Las orbes purpuras de un hombre miraban hacia la nada misma a través de la oscuridad de su frío departamento. Desde hace muchos años atrás sentía un fuerte resentimiento hacia la vida misma, hacia la desgracia que él mismo había dejado en el pasar de los años. Sus pensamientos parecían alguna clase de tormenta dentro de su inestable mente, deseaba detenerlos pero no podía aunque lo intentase con todas sus fuerzas. Muchas preguntas sin respuesta circulaban dentro de él, cosa que lo desesperaba. Se terminó convenciendo a sí mismo de que ese ciclo jamás acabaría.
Por esta razón, creía que su destino dependía de la tragedia de los demás.
Hace dos años atrás lo habían despedido por un caso de corrupción en el que estaba metido, gracias a ese hecho, su compañero, al que conocía desde la academia, había muerto en servicio por su culpa. Deseaba poder olvidar ese suceso, puesto que el cargo de conciencia lo estaba carcomiendo al igual que una profunda tristeza. La única manera en que había logrado dejar de pensar en sus errores era bebiendo vino hasta caer inconsciente.
Su mundo se había derrumbado por una mala decisión que había tomado en el pasado. Sabía a la perfección que todo lo ocurrido era su culpa, pues nadie lo había obligado a aceptar soborno a cambio de hacer la vista gorda en un robo.
¿Quién hubiese sabido que ese ladrón acabaría matando a su compañero?
Maldijo la tentación en la que cayó en ese instante, si no fuese por eso quizás hubiese continuado siendo policía y su amigo estaría con vida junto a su familia. Jamás perdonaría esa equivocación que había cometido por un impulso que desencadenaría una desgracia a la vida de muchas personas.
Su conciencia estaba recordándole a cada segundo lo desgraciado que fue al haber provocado que una familia perdiera a un cariñoso padre y a un buen esposo. Todo por cien míseros dólares que había gastado en su mayor debilidad: el vino.
Al dejar la botella casi vacía sobre el suelo observó fijamente su celular que vibraba sobre la mesa de centro: alguien lo estaba llamando. Leone suspiró, no quería hablar con nadie en ese momento quería continuar torturándose con sus trágicos pensamientos sobre su patética vida. No obstante, tenía un extraño presentimiento con esa llamada.
Al fijarse bien vio el nombre del contacto. Dio un resoplido, era la única persona que lo había apoyado en todos sus problemas y quien había intentado consolarlo un par de veces aunque él no se lo permitiera por mero orgullo.
"Guido Mista"
Probablemente llamaba para comprobar si él continuaba con vida. No tenía demasiadas ganas de hablar con él y charlar sobre cosas casuales para olvidar la desgracia que lo rodeaba. Leone no era esa clase de persona que le gustaran las conversaciones casuales sobre la vida, prefería torturarse viendo alguna comedia barata antes de hacer eso.
Finalmente, terminó contestando esa llamada.
—¡Hola, Abbacchio! —exclamó una voz al otro lado de la línea, Leone suspiró —. Te tengo una propuesta algo interesante.
—Dime —respondió a secas.
—Veras, hablé con un viejo amigo mío y te conseguí empleo en un restaurante. ¿A qué no soy el mejor amigo que puedas tener?
Con sus delgadas manos apretó con fuerza el celular. Una de las cosas que más detestaba Abbacchio era que se metieran en su vida, le desagradaba que las personas lo ayudaran cuando él no quería recibir ninguna clase de ayuda, no lo soportaba. Pero, por alguna extraña razón, se lo permitía a regañadientes a su único amigo.
—Ajá —masculló con algo de rabia.
—Tienes que ir mañana a primera hora, él es un tipo muy exigente. Te enviaré la dirección por mensaje, ciao ciao —cortó.
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Because I want you 〖BruAbba〗
FanfictionVento Aureo AU. » La portada fue hecha por @Jeanorjan » La ilustración le pertenece a @Gabisart (tumblr) » Crédito a Hirohiko Araki por estos magníficos personajes.