Capítulo 5 -Cambios imprevistos. Segunda Parte

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Observo la rosa que aun esta en mis manos ¿No es extraño que me regale una rosa? ¿Por qué me regala una rosa? Y lo más importante ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Qué hacen las chicas cuando les regalan una rosa? ¿Qué significa esto?

Me hago a un lado de la puerta para que James pase, y lo sigo hasta la sala. No sé qué decir, ni siquiera puedo verlo directamente a los ojos ¿Es enserio cerebro? ¿Te bloqueas por cada cosa que el tipo hace? No soportando más el tan extendido silencio, decido ganar una distancia para poder pensar -¿Quieres algo de tomar?- hablo en voz tan baja que tengo la duda de si logro escucharme

-Sí, gracias-

-Vuelvo en seguida- Atravieso la sala rápidamente, cuando estoy en la cocina dejo la rosa en el mesón, abro la nevera y saco dos Coca-Colas en lata. ¿Debería llevar la rosa a la sala en un pequeño jarrón de agua? ¿La dejo aquí y la atiendo después? ¿Sera eso maleducado?

Justo cuando estoy decidida a dejarla ahí, noto a James observarme desde la puerta. -¿Pasa algo?- siento sus ojos sobre mí, analizo las posibilidades para evadir su pregunta, pensándolo bien, la única manera de saber lo que la rosa significa es preguntándoselo directamente a él.

-¿Por qué la rosa?- me enfoco en la rosa por un momento esperando su respuesta, esta se hace esperar… demasiado. Dándome el tiempo para analizar lo irónico del asunto, con el todo es así. Un momento es un idiota, otro es un chico educado, servicial y detallista ¿Sufrirá de bipolaridad? Casi sonrió ante la locura de este pensamiento, luego pienso que debe ser difícil tener una relación con alguien que sufre de esa enfermedad. Y es en este punto es en el que ¡Oh, Bendito cerebro! Me ilumino ¿Por qué me trae una rosa si tiene novia? ¿Los amigos dan ese tipo de detalles a las amigas? ¿Somos amigos?

-¿Por qué no?- dice solemnemente. ¿Por qué no podría traerme una rosa? ¡Dios! ¡Estoy hecha una pelota!

-¿No sería mejor llevársela a tu novia?- Ya entrados en gastos, vamos por todas las respuestas. Alguna tendrá que ser un poco más precisa.

-¿No te gusto?- noto como mis preguntas lo llenan lentamente de inseguridad, pero no pienso detenme. Como dice mi mama “Las cosas claras y el chocolate espeso” o algo por el estilo.

-No dije eso, solo quiero saber el motivo.- Sus ojos se mueven por la habitación, están prácticamente evadiendo mi mirada –Y no me respondas con otra pregunta- le aclaro.

-En realidad…- Su voz se apaga de repente, la indecisión de como terminar esa frase se hace evidente en su rostro. Gira su cabeza, evadiendo mi escrutinio. Cuando se voltea para encararme, centra sus ojos en los mismos y soy testigo de una nueva resolución en ellos. –Era para ella- Siento mi estómago contraerse, y una ira tan potente que hace que las coca-colas en mis manos crujan por la presión de mis dedos.

-¿Para qué la trajiste aquí?- Soy una masoquista, bastante herido esta mi orgullo con su respuesta y voy por más. Sin embargo mi cara de póker no permite que lea lo mal que su respuesta me callo, es por eso que agradezco haber aprendido a esconder mis sentimientos, evita que quienes los pisotean se regodeen de su triunfo. Lo único que puede ver James es mi indiferencia hacia el tema –Puedes tomarla nuevamente y llevársela a ella, de todas formas se quedaría ahí- señalo al mesón- por unos días he iría a la basura. No es gran cosa.- Doy unos pasos en su dirección, le entrego amablemente su bebida, sonrió y hago mi camino a la sala. No permitiré tenerme como plato de segunda mesa.

-Tal vez lo hago- escucho que dice, casi como retándome a retractarme, como si fuera una amenaza. Cuando él se sienta a mi lado en el sofá, abro mi gaseosa, bebo un poco –Deberías hacerlo- hablo tan indiferentemente como puedo.

Imprevisto - Lia MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora