Era una cálida mañana de Octubre. Con mi hermana estábamos en camino a su colegio. Ese día, ella se veía más colorida de lo habitual y yo, más peinada que de costumbre. Antes de salír de casa, mi mamá me hizo dos trenzas cosidas preciosas. Ellas nos alcanzaría después, en la escuela.
Mientras esperábamos el colectivo, me fue imposible no demostrar la alegría que recorría mi cuerpo en ese momento. Fue lindo ver a las personas y a los autos pasar, a mi hermana tan feliz y, encima estaba a punto de subir a un ómnibus (con lo que disfruto de andar en él. Cuando algo me gusta no puedo evitar saltar, moverme por todo el lugar y, en ocasiones, se me escapan las carcajadas).Pasados unos minutos, llegó el vehículo. Una vez pasada la tarjeta, Rominame indicó que me sentara en un lugar libre que había en la parte de atrás.
Unos momentos después, una señora me dedicó una sonrisa, Eso me causó alegría, tanto que empecé a reírme y a moverme un poco. Al frente de mí, parado, había un joven. Al principio, noté que me dedicó un gesto de rechazo, no hice caso a eso.
Al cabo de un rato me dio un ataque de risa, que ni yo misma podría explicar. El chico frunció el seño y pidió alzando la voz -que alguien tranquilice a la loquita-Ese comentario provocó que algunas personas que estaban cerca se callaran y fijaran su mirada en mí y el muchacho, al contrario de mi melliza quien parándose como un resorte, se interpuso entre el sujeto y Yo, quien se veía vastantemente molesto. Mi hermana, aún más, pero aún así, con más calma de la que esperé.
Comenzó a darle al chico un monólogo sobre el TEA y la diversidad en general. Él se mostró un poco sorprendido, miró a Romina con desconcierto, luego me miró a mí arrugando el gesto nuevamente, sin decír una palabra, sólo se bajó del colectivo.Al rato, nosotras también descendimos para ya llegar al colegio. En el camino, noté que mi hermana se empezó a poner colorada y la mano con la que me tomaba estaba hirviendo. También me di cuenta que de sus ojos empezaban a caer lagrimones.
"Situaciones como las que presenciamos con ese chico y Beatriz, en muchos casos, pasan desapercibidas. Puede estár pasando todos los días y ni siquiera somos consientes de ello.
En muchos casos, la discriminación es pasiva, ya sea usando la discapacidad para insultar a alguien o con una simple mirada de lástima. Sé que, a veces, nos sale de manera involuntaria. Pero la realidad es que ellos están bien con ellos mismos y con sus seres más cercanos. Ellos mo buscan ser tratados de manera especial, sólo ser aceptados y respetados por la sociedad.
Algunas personas son cegadas por los prejuicios y no son capaces de conocer o acercarse a las personas con TEA. Puedo garantizar que se van a sorprender gratamente."
Esos pensamientos se esfumaron cuando vi a mi mamá acercándose preocupada a nosotras.
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Realidades Ignoradas
Short StorySituaciones como estás pasan todos los días y pocos se dan cuanta...