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—¿No deberías estar en el colegio?- Hablaba su hermana con una voz medio chiclosa por mantener algo en la boca y con una ceja alzada.

—¡No me molestes! Sabés que estoy enfermo, Isabella.— Cansado se dió la vuelta en el colchón para ya no ver a la insoportable de la casa. Su oscura alma le enmalecía. Rió internamente por sus típicos comentarios sarcásticos, porque no podía dejar de hacerlos ni repetirlos. La mandaría a dormir si no tuviera que hacer los quehaceres que esta semana le tocaba a él. Zafó por estar enfermo pero no dejaría que esa chica no los cumpliera, seguía siendo su responsabilidad y lo veía absurdo, puede cuidarse sola. Genial, en su cara se rió en voz alta. Un estúpido.

—Como quieras.— Se alejó del recoveco de la puerta y comenzó a caminar lo más lejos de allí, masticando un chicle exageradamente como acostumbraba a hacer. Al parecer tenía esa costumbre de molestar a Matías.
Él rodó los ojos, lo bueno de no haber asistido a clases es que su chico iría a verlo en su salida para mostrarle personalmente lo que habían hecho en el día, ayudarlo por si no entiende algo de sus apuntes y quedarse.
Y así fue.
En la salida de los estudiantes, se dirigió directo al hogar del menor. A pesar de llevarse un año de diferencia iban al mismo curso. ¿Qué loco, no?

En fin, pasaron el día más entre abrazos que entre hojas y apuntes. Y como era pensado, no todo fue color de rosa. Justo al entrar Isabella, su amigo había rozado la mejilla con sus labios. Entraron en pánico.

—¿Qué están haciendo? ¡Asco! ¡Asco! Ya sabía que eras gay, lo único de lo que no estaba enterada era de tu, lo que sea que tengas con...ni idea el nombre. Tu novio, supongo.— Rió malévola. Antes de irse hizo una mueca de asco.

—¡No es mi novio!— Las mejillas de Matías se pusieron coloradas por completo en segundos. Uno de sus secretos más oscuros es justamente que tenía una atracción fuerte por su amigo. No quería arruinar su amistad con él así que prefería no mencionarlo y seguir con su relación amistosa.

—Si claro.— Bufó y rodó los ojos. Se acercó hacia donde estaba Rod para dirigirle una mirada que no alcanzó a ver.—Más te vale que te alejes de mí hermano, ya que tanto dicen que no son novios.— Hizo muecas en burla y el chico no pudo hacer nada más que asentir. Se sentía un poco intimidado.

—No le hagas caso.— Entrelazó sus dedos y lo arrastró hasta el cuarto. Otra oportunidad en la que no podría acercarse a él, muy bien. Excelente. Perfecto. Es sarcasmo.

Al cerrar la puerta se sentaron en el pie de la cama del menor en silencio. Ninguno se atrevía a dar la palabra siquiera.

—Es mi hermana, está loca, o que se yo. Se ve que le ve algo de gracia el desafiarme y molestarme en presencia de otras personas ¿Seguimos con lo de matemát...?— Fue interrumpido por la húmeda boca de su amigo. Uno de esos reales que te hacen volar entre las nubes entre el cielo y el infierno. No podía reaccionar. Tuvo que apoderarse de un segundo beso para comprender que lo que estaba esperando tanto se había cumplido. Besaba tan bien. Rod metió las manos sobre la tela de su camisa para acariciar su pequeña cintura y el otro, simplemente lo agarró del cuello tomando poseción de sus dulce contacto. Sus labios de chocolate y licor. Sus manos sanadoras. Al separarse se miraron a los ojos fijamente. Matías no pudo mantener la mirada en los ojos del otro gracias a su potente sonrojo y tapó su rostro entre sus manos tan chiquitas. Rod estaba dandole un recorrido completo a cada lunar que adornaban sus brazos, su cuello y muchas otras partes. No podía dejar de mirarlo. Cuando no soportó más la lejanía estampó sus labios ardientes en la punta de la naricita de Matías, que por obvias razones estaba helada. Le hizo temblar.

(...)

—No entiendo nada de esto.— Matias confunso se cruzó de brazos y dejó su ceño fruncido por las matemáticas, ya no sabía si le molestaba más estar lejos de el chico al frente suya o comprender las matemáticas. También le costaba escucharlo cuando sus labios se movían y veían ricos, se semejaban a unas pastillas de cereza que comía cuando era chico, deliciosos.

-—¿Qué es lo que no entendés?— Pasaba su vista desde la hoja hasta Matías. No estaba prestándole atención seguro.

—Acá dice 2 al cuadrado por dos al cuadrado dividido dos al cuadrado por dos al cuadrado. Y sigo sin saber como resolverlo.— Puchereó el menor frustrado.

—Si precisás multiplicar la misma base, sumás los exponentes. Y cuando tenés que dividir la misma base, restás los exponentes ¿Entendés? Es la misma técnica que nos explicaron en segundo.— Se sentía orgulloso de él mismo explicándole a otra persona matemáticas, adoraba la materia.

—Creo que sí.— Jugó un poco con su lapiz antes de resolver el ejercicio y mirarlo expectante.—¡Creo que me dió!— Eufórico exclamó con una sonrisa y tiró el lapiz levantando las dos manos.

—2²×2²= 2⁴
2⁴÷2⁴= 2ⁿ= 1
Todo número elevado a la 0 da como resultado 1— Leyó en voz alta Rodrigo.—¡Perfecto!— Felicitó abrazándole. Sabía que era un gran paso para él aunque solo era la resolución de un ejercicio, no de diez.

—Gracias por ayudarme.— Extendió la e, sonriente.—Creo que te debo algo.— Y dejó muchos piquitos en todo el rostro ajeno. Estaba tan felíz, con muchas z.

—Te quiero.— Apretó sus gluteos jugando y le mordió la mejilla. Jugueteando y beboteando.

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Zafar: Liberarse de una situación o persona.

Picos o piquitos: Besos cortos y rápidos.

ⁿ= Es elevar a la 0 pero por alguna razón parece una N, creo que es por qué el 0 es neutro, bueno ya fue.

Espero que les esté gustando esto gente.

Sepan perdonar los errores.

Agos🤬

ᥕιᥒtᥱr (ᴍᴀᴛsϙᴜᴀʀᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora