Avispas

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Ante el peligro inminente, hizo algo que ya había planeado con antelación. Era un movimiento que en el juego le había costado dominar con precisión, y que confiaba ser capaz de llevarlo a cabo en ese momento.

Se dejó caer, protegiéndose de las avispas con la rama que ahora se interponía. Dos de ellas intentaron seguirla, aunque se vieron obligadas a seguir una trayectoria mucho más larga. Les era imposible frenar y acelerar de golpe. La tercera se estampó contra el tronco, pues ya no podía controlar la dirección.

Justo antes de aterrizar en la rama inferior, Goldmi invocó Flotar para posarse en ésta con suavidad, disparando mientras lo hacía contras las dos avispas.

Estaban bastante cerca, y su movimiento se había casi detenido para cambiar de trayectoria, por lo que eran un blanco muy fácil para ella. Con sus alas rasgadas, cayeron al suelo, mientras que la que se había estampado contra el tronco había logrado agarrarse a éste, a pesar de encontrarse aturdida.

La elfa no se entretuvo y siguió atacando a quienes la habían tomado por una apetitosa presa. Había perdido a algunas de vista tras las ramas y las hojas, pero tres de ellas estaban en su línea de tiro, así que las atacó consecutivamente, repitiendo contra las que fallaba y usando un total de seis flechas para incapacitar a todas ellas.

De repente, dos de las que había perdido de vista aparecieron frente a ella. Consiguió bloquear a una con la espada y dañarla con la daga, mediante Daga Fulgurante. Ataque Serpenteante no podía usarlo encima de la rama, pues requería demasiado espacio para moverse.

Inmediatamente se agachó, esquivando por poco el ataque de la segunda. Pero una tercera había aparecido por detrás. Se giró para intentar bloquearla, pero no pudo evitar que el aguijón se clavará en el brazo.

–¡Aaaaaaah!

Notó el veneno que entraba por la herida, al mismo tiempo que perdía el equilibrio y caía desde la rama. Ante el dolor y la imprevista caída, tardó mucho en reaccionar y apenas activó Flotar a unos centímetros del suelo, lo suficiente para frenar la caída, pero no para evitar por completo el impacto.

Se sentía mareada, el hombro dislocado y había perdido espada y daga, que ahora estaban a unos metros de ella. Y, además del golpe, el veneno penetraba en ella, un veneno neurotóxico que amenazaba con inmovilizarla. Y lo peor era que las tres avispas se habían lanzado en su persecución.

El dolor la ayudó a mantener la conciencia, no demorándose en invocar Curación Básica. Al mismo tiempo, un antídoto de nivel 1 apareció en su mano, pero no tenía tiempo para tomarlo, primero tenía que evitar a las tres avispas.

Por suerte, en el suelo tenía un recurso adicional. De repente, las raíces de los árboles se alzaron a su alrededor, envolviendo a sus enemigos. No eran las raíces más gruesas, pero eran suficientes para inmovilizar a los insectos voladores.

De un trago se tomó el antídoto. No era suficiente para contrarrestar completamente los efectos, pero sí para amortiguarlos. Se sentía algo torpe y dolorida, pero podía moverse.

Miró hacia las armas que yacían sobre el suelo con la intención de ir a buscarlas, pero la pequeña hada se adelantó, trayéndoselas mientras ella volvía a invocar Curación Básica y se incorporaba.

Muchas de las avispas no habían muerto, aunque algunas estaban gravemente heridas. Todas se dirigían hacía la elfa, ya sea por instinto depredador o por venganza. Incluso una bajaba por el tronco del árbol en el que antes había chocado, y otras tres trataban de liberarse de sus ataduras.

Sin embargo, al no poder volar, eran muy lentas, apenas eran una amenaza para la arquera, a pesar de que sentía su cuerpo y sus sentidos entumecidos por el veneno. Volvió a empuñar el arco y lanzó una flecha tras otra.

Si bien su puntería se había visto afectada por su estado, era suficiente para rematar insectos alados que estaban heridos y ya no podían volar, o que estaban inmovilizados. Cuando acabó con el último de ellos, volvió a usar Detección de Vida. Descubrió un par de presencias de su mismo nivel, es decir, 4, pues ella había subido de nivel.

Decidió Flotar de nuevo para resguardarse en un rama mientras se recuperaba del veneno, y se preguntaba si podía recoger los restos como en el juego, además de recuperar las flechas. Inmediatamente, dos hadas aparecieron. Una ya la había visto antes, pero la otra era nueva, y vestía una especie de delantal.

Mientras una recogía las flechas, algunas de ellas destrozadas, la otra separaba hábilmente los restos de las avispas, extrayendo la carne, el veneno, las patas... Era un espectáculo tan grotesco como increíble el ver a la pequeña hada descuartizando a los enormes insectos, espectáculo que afectó a la elfa mucho menos de lo que ella misma hubiera supuesto.

Tardaron un rato en aparecer dos animales de pelaje rojo muy oscuro. Eran dos zorros que poseían dos colas en lugar de una, y en cuyos pechos podía verse algo similar a un extraño símbolo.

A pesar de que Goldmi permanecía inmóvil y medio oculta por las ramas y hojas, la descubrieron en cuando entró en su campo de visión, quedándose mirándola fijamente con sus ojos de diferente color, amarillo uno y rojo el otro.

–Es como si me dijeran que no quieren hacerme daño, y que supieran que yo no voy a hacérselo...– murmuró la elfa, desconcertada.

No entendía de dónde venía aquella sensación, pero, de alguna forma, sintió una conexión con ellos por un momento, como una telepatía elemental en la que no se transmitían palabras o ideas, sino sensaciones.

Se quedó mirándolos mientras estos se acercaban a algunos de los restos que había descartado la pequeña hada y los devoraban, y luego otros, y otros. Finalmente, se perdieron nuevamente en el bosque, no sin antes mirar por última vez a la elfa, como dándole las gracias por la comida.

–Este mundo es muy misterioso– pensó Goldmi, quien siguió descansando sobre la amplia rama hasta que se notó despejada de cuerpo y mente. Y recuperado su maná y energía.

Saltó del árbol y Flotó antes de llegar al suelo, para posarse suavemente y usar Detección de Vida una vez más. No había obstáculos en su camino hacía la dirección que había decidido tomar, la dirección en la que se encontraba lo que en el juego era un conocido lugar de descanso para novatos, y que había aparecido en su mente junto un mapa al pensarlo en ello. El Manantial Sagrado.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora