Un nuevo encapuchado se encaminó hacia la tarima, a paso nervioso mientras se daba ánimos.
-Vamos, puedes hacerlo, tranquila.
Tomó aire profundamente, en un intento por llenar de oxígeno unos pulmones que sentía encogerse por la falta del mismo. Y así, casi sin darse cuenta, llegó al centro de la tarima. Mientras su interior se convertía en una cruenta zona de guerra entre la mente y el corazón.
Por un lado, su mente le gritaba que huyera poniendo pies en polvorosa, que estaba cometiendo un grave error que únicamente iba a servir para causarle más dolor a ella misma y a toda su familia, Por otra parte, su corazón le reclamaba que no fuera tan cobarde y que valorara el regalo que la vida le estaba ofreciendo: una oportunidad única de cumplir su sueño, no solo por unos pocos minutos, sino de poder devolverle la felicidad a su familia para siempre.
El silencio que se había instaurado ante su próxima presentación en el salón no ayudaba en nada a paliar sus nervios, más bien todo lo contrario, los acrecentaba. Podía sentir todas las miradas fijas en ella.
Cuando tomó el valor suficiente para dirigir sus ojos a una persona en particular, estos se le aguaron y sus piernas amenazaron con no ser capaz de seguir sosteniéndola, por lo que tuvo que morderse la lengua y mantener las manos unidas en la espalda para no decirle cuanto lo quería, para no echar a correr y aferrarse a su cuello de por vida.
En ese momento sintió como unas manos tomaban las suyas y una voz le recordaba que no estaba sola, que ellos estaban allí con ella para apoyarla. Ese simple gesto, recordándole que sus hermanos de corazón estaban a su lado, fue suficiente para devolverle la fuerza necesaria para hacer lo que tenía que hacer.
Así que dándoles un apretón a esas manos en un gracias silencioso, se soltó de ellas para dejar caer la capucha que le cubría el rostro mostrando a una joven de pelo rojo, ojos celestes, una piel blanca y una sonrisa nostálgica.
-Hola a todos- acompañó el saludo también con la mano, despertando una gran ternura en casi todos los presentes.
-Mi nombre es Felicia, aunque todos me llaman Licia. Creo que el color de mi pelo ya ha delato uno de mis apellidos, aunque- dijo viendo que iban a interrumpirla –esperaré al final para decir quienes son mis padres ¿vale?
Los hermanos Weasley protestaron, la curiosidad les podía; el matrimonio, en cambio sonrió encantado, de los tres presentados dos de ellas nietas biológicas y otro por adopción.
-Paciencia, paciencia, luego lo sabréis, por ahora voy a contaros algo de mí. Tengo la misma edad que Vic, nacimos con un par de meses de diferencia, y desde que estuvimos juntas por primera vez somos inseparables- le sonrió a la rubia que le devolvió la sonrisa acompañándola del pulgar hacia arriba- así que aparte de mi prima también es mi mejor amiga. Y con eso ya he dicho que mi tío Bill, por motivos obvios, no es mi padre. Ah y Teddy también es mi mejor amigo.
-¡Te queremos!- exclamó la pareja, al tiempo que Bill soltaba el aire que había estado conteniendo.
-En Hogwarts fui Ravenclaw, todos dicen que la inteligencia de mis padres se combinó en mi cabeza- la mesa al completo de dicha casa aplaudió ante sus palabras, tenían su primer integrante. Aunque nadie lo hizo más fuerte que la familia de pelirrojos.
-Mis notas eran buenas, pero aun así nunca fui Prefecta ni Premio Anual, claro que tampoco es que yo quisiera serlo, no es algo que me interesara.
-Vale, hija de Percy no es- fue el comentario socarrón de Charlie.
-Eso es prejuicio- respondió uno de los encapuchados, por su voz, una chica -Nosotros no somos nuestros padres ni tenemos porque seguir sus pasos.
-Allí tenéis a la defensora de todas las causas- presentó Licia haciendo poniendo voz de presentadora.
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El viaje que busca salvar vidas
Fiksi PenggemarUna noche una noticia provocó que un grupo de jóvenes tomará una decisión, viajar a un momento determinado del pasado con la esperanza de salvar las vidas que se perdieron en una guerra, para evitar que el miembro más joven de su loca familia vivier...