Capitulo. 22

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Podría considerar la música como uno de los elementos más hermosos de la vida, la música era capaz llevarnos a mundos desconocidos solo con sus melodías, contar historias pasadas e iniciar nuevas, hacernos reír, llorar e incluso curar las heridas más difíciles. Mamá me enseñó que cada melodía traía consigo un sinfín de sentimientos... Un arcoíris de emociones como las que abrasaban mi ser al danzar con Andrew.

Ciertamente no conocía los pasos, nunca me interesó aprender a bailar socialmente, tan solo deseaba fluir según lo dictaba mi corazón, cosa que otros muchachos nunca fueron capaces de comprender. Pero Andrew parecía capaz incluso de leer mi alma, su brillante sonrisa y la intensidad de su mirada no me abandonó ni por un segundo mientras danzábamos por el salón a nuestro propio ritmo.

— ¿Y bien? ¿He conseguido ganar un poco de tu afecto? — Susurró acercándose peligrosamente a mi rostro.

— Solo un poco. — Me burlé obteniendo una sonrisa de su parte.

La canción cambió y sus manos hallaron las mías al tiempo en que una mujer de hermosa apariencia nos regaló su voz en una melodía capaz de armonizar hasta el mismísimo infierno. Andrew me acercó a su cuerpo con delicadeza mientras nuestros pies se movían al ritmo y mil sensaciones se esparcían por mi cuerpo.

— Supongo que ya no trabajas en aquel bar. — Comentó de pronto.

— Posada. — Le corregí al instante, si la señorita Massie le escuchara le cortaría la lengua. — Me hubiese gustado seguir acompañando a la señorita Massie, pero mis nuevas responsabilidades no me lo permiten.

— Tu voz era la verdadera joya de ese lugar. ¿Ahora qué harán todos esos borrachos sin tus dulces canciones capaces de curar cualquier resaca?

— ¿Incluyéndolo?

Andrew rio nuevamente y en un giro me acercó a él, ya ni siquiera era capaz de saber donde estaban mis hermanas o si alguna me necesitaba, estaba completamente obnubilada por sus ojos y sus palabras. El muchacho me guio entonces por el salón y para cuando finalizó la canción me di cuenta de que nos encontrábamos junto a una de las puertas que daba al jardín, no sabía a dónde me llevaba y las palabras de mi hermana retumbaron en mi cabeza como la voz de la razón. Los nervios volvieron a bullir en mi interior y divida por la mente y el corazón, busqué a mis hermanos entre la multitud, pero los menores ya no se encontraban allí y Elizabeth charlaba alegremente con el señor Archer al otro lado del salón. No me necesitaban... Y yo también debía tomar mis propias decisiones.

Así que con un nudo en el pecho decidí seguir a Andrew, coordinar mis temblorosas piernas para bajar cada escalón hacia el jardín lateral fue una verdadera tortura; sin embargo, al notar que Andrew parecía dirigirme al laberinto debí escuchar a mi cabeza y detenerme.

— ¿A dónde me llevas? No creo que sea correcto alejarnos así de la fiesta. — Allí la música era apenas un murmuro y la brisa fresca erizaba mi piel. Pero por fortuna mi consciencia era lo suficientemente fuerte como para protegerme a mí misma.

— No tienes de que preocuparte, conozco el laberinto como la palma de mi mano y al otro lado se encuentra el lago. — Me explicó con tal tranquilidad que debí esforzarme para no creerle de inmediato.

— Andrew, aunque tu compañía me agrada, no me pidas ser tan ingenua.

— ¿Piensas que podría hacerte daño?

Andrew dio un paso de regreso y allí, al pie de la escalera de una mansión tan hermosa y peligrosa a la vez, él cerró la distancia entre nosotros y entrelazó nuestras manos dándome calor. Podía sentir su respiración mientras sus ojos parecían capaces de escudriñar mi alma. La respuesta de mi ingenuo corazón era clara, pero el temor pronto la alejó de mi mente.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora