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Ambos chicos huían a todo lo que sus pies  lo permitían. Aquellos hombres no tardarían en alcanzarlos, eso era seguro. Lo que dudaban era qué sucedería cuando les pillaran.

Ruki se maldecía internamente por haber sido tan pendejo en acompañar a ese par. Uruha maldecía a Aoi por haber sido tan imbécil en quedarse ahí tanto tiempo, en haber gritado y en quedarse helado cuando les notaron. Y Aoi… bueno, él sólo maldecía el momento.

Se escabulleron por un callejón para que les perdieran de vista, sin embargo esto no funcionó puesto que cinco cabezas piensan mejor que tres.

Dos de ellos corrieron rápidamente siguiendo la calle para doblar la esquina mientras que los otros tres les siguieron por el callejón.

Cuando el trío creyó que se habían librado de ellos Kaede y Nanahoshi les bloquearon el paso dejándoles sin salida.

La sangre les fluyó más rápido, la adrenalina comenzaba a gritarles desde adentro. No había salida, ya no. Amenos que pudieran volar.

—Es suficiente, déjate de juegos ya. —Mamo caminó hasta ellos enfrentándoles, Uruha seguía aferrado a la espalda de Yuu temiendo de que ese día recibiera otra golpiza más. Bueno, el día ya había terminado hace tres horas—. Bájalo. —le ordenó al moreno más este no hizo caso y tampoco dijo nada—. ¿No escuchaste?

—No puedo. —murmuró sujetando con sus manos los brazos de Shima que se cruzaban en su cuello.

— ¿Disculpa? —tomó aún más cercanía mientras que el cuarteto le imitaba acorralándolos en un pequeño espacio—. No te he preguntado si puedes o no. Te dije que le bajaras.

Aoi accedió después de que Kouyou le susurra que lo hiciera. El más alto intentó mantenerse en pie sin conseguirlo por lo cual tuvo que apoyarse en su hombro para evitar caer.

Los cinco recién conocidos para Ruki y Aoi le miraron extrañado, se veía notoriamente herido, hasta uno de ellos se rió por lo bajo, de su estado.

— ¿Qué quieren? —intentó verse igual de intimidante que siempre, sin embargo no le fue posible por el estado en el cual estaba.

— ¿Cómo que “qué queremos”? El dinero, Kouyou. Y lo queremos ahora mismo. —Z sí logró tensarle pero no lo demostró. El dinero, ya lo sabía pero no es como si pretendiera dárselos.

—No lo tengo. —el de cabellos rojos apretó la mandíbula—. Es enserio, no lo tengo. Lo he gastado.

— ¡Pues no nos interesa qué hiciste con él! ¡Te estamos exigiendo el puto dinero ahora mismo! —gritó enfurecido por el maldito semblante del rubio, no tenía ni la mínima vergüenza de decir que se había gastado todo su dinero. Así como tampoco ellos la tenían al hacer lo que hacían.

—Basta Z, ¿Enserio crees que no lo pagará? Takashima es un perro que no da nada, no lo haría aunque estuviera apunto de morir. —esta vez Kaede fue el que habló mientras se pasaba de un lado a otro para acercarse al antes mencionado.

The end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora