7

32 4 0
                                    

Camila: No. Hace rato llegó Erick con su mujer. Corrieron como demonios. La mujer llegó muerta de miedo. Hicieron el camino como si hubieran venido a caballo.

Juan: Ése busca la desgracia. No tiene buena sangre.

Naomi: ¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.

Juan: ¡Vamos a dejarlo!

Camila: ¿Cómo lo va a dejar?

Naomi: Me duele hasta la punta de las venas. En la frente de todos ellos yo no veo más que la mano con que mataron a lo que era mío. ¿Tú me ves a mí? ¿No to parezco loca? Pues es loca de no haber gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos. Pero se llevan a los muertos y hay que callar. Luego la gente critica—Se quita el manto.

Juan: Hoy no es día de que te acuerdes de esas cosas.

Naomi: Cuando sale la conversación, tengo que hablar. Y hoy más. Porque hoy me quedo sola en mí casa.

Juan: En espera de estar acompañada.

Naomi: Ésa es mí ilusión; los nietos.

Se sientan.

Juan: Yo quiero que tengan muchos. Esta tierra necesita brazos que no sean pagados. Hay que sostener una batalla con las malas hierbas, con los cardos, con los pedruscos que salen no se sabe dónde. Y estos brazos tienen que ser de los dueños, que castiguen y que dominen, que hagan brotar las simientes. Se necesitan muchos hijos.

Naomi: ¡Y alguna hija! ¡Los varones son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas no salen jamás a la calle.

Juan:—Alegre.—Yo creo que tendrán de todo.

Naomi: Mi hijo la cubrirá bien. Es de buena simiente. Su padre pudo haber tenido conmigo muchos hijos.

Juan: Lo que yo quisiera es que esto fuera cosa de un día. Que en seguida tuvieran dos o tres hombres.

Naomi: Pero no es así. Se tarda mucho. Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo. Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años. Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por ella.

Juan: Ahora tienes que esperar. Mi hija es ancha y tu hijo es fuerte.

Naomi: Así espero.

Se levantan.

Juan: Prepara las bandejas de trigo.

Camila: Están preparadas.

Entra la mujer de Erick.

Valery: ¡Que sea para bien!

Naomi: Gracias.

Erick: ¿Va a haber fiesta?

Juan: Poca. La gente no puede entretenerse.

Camila: ¡Ya están aquí!

Van entrando invitados en alegres grupos. Entran los novios cogidos del brazo y Erick se va.

Zabdiel: En ninguna boda se vio tanta gente.

TN:—Sombría.—En ninguna.

Juan: Fue lucida.

Naomi: Ramas enteras de familias han venido.

Zabdiel: Gente que no salía de su casa.

Naomi: Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú.

Zabdiel: Hubo primos míos que yo no conocía.

Naomi: Toda la gente de la costa.

TN:—Alegre.—Se espantaban de los caballos.

Naomi:—A la NOVIA.—¿Qué piensas?

TN: No pienso en nada.

Naomi: Las bendiciones pesan mucho.

Se oyen guitarras.

TN: Como plomo.

Naomi: Pero no han de pesar. Ligera
como paloma debes ser. —Grito

TN: ¿Se queda usted aquí esta noche?

Naomi: No. Mí casa está sola.

TN: ¡Debía usted quedarse!

Juan:—A la madre—Mira el baile que tienen formado. Bailes de allá de la orilla del mar.

Sale Erick y se sienta. Su Mujer detrás de él, en actitud rígida.

Naomi: Son los primos de mí marido. Duros como piedras para la danza.

Juan: Me alegra verlos. ¡Qué cambio para esta casa!—Se va.

Zabdiel:—A la Novia—¿Te gustó el azahar?

TN:—Mirándolo fijamente—Sí.

Zabdiel: Es todo de cera. Dura siempre. Me hubierá gustado que llevaras en todo el vestido.

TN: No hace falta.

Giuliana: Vamos a quitarte los alfileres.

TN:—Al Novio—Ahora vuelvo.

Llega la mujer de Erick.

Valery: ¡Que seas feliz con mi prima!

Zabdiel: Tengo seguridad.

Valery: Aquí los dos; sin salir nunca y a levantar la casa. ¡Ojalá yo viviera también así de lejos!

Zabdiel: ¿Por qué no compran tierras? El monte es barato y los hijos se crían mejor.

Valery: No tenemos dinero. ¡Y con el camino que llevamos!

Zabdiel: Tu marido es un buen trabajador.

Valery: Sí, pero le gusta volar demasiado. Ir de una cosa a otra. No es hombre tranquilo.

Camila: ¿No toman nada? Te voy a envolver unos roscos de vino para tu madre, que a ella le gustan mucho.

Zabdiel: Ponle tres docenas.

Valery: No, no. Con media tiene bastante.

Zabdiel: Un día es un día.

Valery:—A la Criada—¿Y Erick?

Camila: No lo vi.

Zabdiel: Debe estar con la gente.

Valery: ¡Voy a ver!—Se va.

Camila: Aquello está hermoso.

Zabdiel: ¿Y tú no bailas?

Camila: No hay quien me saque.

Pasan al fondo dos Muchachas.

Zabdiel:—Alegre.—Eso se llama no entender. Las viejas frescas como tú bailan mejor que las jóvenes.

Camila: Pero ¿Vas a echarme requiebros, niño? ¡Qué familia la tuya! ¡Machos entre los machos!
Siendo niña vi la boda de tu abuelo. ¡Qué figura! Parecía como si se casara un monte.

Zabdiel: Yo tengo menos estatura.

Camila: Pero el mismo brillo en los ojos. ¿Y la niña?

TN: Quitándose la toca.

Camila: ¡Ah! Mira. Para la medianoche, como no dormiran. Les he preparado jamón, y unas copas grandes de vino antiguo. En la parte baja de la alacena. Por si lo necesitáis.

Zabdiel:—Sonriente.—No como a media noche.

Camila:—Con malicia.—Si tú no, la novia.

Se va.

Entran el primer y segundo Mozo.

Mario: ¡Tienes que beber con nosotros!

Zabdiel: Estoy esperando a la novia.

Fredd: ¡Ya la tendrás en la madrugada!

Mario: ¡Que es cuando más gusta!

Fredd: Un momento.

Bodas De Sangre [CNCO Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora