Capítulo cuarenta.

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Unos golpecitos en la puerta detuvieron nuestra confabulación en contra de Owen.

–¿Quién? –preguntó Liz levantando el volumen de su voz.

–Nena, ya tenemos que irnos –respondió Nafla desde el otro lado de la puerta.

–Ah es cierto... –murmuró Liz para sí misma y después me sonrió–. Continuaremos hablando después, ya tengo que irme –se despidió con beso de mejillas y caminó hacia la puerta.

–Date prisa... –gruñó Nafla al abrirse la puerta.

–Si si, ya voy –dijo Liz sonriente.

–Te veo otro día, Bambi –el pelirrojo agitó su mano en despedida–, espero que te mejores pronto de tu herida.

–Gracias... que la pasen bien –me despedí.

Solté un largo suspiro después de que ellos se fueran, me siento agotada y somnolienta, muero por quitarme esta ropa ajustada y meterme en la cama con mi pijama pero no creo poder hacerlo ya que hay demasiada gente en la casa y aún es temprano como para meterse a la cama... ¿debería regresar a la residencia? Ag...

Me recosté en la cama y recordé las indicaciones del médico; el pie en alto. Así que apilé almohadas al pie de la cama y después me recosté para subir mi pierna sobre la pila de almohadas, después cerré mis ojos por unos segundos, pero mi paz no duró mucho tiempo.

–Bambi, ¿puedo pasar?

–Ya estás dentro –rodeé mis ojos al verlo caminar hacia mí–. ¿Qué quieres Bloo?

–Tu crema –extendió la caja de la crema hacia mi rostro.

–Gracias –agradecí a regañadientes mientras tomaba la cajita.

–Bambi... sobre lo que pasó en el hospital...

–Olvídalo Bloo –cubrí mi rostro con el dorso de mi mano–. Quiero descansar, vete por favor.

–Yo no me disculpo, nunca.

–Bien, no lo hagas y vete.

–¿Puedes mirarme por un momento?

–No quiero, tengo sueño.

–Vine a disculparme porque Niahn insistió en que lo haga –retiró mi mano de mi rostro.

–Me llevaste al hospital porque Loopy te dijo que lo hicieras y vienes a disculparte porque Niahn te lo pidió –sonreí cínica desde mi posición recostada– ¿Siempre haces todo lo que te piden tus amigos? ¿No tienes mente propia?

Él sonrió retorcidamente, puso brevemente sus ojos en blanco y después remordió su moflete interno derecho mientras me miraba con su ceja altiva, mi comentario le había molestado y eso me provocó otra sonrisa cínica que solo le molestó más, se sentó junto a mí al filo de la cama.

–¿Qué haces...? –me levanté levemente e interpuse mis manos para alejarlo–. Vete de aquí.

Su intensa mirada me intimidó, pero fingí que no, empujé una vez más, pero él tomó mi muñeca haciéndola hacia atrás para aprisionarla contra el colchón, pasó de estar sentado a arrodillarse y sin importarle nada, se subió sobre mí a horcajadas.

–¡Quítate imbécil! –lo golpeé y empujé el pecho, pero me era imposible quitármelo de encima.

–¿Y si te digo que vine porque quería verte, no porque nadie me lo pidiera?

–¡Pues te diría que eres un puto imbécil! ¡Quítate!

–Ey... –sonrió–. Esas palabrotas saliendo de esa linda boquita...

–Si no te quitas voy a golpearte en serio, idiota. Te lo estoy advirtiendo.

–No seas agresiva bambi, solo vine a disculparme.

–Pues que rara forma tienes de disculparte. ¡Quítate a la una...!

–¿Hasta qué número contarás? –sonrió.

–Dos... –yo estaba furiosa.

–Tres –dijo él mismo y me besó.

Luché contra el beso apretando mis labios y lo empujé con mi mano libre además de tratar de sacudir todo mi cuerpo, pero él estaba completamente sobre mí y no parecía querer detenerse, aunque golpeé su brazo herido, continuó besándome y poco a poco mis labios cedieron y le dieron la bienvenida a los suyos. No quería rendirme tan fácil así que continuaba golpeando y empujando con mi mano libre su pecho pero los golpes poco a poco se volvieron débiles y el puño de mi mano se abrió para tocar su pecho y recorrerlo hasta llegar al hombro, continué acariciando hasta llegar a su nuca.

Mi otra mano fue liberada y la dirigí hacia la mejilla de él acariciando mientras lo besaba apasionadamente.

–¿Aun... –él intentó hablar entre el beso– quieres que... me quite?

–No te soporto –seguí besándolo–. Eres un idiota.

Él se separó un poco de mi rostro y me miró sonriente.

–Me encanta como besas.

–Cállate –jalé de nuevo su rostro y lo volví a besar.

Bloo es extraordinariamente bueno besando, él puede hacer que me suma en el éxtasis y me olvide por completo de cualquier cosa.

Él empezó a dar cortos besitos en mis labios, acción que me anticipa el final de nuestro apasionado y largo beso.

Se apartó de mi rostro y me miró un par de segundos antes de sonreír dulcemente, después se esforzó para quitarse de encima sin aplastarme, intentaba ser sutil después de haberme atacado de tal forma.

Él se sentó a mi lado y acarició mi mejilla mientras me miraba con su expresión de niño dulce e inocente, yo empezaba a arrepentirme de haber cedido a la tentación de sus besos en tan forzada situación.

–Lamento lo de antes –susurró–. Vine a disculparme y terminé comportándome peor, es solo que yo...

–Como sea –me negué a escuchar su explicación y me senté para mirarlo de frente–. Acepto tu disculpa.

–En serio –él sonrió.

–Sí. Y me iré de aquí mañana a primera hora.

–No –su expresión de repente lucía triste–. Te prometo que no volveré a tratarte mal ni a forzarte como... acabo de hacerlo.

–No tienes que prometerme nada. De todas formas, solo me iba a quedar aquí mientras me mejoraba y mi herida está sanando adecuadamente, ya casi ni me duele y pronto podré caminar sin muletas.

–Pero yo no quiero que te vayas. Desde que llegaste a nuestras vidas, todo se ha vuelto más divertido.

–Quieres que me quede aquí por el sexo ¿cierto?

–En gran parte si –sonrió lujurioso–, pero no es la única razón.

–Vaya, que franco...

–Quiero ser sincero contigo. No voy a mentirte o engañarte con frases tontas como "me enamoré de ti" "no te vayas porque te necesito" –se burló de sus propias palabras con una leve sonrisa irónica.

–Bien, porque no soy la clase de chicas que se cree esas tonterías.

–Perfecto, entonces quédate por unas cuantas semanas más y continuemos divirtiéndonos como hasta ahora.

–Solo para aclararlo mejor; No tenemos ningún tipo de relación romántica ¿De acuerdo?

–Completamente de acuerdo. Solo amigos con derecho a sexo –extendió su mano hacia mí.

–Me parece bien –tomé su mano cerrando el trato.

–¿Qué es lo que te parece bien, bro? –cuestionó Owen al entrar en la habitación.

–Ninguno de ustedes sabe tocar antes de entrar ¿cierto? –me quejé.

–Yo... –Owen balbuceó–. Emh... yo... quería platicar contigo Danbi.

Oh oh... me llamó por mi nombre en lugar de "bro" o "bambi" esto debe ser serio... 

RUDEWhere stories live. Discover now