Cuarta semana sin ti
Hola Luisin ¿Qué tal todo?, espero que estés trabajando duro y que pronto te lleguen mis cartas. ¡Estamos en la undécima semana de embarazo! ¿Y a qué no sabes qué? ¡Nuestro bebe ahora es un higo!, esto te gusta más eh y encima ya se me está empezando a notar la tripita.
Hoy hace un mes desde que te dejé y cogiste ese vuelo, 30 días en el que no he escuchado tu voz y ni siquiera nos hemos dado los buenos días. Hace un mes que no te siento y creo que me debes más de cuarenta besos. No creo que haya dormido más de 40 horas en este mes y es que no encuentro un colchón tan cómodo como tu pecho.
Hoy más que nunca necesito nuestro momento de la noche, cuando llegabas a casa y te tumbabas en la cama y me abrazabas, pecho con pecho y besos hombro a hombro, mientras que nos jurábamos y perjurábamos que todo iba a salir bien, aunque ambos sabíamos que no.
Esto no tiene sentido si no es contigo, ser padre era tu mayor ilusión y la mía aunque no te lo hiciera creer, me comportaba como una inmadura cada vez que hablábamos de este tema pero yo solo quería aprovecharte un poquito más.
Te echo tantísimo de menos.
Te quiero y sigue cumpliendo tus sueños.
Tu pequeña.
Luis termina de leer la cuarta carta tras haberse dormido casi dos horas, lo necesitaba. Al igual que necesita hablar con la chica que le había estado mandando miles de carta pese a no ser respondida, aquella que ante todo quería que cumpliese su sueño.
De esta forma se dirige al baño y se da una ducha fría que le ayuda a aclarar pensamientos para después recortarse la barba e ir al armario de su amigo para intentar robarle algo de ropa, raramente encuentra una básica blanca y sin pensarlo dos veces se la pone. Se termina de arreglar y pone rumbo a la casa de la catalana.
Le viene bien tomar el aire pero inevitablemente se le esfuma cuando está en la puerta dispuesto a llamar, suspira cogiendo fuerzas armándose de valor y llama.
Se sorprende cuando una Aitana completamente despreocupada le abre con el pelo recogido en un moño descuidado acompañado de una camiseta de manga corta morada que la llega por las rodillas. Era la suya, sin ninguna duda.
-Ho-la-tartamudea la catalana al ver como el hombre que tiene en frente se quita las gafas de sol para establecer contacto y es que ahora mismo siente vergüenza por las pintas que lleva.
-Buenas-dice Cepeda mientras se mete las manos nervioso sin saber cómo empezar-¿Podemos hablar?-se atreve a pronunciar.
-Claro, pasa-dice haciéndose a un lado para dejarle pasar. Siente vergüenza tras permitirse que la viera así la última vez que estuvieron juntos.
-¿Aitana?-pregunta el gallego mientras sigue a la catalana donde se permite observarla del todo y es que está más guapa de lo normal. Niega con la cabeza e intenta borrarse ese pensamiento de la mente.
-Dime-suspira la chica intentando relajarse pero en realidad está hecha un manojo de nervios.
-No hombre ¿Dónde está la niña?-vuelve a preguntar aunque esta vez riéndose ante la respuesta.La conoce perfectamente, o bueno la conocía, y sabe a ciencia cierta que está como un flan, le tiembla el lunar de la nariz. Bueno él no sabe ni donde meterse y no sabe si ha sido la mejor idea eso de venir hasta aquí porque no sabe cómo empezar a hablar.
-Está echándose la siesta arriba-dice vergonzosa- ¡Ay jo! Es que me has pillado de improvisto-admite.
Esa vocecilla y ese gesto no pasan por desapercibidos en la cabeza de Luis y es que cree que un disparo al corazón hubiera dolido menos y lo peor de todo es que cree que ha vuelto a poner la misma cara de tonto que le aparecía antes.
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Ciencia Cierta o Incierta
RomanceCaminos separados, ejes rotos, coordenadas partidas y promesas sin cumplir.