Capítulo 50 No más que otra víctima...

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Uuuuhh...

Ha sido un día largo, por fortuna mañana descanso, entre la biblioteca, la escuela, y la agencia de correos no he tenido tiempo para mí, aun no sé muy bien que hacer en la mañana, estoy realmente tentada en quedarme en el apartamento y dormir todo el día, el placer de un buen sueño es algo que añoro desde hace semanas.

Camino con Anabela por una de las avenidas más concurridas de la capital, ha acabamos de terminar con una entrega nos han pagado y ahora nos marchamos a dormir.

Desde la visita que el señor West me hizo hace un tiempo, le he pedido a mi amiga que me enseñara a defenderme, ya domino lo básico, sin embargo, no creo que sea suficiente, mi mejor opción sigue siendo escapar de mis agresores y buscar ayuda, lo cual se reduce básicamente a huir, pero si quiero vivir he de hacerlo, o al menos eso es lo que me dijo Anabela.

Trabajo por la mañana, escuela y entrenamiento por la tarde y finalmente, trabajo por la noche, no ha sido una rutina muy bonita que digamos.

Mientras camino, noto que Anabela está muy pensativa.

- ¿Sigues pensando en la chica de antes? – Le pregunte por el pequeño tropiezo de hace unos momentos.

- Sí, estoy segura de que la he visto en el pasado.

- ¿Por qué estás tan segura?

- Jamás olvido una cara, pero a esa mujer, simplemente no consigo ubicarla. Como sea, apresurémonos en llegar, me duelen las piernas.

- A mí los hombros.

Estábamos llegando hasta nuestro apartamento en donde nos hospedábamos cuando Anabela frenó en seco, al principio no entendí por qué hasta que sentí algo afilado presionando mi espalda, ni siquiera supe en qué momento se nos acercaron, pero hay dos a nuestras espaldas, maldita sea nos van a robar...

- La billetera... - Dijo uno de ellos con una voz ronca y áspera.

Me quede congelada durante unos segundos, en eso Anabela hizo que reaccionara.

- Solo dásela amiga, se marcharan después de eso – Dijo ella mientras entregaba su bolso al sujeto que la amenazaba.

Aun temblaba un poco, sentía como alguien me estrangulara con fuerza, mi mano no se quedaba quieta, pero aun así la metí en mi bolsillo e hice un esfuerzo por sacar mi billetera, miro de reojo en todas las direcciones, no hay nadie, ni un alma, el transeúnte más cercano está a unos 200 metros y ni siquiera está mirando en nuestra dirección, maldita sea, maldita sea.

Esta oscuro aquí, el poste de alumbrado público no llega hasta nosotras, y lo más probable es que todos los huéspedes ya estén dormidos a esta hora, si gritara es posible que alguien me escuche, pero no creo que sea buena idea, no con un cuchillo en la espalda.

De hecho, esto es raro, esta zona de la ciudad suele ser tranquila, no he oído de ningún robo últimamente, no desde que atraparon a las Buitres Nocturnos ¿Sera una nueva banda? No lo sé, pero de algo estoy segura, esto no es normal, estamos en la capital, hay policías patrullando en todo momento, no creo que hayan sobornado a los oficiales, y si lo hicieron tuvieron que haber pagado una enorme cantidad de dinero ¿Para robar? No, no cuadra, no cuadra a menos que...

- Eres más bonita en persona...

De la oscuridad, otro tipo se nos acercó, saco marrón, pantalones oscuros, zapatos color café, un bombín con línea roja adornaba su cabeza y una sonrisa soberbia grabada en su rostro.

Todo apunta a que se trata del líder de estos maleantes, y recordando al señor West... Maldita sea...

El líder se acercó a mí, me tomo del mentón y comenzó a examinar mi cara.

El Lamento de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora