Toda su vida había sido hijo único, muchos considerarían esto como una desventaja, pero él no, la relación con sus padres era tan fuerte que el no tener hermanos le parecía tan indiferente. Sus amigos, especialmente YuGyeom, eran tan agradables que incluso los podía ver como sus propios hermanos.
Choi YoungJae, un chico de 16 años con una vida maravillosa, lo tenía todo, unos padres que lo amaban, amigos maravillosos, un hogar lo suficientemente grande como para vivir tranquilo y aunque no fueran ricos, el dinero nunca les faltaba. El pequeño pelinegro lo tenía todo, no deseaba nada más en la vida, bueno, quizás una mascota, pero por el momento no podía tener una.
...
–Creo que lo mejor será correr– pronunció YoungJae algo preocupado, viendo como aquellas gigantescas nubes negras se acercaban con velocidad hacia ellos, se veían realmente aterradoras –no creo que mi suéter sea suficiente como para cubrirme de alguna próxima tormenta– insistió a su amigo quien continuaba tan entretenido con aquel juego de baile, no era un secreto que era grandioso en el baile, por eso mismo encontraba aquel juego tan entretenido. –¡YuGyeom!– se quejó al ver cómo las gotas ya estaban estrellándose contra aquella enorme ventana que le permitía observar la calle, la cual iba mojándose un poco más rápido.
–De acuerdo, de acuerdo– gruñó para detener el videojuego y bajar de la pista –aún me quedaban 15 minutos más– murmuró siendo jalado al instante por YoungJae; tomaron sus mochilas y caminaron tan rápido sus pies se lo permitieron, sin embargo, estando a mitad del camino, las cosas se tornaron peores pues la tormenta se encontraba ya en su máximo esplendor empapándolos hasta los huesos. Su salvación se vio reflejada en aquel momento donde la madre de Yugyeom llamó a su celular, ofreciendo a ir por ellos, pues aunque la casa ya no les quedara tan lejos, la lluvia se había vuelto tan densa al punto de dejarlos acorralados debajo de una parada de autobuses.
–Maldición, en unos días se acerca la temporada de exámenes y yo corro el peligro de enfermarme– musitó con algo de preocupación sintiendo las pequeñas gotas que escurrían por su cabello caer sobre aquel pantalón que se encontraba igual de empapado.
–No es la primera vez que sucede, Jae, no seas paranoico– respondió su mejor amigo ligeramente apenado, aquel incidente había sido su culpa y aunque sabía que no estaba realmente molesto, temía porque pescara un resfriado está vez. –En verdad lo siento– agregó encogiéndose sobre si mismo
–Descuida, al final, yo también te quité tiempo de tu juego– le guiñó un ojo sin olvidar aquella sonrisa que tanto le ayudaba a sentirse mejor –Espero tu tampoco te enfermes, Gyeom– abrió la puerta del auto, pues justamente acababan de llegar a casa de YoungJae –Muchas gracias, señora Kim, nos vemos el lunes– y sin más bajó del auto, cerró la puerta y fue directo a su casa.
El aniversario de sus padres se conmemoraba aquel día, por ello no se encontraban en casa, le habían pedido a YoungJae un día para ellos solos y él gustosamente accedió, no tenía idea de a qué hora llegarían, pero por el momento le era irrelevante, lo único que le apetecía era tomar un buen baño caliente. Dejando sus cosas en la sala, caminó con rapidez deshaciéndose de sus prendas en el transcurso y en cuanto el agua comenzó a salir a una temperatura lo suficientemente agradable, se adentró quedándose un buen rato ahí mismo. Pasaron los minutos, si no es que una hora cuando se animó a salir de ahí, colocándose una toalla en la cintura caminó hasta su habitación y colocándose la pijama de una buena vez pues aunque no fuera tan tarde, era la ropa más cómoda que tenía no le sería un problema pues ya no saldría el resto del día, había llegado la hora de acostarse en la sala para disfrutar de alguna película entre el inmenso catálogo digital. Tomó su manta favorita, aquella que su madre le había regalado con tanto cariño, hecha con sus propias manos para su único hijo, envolviéndose en esta por el frío ocasional de la casa fue hasta su objetivo no sin antes agarrar algunas frituras guardadas en la alacena para finalmente darse algo de tiempo para sí mismo.
