La amiga de las hadas

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–La han tomado conmigo. Debo de ser deliciosa para las avispas– se quejó Goldmi.

Era la tercera vez que la atacaban. La primera había sido antes de llegar al manantial, y la segunda pocos después de salir, tres de ellas. Ahora eran sólo dos, pero habían aparecido muy cerca. Sólo le dio tiempo a deshacerse de una de ellas, mientras que la otra se acercaba peligrosamente.

De repente, una sombra surgió de unos arbustos, abalanzándose sobre la espalda de la avispa, fuera del alcance de su aguijón y sus mandíbulas. Le rompió las alas, y luego hincó los dientes en el cuello del insecto, al que Goldmi también atacó con Ataque Serpenteante.

–Pues si eres tan deliciosa... ¿Me dejas darte un mordisquito?– se burló la lince, tras rematar a la avispa. A pesar de ser varios niveles inferior al insecto, su inteligencia y coordinación con su hermana la hacían temible.

La elfa la miró con fingida indignación, aunque ambas sabían que la otra estaba bromeando. De hecho, lo hubieran sabido incluso sin el vínculo que las unía.

Unos segundos después, la felina observaba con atención al hada que descuartizaba y separaba las partes de las avispas.

–Nunca me cansó de verlas.

Goldmi se rio, tras asegurarse de que no había otros enemigos cerca. Luego se volvió hacia el bosque.

–Sigo oyéndolo, como si algo nos siguiera. Ahora parece incluso más fuerte, como si hubiera más de lo que sea– observó la elfa.

–Yo también lo oigo. Igual son espíritus de la selva. Si es así, no son peligrosos. Pero mejor somos precavidas, por si no lo son– razonó su hermana.

Lo cierto era que Detección de Vida no mostraba nada extraño, pero ninguna de ellas creía que fuera su imaginación. Si ambas lo oían, no podía ser casualidad.

A veces, era como el sonido de hojas al moverse. Otras, como risitas lejanas. Y si bien no tenían la sensación de peligro, tampoco la habían tenido cuando una mantis nivel 5 había aparecido, hiriendo a Goldmi.

En su estado de acecho, su presencia había sido confundido con la de un árbol, pero, por suerte habían, reaccionado rápido. La lince había contraatacado de inmediato, llamando su atención a pesar de ser tres niveles menor. Y la elfa había usado Enredar para restringir los movimientos de su enemigo, acabando con él usando varias Flechas Penetrantes.

Luego habían necesitado un buen rato para curar las heridas de ambas con Curación Básica, pues no tenía maná suficiente para hacerlo de una vez. Había sido una situación tensa, en la que estaban heridas y corrían el riesgo de ser atacadas, por lo que, a pesar del dolor, ambas se habían refugiado primero en lo alto de un árbol, después de curarse lo justo para dejar de sangrar. Luego habían tenido que esperar a que la elfa recuperara suficiente maná e ir poco a poco curándose, pues no podían permitirse quedarse sin maná y ser más vulnerables.

Pero habían aprendido la lección. La siguiente mantis no las había sorprendido, y simplemente la habían esquivado, alejándose de donde se escondía.

Ahora volvían a descansar en un árbol mientras los asistentes recogían los restos, recuperando así maná y energía. No era prudente seguir avanzando sin estar en perfectas condiciones para enfrentar cualquier nuevo peligro.

De repente, la elfa se quedó mirando a la lince con los ojos y la boca muy abiertos, mientras esta tan sólo sentía la ligera caricia del viento sobre su cabeza. Aunque eso no le impidió adivinar lo que estaba sucediendo.

–Así que aún puedes verlos. No son muchos los que pueden ver a los espíritus de los bosques.

En aquel momento, un pequeño ser de apariencia infantil jugueteaba sobre la cabeza de la felina, pero de repente se detuvo. Miró con gran curiosidad a la elfa que lo observaba, y saludó con su manita.

Indecisa, ésta levantó también su mano y saludó, provocando una gran sonrisa en el rostro de aquel ser, que desapareció de repente en la espesura. No tardó mucho en volver a aparecer, esta vez acompañado de otros tres.

Pronto los cuatro espíritus empezaron a volar alrededor de la elfa, a sentarse en sus hombros, en sus manos, a preguntarle con gestos a dónde iba.

–Voy hacia una aldea que hay en esa dirección.

Se miraron confundidos por un momento, señalándose diferentes direcciones, haciendo gestos que la elfa no entendía. Aparentemente, hablaban entre ellos, pero no con sonidos. Quizás también utilizaban algún tipo de telepatía. Al cabo de un rato, flotaron hacia el suelo y le indicaron que los siguieran.

Parecían felices de revolotear alrededor de la lince, pero sobre todo alrededor de Goldmi, que no podía sino sonreír continuamente ante la inocencia de los pequeños, y mientras recordaba el pasado, el pasado del juego.

Tiempo atrás, había llevado a cabo una misión y encontrado una enorme gema, que podía ser vendida por una gran suma de dinero. Sin embargo, ella la había devuelto al corazón del bosque, llegando a un lugar de fantasía donde residían algo así como las reinas de las hadas.

Más adelante, Gjaki había investigado sobre aquella misión, llegando a la conclusión de que era un misión única, misión que le había otorgado un título que nadie más poseía en el juego, y que aparentemente no servía para nada. Amiga de las hadas.

Cabe decir que siguieron tomando precauciones e intentando detectar enemigos, pero a pesar de que aparecieron algunos signos a lo lejos, ninguno se acercó a ellas. Parecía que la presencia de aquellos pequeños, alegres y despreocupados espíritus los protegieran. Si en el primer cuarto del camino se habían encontrado con varios enemigos, en el segundo ninguno, los molestó.

Aquel cambio intrigó a ambas, pues se sabe que los espíritus no atacan a otras criaturas, y la propia felina no sentía ninguna aura extraña, pero la realidad era que la que era. No obstante, evitaron relajarse demasiado.

De repente, algo cambió. Un miedo atroz pareció apoderarse de los espíritus, que ahora eran cinco, e incluso uno de ellos se refugió entre las ropas de la sorprendida elfa. No podía sentir su tacto en la piel, pero si su miedo.

Incluso la lince podía sentir el temor de los pequeños seres, a pesar de no poder verlos. Algo se acercaba. Algo sin duda tenebroso.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora