los jóvenes rebeldes nunca imaginaron lo que pasaba mientras tanto en el reino de Naûvr, la reina helada ahora se enfrentaba contra dos reinos en una batalla en la que cuestiones elementales provocaban que su ejército pereciera ante la armada conformada por dragones y caballeros de fuego provenientes del reino de Klakham. La mujer se mantuvo todo el tiempo en su trono, observando a sus caballeros pelear.

— ¿Dónde está? —irrumpió gritando uno de los mejores guerreros de Klakham, su presencia aunque imponente no intimidó a la mujer que continuaba sentada sobre su trono, venció a sus guardias con facilidad y se aproximó a ella hasta dejar el filo de su espada sobre el cuello de su oponente, ella negó lentamente dándole la respuesta que el caballero tanto temía, él, hirviendo en rabia gruñó frustrado y deslizó sin piedad el filo arrebatándole la vida, el esfuerzo fue en vano, la persona a la que estaba buscando había escapado.

—Señor, buscamos en todo el lugar, no están —un caballero se paró detrás de él esperando su respuesta pero el otro se mantuvo con la mirada en la sangre que poco a poco se convertía en un charco, finalmente reaccionó, lentamente enfundó su espada y encaró a su compañero.

—Olvídalo, escaparon —caminó hacia la salida y cerró el puño sintiéndose como un fracasado, el reino de hielo se convirtió en cenizas y agua. Cada desastre de esa tierra llevaba grabado el nombre de un integrante de la familia Sancöur, desde la guerra provocada por la avaricia del rey Astrel, quien buscó a Sephyra incansablemente llevándolo a desatar un conflicto mayor, hasta Zerkanya, una rebelde que inició batallas para defender sus infantiles ideales.

Dratør y Zerkanya tomaron las riendas de la rebelión manejando correctamente las situaciones y batallas que se presentaron ante ellos, aunque lamentablemente la problemática en la que se encontraban ahora superaba lo que pudieran hacer. Todo el escuadrón había sido capturado, sus captores eran conocidos como Skitnú, una tribu salvaje que vivía en el bosque, alimentándose de energía pura y magia, en ese momento sólo dos de ellos hacían guardia, su magia era tan poderosa que superaba la de todos ahí, lo único que podían hacer era removerse levemente.

— ¿Qué haremos con ellos? —preguntó uno, el otro volteo a ver a Zerkanya unos momentos y regresó la mirada a su compañero.

—La pido a ella —Dratør maldijo y se movió bruscamente, el que había hablado primero levantó un dedo señalándolo y segundos después una ráfaga invisible de energía le rasgo profundamente la mejilla obligándolo a tranquilizarse.

—Hablen con Reek, no podemos tomar esa decisión nosotros solos, ni siquiera yo —interrumpió a ambos una chica, parecía ser de alto rango.

—Ellos invadieron nuestro territorio, deben pagar por eso —mientras uno hablaba, la chica se acercó a Dratør y pasó su dedo lentamente por la herida curándola.

—Eres muy blanda, Anuk, así no te dejarán ser alfa, yo debería postularme para el puesto —su mirada se dirigió automáticamente hacia él, su semblante se oscureció, levantó su mano hacia él, la misma energía invisible lo atravesó como una lanza, matándolo al instante.

—Yo he decidido traer paz a esta violenta manera de reinar, pero tampoco dejaré que cualquiera se meta en mi camino —lamió las gotas de sangre que quedaron en su dedo al curar a Dratør y observó a los demás.

—Gracias por venir, Luneterria —sus palabras llamaron la atención de Zerkanya, quien volteó sólo para observarla depositar un suave beso en los labios de su enamorado, eso la incomodó tanto que sus cuernos daban indicios de arder, pero sus intenciones fueron apagadas cuando la misteriosa chica volvió a hablar.

—Grüthier y Racirya de Grallier, y nada más y nada menos que la bastarda de las tres sangres; Zerkanya Sancöur —los desató uno a uno dejándolos libres, todos adoptaron posición defensiva.

—Es difícil ser una mezcla ¿no? tener tres tipos de sangres mezcladas en tu cuerpo, en tu reino puede ser tomado como una ofensa hacia el linaje, creen que la pureza de la raza fue contaminada, pero algunos como los de esta tribu piensan lo contrario, sé qué se siente ser tú, Zerkanya —se acercó hasta quedar a centímetros de su rostro, Zerkanya estaba sorprendida por esa información.

—Lobo, cambia formas y humana son las sangres que corren por mis venas, soy la próxima alfa de mi tribu donde todos son hombres lobo a excepción de mi padre, que es un cambia formas, también tengo tres sangres y me consideran una diosa —pasó su mano lentamente rozándole la mejilla, sus palabras estaban metiéndose profundamente en la consciencia de Zerkanya —.Eres una dragona, una grallierita y una humana a la vez, eso es fascinante, me gustaría presentarte a mi tribu —la tomó de la muñeca y la llevó con ella, Dratør asintió levemente para indicarle que todo estaría bien.

Cruzaron por lo profundo del bosque, escoltadas por dos lobos de enorme tamaño hasta llegar a una cueva, varias personas se encontraban reunidas charlando entre ellas mientras al fondo una joven muchacha cantaba dulcemente para entretenimiento de todos, su canto fue interrumpido por la llegada de ambas.

—Gente de Skitnú, quiero presentarles a Zerkanya Sancöur, conocida allá afuera como la bastarda de las tres sangres, he decidido mostrarle que en este lugar ser un híbrido triple no es una maldición, sino un regalo de los dioses —la tomó de la mano y le sonrió, algunos de los presentes aplaudieron y otros aullaron ante ellas, Zerkanya se sintió conmovida, ser aceptada por primera vez en un lugar le producía una inmensa alegría que expresó en una sincera sonrisa.

—Anuk —un hombre entró al lugar, otros tres detrás de él llevaban cargando un ciervo herido, con una seña indicó a los otros que siguieran y él se quedó parado frente a ambas —.Déjala en Isthran, te necesitamos, ella te necesita —los lobos se pararon frente a Zerkanya para guiarla, mientras caminaba de reojo pudo observarlos curar al ciervo, recordó entonces que ese era su propósito, proteger y convivir en armonía con el bosque, la mayoría de su armada estaba compuesta por curanderos de alto nivel y magos muy poderosos. Zerkanya fue guiada a una parte del terreno que desconocía, parecía una especie de campamento, varias personas caminaban de acá para allá y algunos llevaban a lobeznos detrás de ellos, los guardianes que estaban con ella se transformaron entre humo en dos aparentes humanos, se acercaron a una mujer que tenía consigo un bastón.

—Juvrel, ella es Zerkanya, nos enviaron a escoltarla a ella y su tropa para darles refugio aquí, enséñenles nuestras costumbres para mantener la armonía —ella asintió con entendimiento y caminó, Zerkanya la siguió, por su apariencia concluyó que se trataba de una de las sabias hechiceras del lugar, ambas llegaron a una tienda, dentro había troncos que funcionaban como mesas y una cama lo suficientemente grande como para dos personas.

—Tú y Dratør se quedarán aquí, asignaré a los demás sus propias tiendas, cenaran con nosotros esta noche y mañana comenzaremos su entrenamiento, ¿tienes conocimientos en magia de restauración y curación? —ante la respuesta afirmativa de la pelirroja la mujer sonrió y salió dejándola sola para que se instalara. Minutos después una figura entró con ella, Dratør le sonrió y se sentó junto a ella.

—Zerkanya, hay algo que tengo que decirte —a ambos los interrumpió la presencia de una niña que al ver a Dratør sonrió con emoción y corrió hacia él para abrazarlo.

—Qué bueno que regresaste padre, te extrañé mucho —Zerkanya sintió un golpe en el pecho al escucharla, no se imaginaba tal sorpresa y ahora necesitaba una buena explicación. 

Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora