Capítulo 27

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— ¿Perdonarlo? —

Narra T/N:

Se fue. Se fue sin siquiera decir un “Adiós”, “ Ten en cuenta eso”, nada. No pronunció ni una sola palabra. El vacío en mi pecho volvió otra vez, las lágrimas acumuladas y consigo negatividad mientras lo veía alejarse. Me puse cada auricular en cada oído. La música se reprodujo y la primera fue Fix You, con las manos en los bolsillos de mi abrigo, la cabeza baja y una dificultad al respirar, traté de asemejar que todo está bien, que nada de lo que pasó era realidad. No soporté el hecho de querer llorar en público.

« Finge que todo está bien. Sonríe »

Mantuve una sonrisa forzada durante el trayecto saliendo del parque, en el taxi y al pasar por el cuarto de George. Al entrar y encerrarme en mi cuarto me deslicé por la puerta y lloré.

Los gritos ahogados, los sollozos fuertes. Todo el mundo cayó sobre mi.

Golpeé mis rodillas, mis muslos, el suelo. Tenía rabia por dentro. Cubrí mi cabeza con mis manos y tanto que di un fuerte grito. Colapso y mi cuerpo por inercia se tira al suelo. No podía mover mis brazos, piernas, nada. Sólo mi cabeza. Entra mi hermano por la puerta, aparta los audífonos y me mueve de lado a lado desesperado.
“¿Hermanita qué pasa?”, la vista se me nubla, entre cierro los ojos y me convenzo a mantenerlos abiertos. “______ ¿qué tienes?” toma mi celular, coloca mi dedo en la huella digital y marca un número. Todo se vuelve oscuro, ya no sé qué pasa.

[ • • • ]

Al abrir mis ojos lo primero que me encuentro es un un rostro desconocido, el aire golpea mi espina dorsal, tengo un aparato que entra por mis fosas nasales, veo mi mano izquierda, muchos tubos y una aguja. Bajo la mirada, en un asiento está George y... Wolfhard, durmiendo. Aprecio más al del rostro desconocido. Apariencia de unos treinta o cuarenta años, rostro afligido, venas marcadas en las manos y alto con entradas en el cabello (castaño claro).

— ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? — murmullo —.

— En el hospital. Gritaste muy fuerte provocando un pequeño derrame cerebral, por suerte no fue mucho. Tuvimos que cortarte el cabello, nada grave — explica —. Tus ondas se encuentran bien, el latido de tu corazón está estable, no hay problema con nada. Mañana lo más seguro es que salgas de aquí — afirma —. Descansa — sale de mi núcleo y sólo me concentro en el ahora —.

Si no fuese por George no estaría aquí y me encontraría muerta. Más muerta que nunca.

Y mi vista se desvió en el rizado. Su rostro es angelical cuando duerme, se ve adorable (ya que sostiene a mi hermano cómo si este se fuera a ir). Y recuerdo todo, esos momentos tan emblemáticos que pasé y me arrepiento. Me arrepiento haberme comportado así, no quiero que nuestra amistad acabe (nuestra hermosa amistad de largos meses), por que creo que no encontraré a nadie igual, ni con los mismos gustos ni con la misma mirada ni con la misma sonrisa.

En una parte sigo molesta. Por el simple hecho de verlo besarse con Cassie (pues la chica no me agrada bastante), fue como una puñalada al corazón diciendo “No te extraño y te estoy olvidando” o “Ella es mejor que tú en muchos aspectos”...

Cuanto menos él ha abierto los ojos y no... Esta vez no estoy dispuesta a apartar la mirada. Parpadea hasta que se acostumbra a la luz del cuarto, se aleja de George y mira a mi camilla donde estoy postrada. Se levanta, camina hasta a mí (yo me hago la inconsciente). Siento como ambas manos toman de la mía, el rechinido de la silla siendo arrastrada y finalmente toma asiento. Escucho como solloza.

Culpa mía.

— No sé cómo decirte esto, quizá no escuches o quizá sí — suspira —. Pero... Te amo Cooper — esas palabras —. Eres mi mejor amiga y una hermana para mi, eres mi todo — esa confianza —. Y no quiero que el día de hoy te vayas, no cuando aún todavía no te digo la verdad — sus súplicas —. Quédate. Te necesito porque no encontraré a ninguna chica como tú — aprieta más mi mano —. Lamento lo que viste y espero me perdones. Cassie no se compara contigo. Tú no te comparas con nada — besa mi mano —. Jamás podría reemplazar te... Nunca — solloza —. Ni aunque estuvieras muerta — suelta mi mano, la acomoda nuevamente, se levanta. Está por irse, lo sé y es mi turno de hablar —.

Sin embargo algo me detiene.

« ¿Perdonarlo? »

— Eso fue demasiado cursi — mascullo entre una pequeña sonrisa. Él se gira. Su rostro serio se convierte en el que acostumbro a ver siempre. Con una hermosa sonrisa de oreja a oreja. Regresa y me abraza escasamente —. ¿Siempre eres así? —.

— ______ — apenas llega a decir —.

— Créeme... Tampoco encontraría a alguien como tú, aunque eso me cueste vidas — confieso —. Creo que es momento de decirte lo mucho que te quiero — sostengo su mano —. El tuyo ya se sobrepasó — sigue manteniendo esa sonrisa —.

— ¿Amigos? —.

— Hermanos. De por vida — ahora yo sonrío ampliamente —.

M E    A T R A E S  ( Finn Wolfhard y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora