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《 4 1 9》

—Entonces, ¿Eres de Beacon Hills?-. El castaño comenzó el interrogatorio, a pesar de que lógicamente debería hacerlo su mejor amigo.

Pero Scott no estaba activo. Estaba en una especie de coma diabético por la dulzura de Liam mientras el castaño hacía muecas extrañas al ver que de vez en cuando el latino temblaba y se erizaba con tan solo verlo.

—Lamento si suena intrusivo, pero necesito preguntar, ¿Cuál es tu casta, Liam?-. El rubio sonrió tierno, y pudo ver por el rabillo del ojo otro pequeño temblor proveniente de su amigo. Alfas, rodó los ojos.

—Soy Beta-. Sonrió un poco apenado. Un beta muy lindo, pensó el castaño sospechando. —Aunque, en los celos de los alfas debo alejarme un poco, no quiero salir perjudicado–. El castaño sonrió leve y asintió, entendiendo su caso. Liam era fácil de leer a pesar de ser muy seguro de sí mismo.

Justo en el momento en que Stiles iba nuevamente a preguntar, sonó el timbre de la cena según los horarios que fueron asignados a principios del año. El menor bufó y el beta sonrió tímido al chocar miradas con el latino.

El muy bobo sonrió y el rubio no dudó en responderle la sonrisa que llevaba de oreja a oreja. ¿Por qué se siente tenso el ambiente?, pensó Stiles mientras rodaba por enésima vez los ojos y llamaba a Scott como un perrito grande, aprovechando el momento-con silbido y todo-.

El latino iba a salir de la habitación, no sin antes haber chocado con la puerta, golpeándose la nariz de paso y con un Liam riéndose suavemente.
Llevándose su pálida mano a la cara masajenadola de cansancio, el castaño pregunta. —¿Quieres venir con nosotros Liam?–. Y pudo ver los ojos del latino brillar de emoción.

El castaño recordó la última vez que se sintió así de desplazado, cuando Scott conoció a su primera novia en la secundaria pública, y como extra tenían planes para venir a estudiar, sin él.

—No, no se preocupen. Un amigo vendrá a recogerme para ir a cenar–. Se notó como Scott se tensó a su mención e intentó,-abrió la boca por primera vez-, convencer al rubio de acompañarlos.

—¿Liam?–. Una tercera voz se hizo presente, haciendo callar a Scott quién frunció el ceño. Stiles miraba la escena más que aburrido e impaciente. ¿Tenía que recordarle a Scott que no llegaron a almorzar nada esa tarde por los problemas que tuvo?

—¡Theo!–. Mientras el beta iba a abrazar al alfa, el latino tensó su mandíbula y Stiles tuvo que pisarle el pie con fuerza para evitar una catástrofe. Scott intentó protestar abriendo su boca en una perfecta O, pero su amigo más bajo lo mató con la mirada, cerrando la boca apenado. ¿Desde cuándo es tan territorial?, pensó el castaño mientras jalaba su brazo discretamente. —Amigos les presento a Theo Raeken, mi mejor amigo-. Hasta ese momento, el castaño no había levantado la vista, incluso había ignorado al presente intentando calmar a Scott.

Al levantar la mirada, ojos verdes menos intensos se le presentaron, y sintió un cosquilleo en el estómago. Desvío la vista incómodo. Le recordaba a cierto azabache de intensos ojos verdes, pero con una actitud fría y misteriosa que captaba su atención al instante.

—Será mejor irnos ya Scott–. Habló rápido, intentando hacerse paso a la puerta. —Fue un placer Liam, igualmente Theo–. Se despidió saliendo de aquella habitación tan rápido como le fue posible. Pero al pasar por el costado de Theo, el castaño tembló un poco, mostrándose débil momentáneamente.
El segundo alfa de la habitación sonrió de medio lado.

¿Cuál es su nombre?-.

Caminaba solo por los pasillos con una mirada pensativa y desorientada. No sabía exactamente dónde quedaba el comedor, simplemente seguía sus instintos y el intenso olor a comida que provenía de un lugar el cuál no podía ver. Es como jugar a las escondidas... Pero a ciegas, bufó cansado.

Había bajado tres pisos de la enorme torre de cuartos, y no recordaba siquiera por dónde había entrado. Pero no era su culpa, el lugar era enorme y no tenía ni idea de por dónde comenzar, sólo seguía su instinto de supervivencia, y ese instinto era que debía comer algo.

—Maldita sea, estoy perdido–. Suspiró una vez más y se detuvo a buscar indicaciones, o al menos un alma que se encontrara cerca.

Nada. Si quiera un alma pasaba por allí a esa hora. Y lo tenía sospechando. ¿Cómo era posible que dentro de un gran internado universitario, no hubiesen personas?. Pero, ahora que lo recordaba, el olor a comida había desaparecido desde hacía un tiempo y ahora de encontraba en, -lo que él creía-, la parte trasera del lugar, frente al enorme bosque que se alzaba a la vista.

Por lo que había leído en una de sus trasnochadas, el internado contaba con un bosque sin límite alguno. Muchos rumores apuntaban a las leyendas de los hombres lobo, y que estos necesitaban enormes espacios para correr y alimentarse. Stiles sonrió en medio de la nada por las "ocurrencias" de las personas, quienes eran ignorantes del verdadero hecho que los rodeaba.

¿Qué podría salir mal?, pensó sin mirar atrás en dirección al bosque. Tenía todas las ansías de estirarse, correr un rato y alimentarse de lo que estuviese ahí afuera. Y claro, probar que las leyendas acerca de los hombres lobo, eran ciertas.

Instintos |O M E G A V E R S E| -P A U S A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora