Capítulo 1: Soberbia y esperanza

20 1 0
                                    


Es espectacular cómo siempre soy el respetado en este lugar, cómo todos obedecen cada decisión que tengo. Me encanta estar aquí y no lo puedo negar pero, ¿Por qué hacerlo? Me parece perfecto y es eso mismo lo que soy yo. Con lo que soy yo me he ganado no tan solo el respeto de toda una nación, sino también un palacio en donde puedo hacer lo que yo quiera sin necesidad de preocuparme por nada. Un palacio enorme en donde tengo de todo y no me falta absolutamente nada, mi vida es perfecta. Este lugar tiene todo lo que alguien como yo necesita: restaurante, sala de descanso privada, cine, piscina, bar, sirvientes, cocineros, mayordomo y demás personas que me atienden las 24 horas del día porque saben que lo merezco. Me obedecen porque así lo quieren, no hay nada más qué decir, aunque en ocasiones hay que poner incentivos, y eso me cansa a veces, pero usualmente es divertido. Ellos se quedan trabajando mientras yo me relajo y punto final, y así es la vida aquí. Este lugar es enorme y puedo pasear por los pasillos sin tener previsto ir a ningún lugar en particular, puesto que caminar me ayuda para ver lo magnífico que es mi hogar, pues a veces necesito recordármelo para establecer quién es el dueño aquí y quién es que tiene el mando todo el tiempo, además de que me encanta recordarlo.

Estoy caminando por un pasillo que tiene todo blanco y perfectamente limpio mientras tengo a mi lado a la doña del lugar que está aquí por mero adorno, Lisa. A veces pienso que esa mujer no tiene respeto por mi autoridad, pero igualmente la quiero, quiero decir, es lo que tengo aquí disponible como compañía cuando no me provoca solicitar por teléfono a las profesionales del oficio del acompañamiento, pero aunque defectuoso, se aprecia los intentos que hace por caerme bien, pero algunos momentos he llegado a pensar que ni siquiera lo intenta, pero como eso nunca me preocupa, pues entonces creo que siempre lo salto por alto, no es importante y no tiene importancia.

¿?: Y... Dime, Lisa, ¿Cómo quieres el desayuno del día de hoy? Hay tanto de dónde escoger.

Lisa: Solamente unos huevos y tocino, Nicolás, no tengo tanta hambre. - Responde fríamente, ese tono nunca me ha gustado.

Nicolás: Bueno, está bien, pero tampoco me hables de esa forma. Aquí nos respetamos porque tenemos que hacerlo y lo sabes bien. Solo quería preguntarte con qué quieres deleitarte pero veo que piensas por lo debajo. Yo quiero una omelet, pan, mantequilla, jamón, queso, de todo lo que pueda haber, ya que yo sí tengo bastante hambre.

Lisa: ...

Ella siguió concentrada en el camino. Esta mujer a veces me saca de quicio, pero no me cae tan mal, la mayoría de esas veces, solamente que hoy pudo haberse despertado de lado izquierdo de la cama, es todo. Solamente le tengo que dar un tiempo para que se calme esta vieja bruja nuevamente y piense las cosas con claridad. No la entiendo, tiene muchos lujos pero no piensa con eso en mente, sino que en ocasiones pide algo sencillo. Hay cosas de ella que nunca entenderé, pero ni siquiera quiero hacerlo porque no me importa. Solo hago lo que yo quiero hacer y punto final, y esa es mi vida. A mí me gusta y mía es la palabra final, ciertamente.

Ella y yo caminábamos por un pasillo largo, el cual es el pasillo que yo mismo había mandado a construir hace tiempo con algunos 10 millones de dólares. No es mi culpa que las incrustaciones de oro del techo y algunos diamantes en la parte inferior que decoren mis paseos fueran tan costosos, pero como yo lo puedo y lo merezco, lo tengo. Caminamos tranquilamente mientras veía unos cuantos cuadros en el pasillo de igual manera, pero en todos se muestra la misma belleza; a mí. ¿Por qué habrían de mostrar otra cosa? Mi palacio, mi techo, mi castillo, mis reglas, mío es todo lo que aquí se encuentra. Incluso si pisas los terrenos de este lugar, tú ya eres de mi propiedad, así de sencillo. Todo esto es mío y de nadie más, si no contamos a esta Lisa, pero para lo que le va importando, mejor tal vez sea sacarla a patadas de este lugar, a veces lo único que hace es estorbarme. Esta a veces no hace más que eso y me molesta algunas veces, pero no puedo mandar a sacar a la que se supone es mi esposa. Bueno, es lo que quiero que todos crean, pero solamente está aquí para complacencia mutua, supongo, porque de otra forma, no tengo idea del por qué está aquí, exactamente.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 03, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El Presidente y el OrdinarioWhere stories live. Discover now