Advertencias: Sangre e insinuaciones al canibalismo.
Este es el fluff más raro que he escrito...
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Varios se disgustaban con el hábito de Rawberry de comer todo, pero no lo podía evitar, tenía curiosidad de como sabían las cosas. Un gusano, un pájaro, un murciélago, un gato, un perro, una mariposa. Las hojas de un árbol, las flores, la corteza, las raíces. Quería conocer las texturas, saborear las cosas y ubicar los sabores; conocerlos.
Cosas vivas o inanimadas, cosas comestibles o no. Cosas que varios encontrarían grotesco no asustaban a Rawberry en lo más mínimo. No es como si le disgustaran los sabores normales, no, claro que no; le gustaba la manzana, la miel, los dulces, las frutas, las pastas, le gustaban muchas cosas. Rawberry no probaba cosas porque se aburría de los sabores normales.
—Dios, no comas eso—.
Dijeron y la tomaron de la muñeca, jalándola y sacando el lápiz que tenía en la boca; la madera rota hasta la mitad del lápiz, el pequeño borrador devorado hace minutos. Macaroni frunció el cejo y Rawberry le sonrió con inocencia.
—No tengo problema con que te comas los lápices, pero no te comas los míos—. La soltó. —Con este es el sexto hoy—.
Rawberry no le respondió y se volvió a meter el lápiz a la boca, para acabar de comerlo. Macaroni le miró unos segundos, hasta que se rindió y suspiró, negó con la cabeza y tomó el libro ignorado frente a Rawberry. Se suponía que estaban haciendo la tarea, a unas cuantas mesas de ellos estaban Yosafire y Froze, separadas de ellos porque una vez juntas Rawberry y Yosafire nadie las detenía.
Macaroni sabía, que aun separadas, las dos demonio eran incorregibles y el hacer que se concentraran era una tarea tan imposible como la que Grief les dejaba. Abrió el libro y comenzó a pasar las páginas, esperando encontrar lo poco que había encontrado y marcado Rawberry antes de que se distrajera con el aperitivo que representaba el lápiz del ángel.
Rawberry observó al ángel quien seguía de pie a su lado y leyendo en silencio. Alcanzaba a escuchar los pasos de todos los clientes y las airadas quejas de Yosafire. El sol entrando por las ventanas e iluminando todo el lugar, los rayos haciendo que el cabello de Macaroni brillase; encontró parecido con el chocolate derretido y se preguntó si sabía igual.
La madera no era lo más sabroso, el grafito era arenoso y el borrador a veces parecía una goma de mascar. El ángel estiró la mano y Rawberry sabía que esperaba que le pasara un lápiz para marcar algo, pero en su lugar lo mordió, sus dientes atrapando los dedos de Macaroni y haciéndolo saltar y soltar un quejido de sorpresa.
El ángel la miró molesto y un fuerte rubor se posó en sus mejillas, Rawberry sonrió con inocencia de nuevo. La sangre brotando; el sabor era conocido, al igual que el de la piel. Ese día el ángel no usaba guantes, lo cual ayudó a que los dientes de Rawberry destrozaran su piel con mucha más facilidad que otros días.
—¡No hagas eso! —. Se quejó, pero pronto se relajó. —Tenemos cosas que hacer, Rawberry...—.
El nombre salió en forma de súplica y la demonio lo soltó, sus dientes habían perforado la piel con facilidad y la sangre brotó tan pronto la presión se perdió. Macaroni metió sus dedos a su boca, el rubor expandiéndose por sus mejillas hasta las orejas, pero succionó la sangre igual; no quería dejar rastros de sangre en la biblioteca pública, o ningún lado público para el caso.
Rawberry saboreó la sangre que quedó en sus dientes y labios, el metálico sabor era conocido y agradable. Macaroni dejó el libro en la mesa y sacó un vendaje de uno de sus bolsillos, con practicados movimientos se vendó y la blanca tela comenzó a teñirse de rojo; Rawberry sintió su boca llenarse de saliva ante la imagen. Quería probar de nuevo y estaba lista para levantarse, pero Macaroni la detuvo con un gesto.
—En serio, debemos terminar esta tarea—. La miró a los ojos y Rawberry se sentó de nuevo.
Macaroni no quería acabar en detención con Yosafire, no de nuevo; no le quedaron ganas de la última vez que paso porque se dejó embaucar por su amiga y Grief los castigó. Rawberry infló las mejillas, pero decidió callarse y hacerle caso al ángel.
