Capitulo. 19

11 0 0
                                    

El viento fresco despeinó mi cabello mientras caminaba entre los diversos senderos improvisados que se esparcían en toda la colina, la naturaleza parecía darme la bienvenida a un lugar tan pacifico para algunos y tan terrorífico y doloroso para otros. Algunas personas paseaban por el lugar o le hablaban a la brisa y regalaban flores a los difuntos. Resultaba incomodo y triste el pensar como los campos de New Hope dieron la bienvenida a la primavera con tan fatídica tragedia. La tumba del hombre que admiré durante toda mi vida se encontraba al final del camino e incluso desde allí podía darme cuenta de la gran cantidad de flores que ya la adornaban.

— Hola abuelo...

La fría lapida de granito me revolvía el estomago, no quería hablarle a una tumba, quería hablarle a mi abuelo. El peso de no haber estado a su lado los últimos años era espantoso, y cansado de tanta culpa me dejé caer en el suelo frente a su tumba. El ramo de Syringa me pareció entonces tan banal en comparación a un abrazo... Incluso pensé escucharle en el viento, riéndose de mí y a la vez regañándome por ser tan cobarde y temerle a comenzar mi propia vida.

— Tenías razón... Soy un consentido con miedo a volar por mí mismo. — Me reí de mi mismo amargamente. — Incluso Aiden fue más valiente y vino a verte antes que yo...

Recordar las palabras de mi abuelo me dolía, porque siempre tuvo razón en todo y yo tomé la decisión de no escucharle. Llevaba demasiadas noches preguntándome que hubiese ocurrido si en lugar de quedarme en Londres lamentando la muerte de mi padre y colocándome una excusa tras otra, hubiese regresado al lado de mi abuelo.

— Que ironía que haya sido esa chica el detonante que me trajo hoy aquí. — Aun no podía creer todo lo que había ocurrido ni las cosas que terminé descubriendo, estaban planeadas para mi futuro. — Viejo astuto, sabías que si me enteraba de lo que cruzaba tu mente jamás vendría a este lugar, por eso hiciste ese tonto baile... Y aun así no pude llegar... Quizás hubiese salido bien.

Su testamento resultó más revelador de los que mis hermanos o la familia Lane pudieron captar. Sus cartas, mi mayor tesoro, rozaban mis dedos dejando cierto ardor gustoso a su paso; recordaba a la perfección cada una de sus palabras que durante meses me hizo llegar seguramente con la esperanza de hacerme reflexionar, recordaba cómo me contaba de cada pequeña cosa que ocurría en el pueblo, si los pueblerinos habían organizado una tarde de juegos o si se habían reunido en el lago con la llegada del verano, si nuevos animales nacían durante el invierno o si la cosecha del otoño tenia las mejores calabazas; disfrazando entre la cotidianidad de sus palabras, sentimientos muchos más profundos. Recordaba cómo me había contado de su nueva amiga con la que compartía un extraño gusto por las galletas de avena y los juegos de cartas, solía escribirme como se sentía a su lado, pero en mi tonta apatía ignore por completo aquello y asumí que tan solo sería una persona cercana de entre todos los del pueblo.

Nunca entendí sus palabras realmente ni el sentimiento que las motivaba... Al menos me alegraba saber que el abuelo había experimentado nuevamente el amor antes de dejar este mundo. Pero...

— ¿Una boda? ¿Tan seguro estabas de ella...? ¿De mí? Como para modificar tu testamento para nosotros — Era una completa locura y daba gracias al cielo de que tan solo yo había entendido sus intenciones. Había hecho a Naomi heredera y nos había otorgado a ambos sus tierras más preciadas — ¿Por qué lo hiciste? Los pusiste en peligro sin saberlo. Sus tierras no estaban en ninguno de los títulos de propiedad que se habían repartido, la mansión, el lago... Pertenecerían al pueblo muy pronto, luego de que todos olvidaran el asunto de la boda.

El viejo encendedor que alguna vez le perteneció a mi padre, fue mi herramienta para eliminar toda prueba de los delirios románticos de mi abuelo. Nadie sabría jamás que el nombre de Naomi fue escrito en esas cartas seguido de decenas de hermosas palabras que la hacían ver como la mujer perfecta. El verdadero origen de Lila también permanecería oculto para todos a excepción de su verdadera familia, ella me había convencido por completo de que el corazón de aquella pequeña estaba a salvo y haría todo en mis manos para impedir que Abraham o mi madre pusiesen una mano sobre la niña. Los Lane eran personas honorables y no existía nada más gratificante que el ser testigo de cómo avanzaban a pesar de todo, no necesitaban más problemas.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora