Las risas a carcajadas, los vasos de cerveza fría, los potes rebalsantes de maní y la música de fondo que daba la bienvenida al comienzo del fin de semana.
El Blur Bar tiene ese olor especial que me hace volver siempre. Huele a charlas con amigos, huele a viernes post aguinaldo y por sobre todo huele a ella. Ella y el meneo de su pelo largo.
Me acerco lentamente a la mesa de la esquina y mis amigos aplauden al notar mi presencia.
Es un placer volver a verlos después de algunas semanas.Franky señala la silla de madera junto a él, el lugar reservado para mí, el que me esta esperando hace tiempo.
Ocupo el lugar y mi vaso de cerveza se llena.
-Felicidades wacho. No lo puedo creer todavía- expresa Franky y los demás lo imitan.
Todo es alegría y felicitación mientras mi corazón se llena y muestro orgulloso el fondo pantalla de mi celular.
La fotografía de su rostro sonriente y su pequeño cuerpo descansando entre mis brazos se convirtió en el motor que hace que me levante cada mañana y el único motivo para no bajar los brazos.
Morena y sus apenas dos semanas de vida cambiaron mis días por completo.Las risas iban aumentando en la noche a medida que los vasos se vaciaban y la música subía su volumen.
Los pibes comenzaron a inquietarse y era el momento de dar paso a la frutillita del postre, como solian decir.Era principio de mes, por lo que las billeteras un poco abultadas habían dado todo de sí para que esta noche sea a fondo.
Franky se asomó a la barra y pidió una jarra de vino para compartir, como sólo en el Blur Bar servían y por algo se había convertido en nuestro lugar preferido.
La penumbra del rincón ocultaba las miserias recien sacadas del blister, ahogandose en el vino tinto.
Los pibes daban tragos largos, hundian sus narices en medio de la jarra, reían cada vez más fuerte.
A veces era lo único que lograba hacernos sentir bien, era la única manera de experimentar sensaciones distintas y con eso nos conformabamos.Cuando llegó mi turno, supe que todas esas sensaciones, todo ese ahogo en pastillas y alcohol que me daba tanto placer ya no sería igual.
Yo ya conocía lo que era sentirse bien, conocía las sensaciones más lindas de la vida y no se parecían en nada a estar drogado.Ninguna droga podía compararse con la emoción que sentí el día que nació Morena.
Supe que las cosas habían cambiado para mí y para siempre.
Llegó mi turno pero yo lo cedi.El tiempo corrió y el efecto comenzó a surgir entre las caras que comenzaban a transformarse.
Eran mis amigos, siempre lo serían pero ahora estabamos en otra sintonía.Saludé y salí del bar dejando el desconcierto en la mesa.
Caminé por las veredas con el reflejo de la luna siguiendome.
Me gusta caminar solo por las noches, sirve para pensar, para reunirme conmigo mismo en las ideas y los recuerdos.Caminé bastante hasta llegar por fin a la estación de tren. Esa que tiene infinitas historias para contar, la testigo de grandes momentos en mi vida; algunos oscuros y otros pintados de colores.
Eran pocas las almas nocturnas que aguardaban el último tren del viernes, entre caras renovadas por la llegada del fin de semana y otras exahuastas después de una larga jornada; y ahí fue cuando la vi.
Vi su mirada destacando entre las demás, tratando de pasar desapercibida entre la gente pero era imposible que se convierta en un ser invisible para mí.
La luz que irradiaba, esa que lograba que todos se dieran vuelta a contemplarla seguía brillando igual que la primera vez que la vi, en la misma estación.Esa primera vez que cambió mi vida para siempre, que me permitió conocer las mejor sensaciones de mi vida y las peores también.
La vi sentada en un banco de la estación, escribiendo en su celular y acomodando su cabello negro tras su oreja. Luego de meses de ausencia, de meses sin ver su rostro, sin apreciar los hoyuelos de los que alguna vez me enamoré.
La vi tan distinta, con sus costados rapados, su flequillo corto y los labios rojos. Sentí una puntada de nostalgia al pensar en que fue de su vida este tiempo.
La vi más linda que nunca, la vi tan especial entre el gris cemento de la estación vieja, la vi tan irreal que hasta creí que era una sueño.
La vi pero ella no me vio a mí.
Y pensé: ¿Será que sólo yo soy el que te veo?
Porque yo no soy como vos. Yo soy la oscuridad y vos la luz.
La oscuridad puede ver a la luz.
¿Será que vos, la brillante luz, podes ver la mediocridad oscura?No tenía respuestas para esas preguntas pero tenía un corazón.
Un corazón que quería salir corriendo a comprar velas para que nos veas, para que sepas que acá estamos, que no te olvidamos.
Quizás era un pecado interrumpir su paz pero no podía no intentar que me vea.
Me acerqué lento, dudando a cada instante, con el miedo al rechazo latiendome en la frente.
Ella seguía concentrada en su celular y nisiquiera volteó a verme cuando me senté en su mismo banco.No sé bien por qué pero una melodía comenzó a sonar en mi cabeza, una vieja canción de mi infancia en la casa de la abuela y cuando me di cuenta ya la estaba cantando.
-Yo te vi en un tren
Preocupada de más
Quise ayudarte
Y ya no estabas más
Me colgué del vagón
Que empezaba a correr
Entusiasmado
Como la primera vez
Y al fin te encontré
Y al fin te encontré...Ella me miraba y sus ojos incrédulos bailaban entre los mios y mi boca, como si estuviera leyendo de mi labios cada palabra.
Me callé y el silencio se volvió casi insoportable, mi corazón amenzaba con largarse a llorar si ella continuaba muda mirándonos.
- Y no pude nisiquiera decir hola...- cantó con la dulzura tan característica de su voz.
La alegría iluminó un rincón guardado en mí. Una luz que se había apagado cuando ella se marchó volvió a encenderse.
Julieta sonrió y sentí que era una porción del paraíso en vida.-Tanto tiempo sin verte- expresé sin dejar de mirar su sonrisa.
-La verdad que si, demasiado tiempo- respondió.
Nos encontrabamos bajo un extraño hechizo que nos impedia dejar de mirarnos.
El último tren llegó a la estación pero no subimos.
Ella me contó de sus buenas notas en la universidad, de las grandes victorias de su hermano contra la maldita enfermedad, de sus interminables peleas con Horacio y de cuanta falta le hacen mis abrazos.
Yo le conté de Morena, de mi nuevo trabajo, de mis 5 meses sin la cocaína, de las discusiones con mi madre y de lo culpable que me siento por haberla dejado irse.Abrimos al máximo nuestro corazón, lloramos y reimos hasta que amaneció; y cuando ya no quedaban palabras por decir ni miradas por contar la suavidad de sus labios fue protagonista absoluto y desee que así sea para siempre.
El tren que tantos recorridos hizo, que varias veces descarrilo.
Hoy por fin llegó a destino.Fin.
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Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)
FanfictionDedicado a todos esos amores de transporte público con los que sólo intercambias miradas hasta que se bajan. - "Yo te vi en un tren Preocupada de más Quise ayudarte Y ya no estabas más"