El resto de la hora Rawberry fue incapaz de concentrarse, los vendajes en la mano de Macaroni se ensangrentaban cada vez más, el olor de la sangre era algo que la estaba mareando. Hacía lo que el ángel le pedía, pero de manera mecánica. Sentía la saliva correr por su boca y la tragaba con esfuerzos.
Dejó sus manos sobre sus rodillas y comenzó a mover los pies bajo la mesa; el golpeteo de sus zapatos contra el suelo rompiendo el silencio entre ellos, interrumpiendo el escribir de Macaroni y no se dio cuenta de que el ángel había parado de escribir hasta que sintió la mano del mismo en su mentón, limpiando la saliva que salió.
Los ojos rojos de Macaroni le miraban con desaprobación y Rawberry abrió la boca, pasando la lengua por el vendaje y el ángel frunció las cejas, pero el rubor apareció de nueva cuenta. Se alejó de ella y cerró el libro que leía, los ojos de Rawberry se iluminaron al instante y se levantó, arrojando la silla y Macaroni atrapándola y evitando que cayera al suelo e hiciera un escándalo.
Mientras Macaroni acomodaba las sillas y los libros, Rawberry guardó sus cosas en sus bolsos y esperaba impaciente al ángel. Se despidieron de Yosafire y Froze con un gesto, la demonio de verdes cabellos mirándolos con tristeza, gesto que ambos ignoraron y salieron de la biblioteca. El soleado día era agradable, todos los ángeles y demonios disfrutando el día al máximo.
Rawberry estaba impaciente, salivaba más que en la biblioteca y estaba impaciente, cuando llegaron a la playa y encontraron un lugar donde esconderse, arrojó los bolsos al suelo sin importarle que se llenaran de arena o salieran sus pertenencias. Macaroni no le dijo nada, pero suspiró y comenzó a quitarse el vendaje.
Pero la demonio no tenía la paciencia de esperar o siquiera de continuar con los dedos magullados. En su lugar se arrojó sobre el ángel y lo tiró al suelo, Macaroni aliviado de que fuera arena y no concreto o madera. Con impaciencia Rawberry tomó el rostro del ángel entre sus manos y lo besó.
Macaroni se tensó, cerró los puños en la arena y sintió como entraba en sus heridas. Sintió la lengua de Rawberry en sus labios y suspiró, abrió la boca y relajó su cuerpo, cerrando sus ojos; el ardor de la arena contra su herida punzando, pero siendo poco contra lo acelerado que estaba su corazón.
De todas las cosas que Rawberry había probado, Macaroni tenía un sabor en específico, a veces mezclado; sabía a macarrones, a miel, a crema batida. A todo lo dulce, pero también tenía el metálico sabor de la sangre, el salado sabor del sudor. Un sabor en específico que Rawberry había intentado encontrar en otro lado, de otra manera, pero había sido incapaz de hallarlo.
Mordió el labio inferior del ángel, haciéndolo temblar y jadear. Rawberry saboreó la sangre y saliva, sus lenguas moviéndose y mezclando todo. La demonio tragándolo y moviendo los labios, haciendo que la herida siguiese sangrando dentro del beso.
Rawberry notaba el sabor de duraznos en el beso, el dulzón sabor mezclándose con la sangre. Enredó sus dedos en el cabello del ángel, las suaves hebras contra su piel y el calor de Macaroni contra el suyo. La demonio bebió con gula la sangre y tomó entre sus dientes la lengua del ángel, cerró los dientes y cortó la pequeña punta.
Macaroni saltó y la tomó de los hombros, alejándola al instante. Un par de lágrimas salían de sus ojos y de su boca caía sangre, la punta de su lengua cortada con perfección. Soltó un quejido lastimero y se cubrió con sus manos, cerrando los ojos e intentando apaciguar el dolor.
La demonio sonrió, masticando el pequeño pedazo que logró cortar; el musculo suave y firme contra sus dientes, la sangre de Macaroni y el tenue sabor de duraznos. De todo lo que Rawberry había probado, y todo lo que fuese a probar, estaba segura que nada sabría tan bien como Macaroni.
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Quizá me maten, pero me gusta más Rawberry con Macaroni que con Macarona; es estúpido, lo sé, pero me gustan más xD Chico tímido x Chica gótica 4thewin.
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Sabores
FanfictionRawberry come de todo y tiene preferidos y menos preferidos; pero tiene un sólo favorito.