Xianyun (1)

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Cinco veces que Lan Wangji miró a Wei Wuxian y una en la que ya no pudo apartar la mirada

Lan Wangji no era alguien que olvidara fácilmente. Las personas importantes para él se grababan no solo en su mente sino en su corazón de la misma forma en que las más de cuatro mil reglas estaban escritas en la montaña del Receso de las Nubes. Había perdido a tres de ellas para ese momento, pero sabía que la vida seguía adelante y él también debía hacerlo a pesar de que nadie podría llenar el vacío que esas ausencias le causaban. La última, la más difícil de dejar descansar.

Continuó con su vida, ocupándose de vencer el mal en cualquier forma que se presentara y ayudar al necesitado; esmerándose en educar a un niño –que ahora comenzaba su carrera como cultivador– y a los demás chicos de su generación para que pudieran tener una perspectiva más amplia del mundo sin tener que (volver a) sufrir los horrores de una guerra y sus pérdidas.

Pero su corazón no podía hallar el descanso. Por trece años esperó una respuesta en el sonido del guqin y llenaba el silencio con una melodía que le nacía del corazón y que tenía el poder de hacerle sentir que él estaba allí, a su lado. Podría esperar toda la vida por el privilegio de tocar su mano o que volviera a dirigirle una mirada con esos ojos llenos de vida y el toque exacto de picardía e inocencia.

Esa misma melodía con la que pretendía sosegar su inquietud fue la que avivó el fuego que trece años no habían podido apagar. El sonido podía ofender los oídos de cualquiera, pero cada nota que llegaba a los suyos le parecía la más dulce respuesta a sus rezos.

Allí estaba él, no había duda a pesar de que esa apariencia no era la que recordaba, pero qué importa el cuerpo cuando lo que se anhela es el alma. Caminaba de espaldas hacia él, sin darse cuenta de su presencia, y en el momento en que sus cuerpos chocaron su mano se movió por si sola para satisfacer el deseo de sujetarlo, de tocarlo y convencerse que realmente estaba allí.

Él se giró y lo miró fijamente, lleno de sorpresa y hasta un poco de pánico, pero jamás podría olvidar esa mirada aunque no estuviera en los mismos ojos, era él. «Wei Ying».

Ninguno dijo nada y sus ojos no se apartaron por largos segundos. Quería grabar en su memoria ese rostro que ahora le pertenecía a la persona que había amado todos esos años. Al fin sentía que sus súplicas habían sido escuchadas y el anhelo por volver a verlo podía calmarse, pero quién podía hacer algo para calmar el fuerte repiqueteo de su corazón.

Wangxian 5+1Where stories live. Discover now