Fue abriendo los ojos al sentir una mano tocando su frente, poco a poco sus recuerdos volvieron con facilidad haciéndole ver un pequeño recuento de lo sucedido desde ¿Cuándo? Ahora la única pregunta que se hacía era ¿cuanto tiempo había pasado? La televisión estaba apagada y gracias a la nula vista de la ventana le costaba averiguar si ya era de día.
–Cielo, estás un poco caliente– habló su madre tocando su propia frente para verificar la temperatura del menor.
–¿Qué hora es?– preguntó un poco aturdido; ni bien su madre le alertó sobre su estado de salud, comenzó a sentirse algo mal... Lo que faltaba.
–Son las nueve de la mañana, anoche que llegamos te hablé para que te subieras pero estabas profundamente dormido– le brindó una sonrisa maternal, de esas que tanto te tranquilizan e irradian amor. Apenas se sentó, los estornudos comenzaron a aparecer en grandes cantidades junto a un dolor de cuerpo que a pesar de no ser tan intenso, igualmente causaba molestia. –Desayuna un poco y conforme pase el tiempo veremos si es necesario darte unas pastillas, o quizás ir al médico ¿de acuerdo?– el pequeño pelinegro asintió yendo por una caja de pañuelos, pues vaya que lo necesitaría –¿Hiciste algo como para pescar un resfriado?– preguntó la mujer estando ya en la cocina
–Ayer salí a jugar videojuegos con YuGyeom, pero la lluvia nos ganó, y nos mojamos todos. Parece ser que el clima sigue igual– habló algo fuerte asomándose a través de la ventana, a pesar de ser temprano estaba lloviendo, no de manera fuerte pero lo hacía.
Estando ya sentado en el comedor, su padre se incorporó a la mesa teniendo así un desayuno agradable, YoungJae no comió tanto pues el malestar persistía quitándole las ganas de estar tanto tiempo ahí sentado gracias a aquel dolor en el cuerpo. No acostumbraba dejar a su familia desayunando solos, sin embargo ya tenía el plan de permanecer en cama todo el día, plan que ambos padres habían aceptado permitiendo irse en ese momento. Y así pasó el resto de la mañana, tapado entre las cobijas de su cama viendo su serie preferida, su mejor amigo no tardó en aparecer al enterarse de su estado físico, su instinto maternal y al mismo tiempo la culpa le obligaban a permanecer al lado de YoungJae para cumplir cualquier capricho que este le ordenara, sumando a las mil disculpas que pudo pedir en menos de una hora las cuales se fueron aplacando de a poco debido a que como su amigo le dijo, no eran necesarias. Las horas transcurrían y el pequeño pelinegro no parecía mejorar, por fortuna tampoco empeoraba, era una simple gripa que se podía curar con unas cuantas pastillas, el único problema... Ya no había.
–Iremos al centro comercial para comprar las cosas de la casa y de paso compraremos medicina ¿de acuerdo?– pronunció su padre con voz tranquila parado sobre el maco de la puerta, este asintió ligeramente sin deshacerse de aquella sonrisa que siempre adornaba su rostro. –Cuida de él en lo mientras ¿si,YuGyeom?– el mencionado también asintió, se aseguraría de que el pequeño YoungJae estuviera bien, además, sólo serían unas cuantas horas.
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Ligeramente tarde pero no por mucho. Por ahora no creo que alguien llegue a abrir esto peeeero esta historia está escrita especialmente para alguien. Es su cumpleaños y quise darle este pequeño regalo 💚Felicidades
Sin más, espero que les agrade lo que venga en esta historia :DD Chau
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Save You
FanfictionTras la muerte de sus padres, YoungJae se ve obligado a continuar con tantos problemas completamente solo, hasta que Mark, un viejo amigo cercano a su familia y a él vuelve a cruzarse en su vida. Ahora ayudándole a salir adelante en aquel obscuro tú...