Capítulo 28

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— El Dentista —

Narra Finn:

Hoy (como cualquier otro día) estaba cómodamente en el sofá de la sala de mi casa mirando la TV, hasta que llegó un mensaje a mi celular que me tomó por sorpresa. Sin dudar supe que era Cooper (esa chica...). Prefiero llamarle que a regresar le un mensaje que diga “¿Qué onda?” o “¿Cómo te va?”. La llamada entra, tarde en responder.

* En la llamada *

— ¿Hola? ¿Cooper?

— ¡Finn! ¡Demonios no sé cómo decirte esto! — se escucha algo nerviosa —.

Dime. ¿Qué pasa? — su suspiro hace que mi curiosidad aumente o me preocupe en cierto modo —.

— Iré al dentista — musita —.

— ¿Quieres que cuide a George? No hace falta preguntes Cooper yo... —.

— ¡No seas idiota Wolfhard! Noah va a cuidar de él, yo quiero que tú me acompañes — interrumpe, a lo que no pude evitar reír a través de la línea telefónica reincorporando me y mirando al suelo: pensando en el rostro que tendrá en este momento —. ¡¿Qué causa risa?! —.

— ¿Enserio me pide que te acompañe a tu cita con el dentista? — pregunto incrédulo —.

— No Wolfhard, sólo quería que me vieras cómo introducen un maldito aparato a mi boca. ¡Por supuesto que sí! — vuelvo a reír —. ¡Deja de reírte! No es gracioso. Si no aceptas tendré que pedirle a Jacob que me acompañe —.

Tan sólo escuché el nombre de ese mediocre y paré de reír. Si dejo que la acompañe las cosas saldrán de control, eso o el maldito aprovechará cualquier momento que tengan a solas.

— Ya... Lo siento Cooper. Vamos, te acompaño. Ya no estés molesta era broma — digo tranquilo —.

— De acuerdo. Voy a tu casa dentro de diez o quince minutos. Adiós —.

— Adiós —.

* Fin de la llamada *

Tiré el celular a un lado y corrí por las escaleras para entrar a mi cuarto y cambiarme (seguía en pijama). En cuanto estoy poniéndome los tenis el timbre suena, no me da tiempo de atar las agujetas ya que corro al baño a lavar me los dientes. El timbre insiste y bajo las escaleras. Abro la puerta y hago una pose extraña en el marco de la puerta (o el intento de estar cómodo en ella) — Hola — saludo —. ¿Hola? — mira mi pose y se detiene en mis tenis —. Vaya, no sabes atar tus agujetas — murmulla —. ¿Qué? No, es que... — traté de explicarle, sin embargo no me dejó hablar ya que pasó, cerró la puerta, tomó mi mano y fuimos a la sala. Fui el primero en sentarme. Ella se arrodilló, sujetó mi pie y comenzó a atar mis agujetas del pie derecho. El momento me recordó cuando yo estaba pequeño y aún no sabía atar mis agujetas, me ayudaba mi madre o mi hermano y muy pocas veces mi padre. Ahora verla ahí concentrada, con el ceño fruncido es una ternura total. Toma mi otro pie. Mis impulsos tomaron el control. Sostuve su mentón y besé fugazmente su mejilla, al separar me noto un leve rubor en sus mejillas (eso provocó que se viera aún más tierna). Cuando terminó, agarró una gran bocanada de aire para después pronunciar — Vámonos —.

[ • • • ]

Al llegar al consultorio esperamos pacientes en la sala. Cooper aún puede balancear sus pies Estando sentada, en cambio a mi, no puedo. Parece una niña pequeña, por lo que sé está nerviosa, aún no me temo a preguntarle y no quiero hacerlo. Tal vez tenga algo relacionado con un recuerdo de la infancia. No sé muy bien pero sujeto su mano para conseguir aunque sea, que se calme un poco.

Falta una persona para que después sea nuestro turno. Para de balancear sus pies, se reincorpora inclinándose hacia enfrente para que sus pies toquen el suelo. Mueve su pierna de arriba hacia abajo (como si tocara la batería). Rodeo sus hombros con mi brazo.

— ¿Nerviosa? — asiente —. Tranquila, estoy aquí contigo —.

— Lo sé. Es sólo que tengo algo de miedo —.

— ¿_____ Cooper tiene miedo? — cuestiono a lo que logro sacarle una pequeña sonrisa —. La hermana pérdida que conozco no le tiene miedo a nada, es valiente, leal y osada — vuelvo a besar su mejilla —. No es nada comparado con una inyección —.

— Eres tan tierno cuando hablas sobre eso — ahora yo recibo un beso en la mejilla de su parte —. Te haré una cuenta de tinder, necesitas una bella novia —.

« No es por ser grosero mi hermosa chica... Pero cagaste el momento »

Nos alejamos. La persona que sigue antes que nosotros pasa. Vuelvo a ver a Cooper, poso mi mano sobre su hombro.

El dentista _____, es sólo un simple dentista — a lo que ella me miró un tanto desconcertada —.

[ • • • ]

— Todo está perfecto. Tienes una dentadura naturalmente bien — habla el dentista hacia Cooper —. Aunque sólo tienes una caries en la última muela, nada de qué preocuparse — y mi chica suspira aliviada en un tono bajo, pues no es de esas chicas tan exageradas, ella es seria (bueno, a veces depende de la situación) —.

— ¿Entonces estoy bien? — cuestiona —.

— Por supuesto. Pero lo que necesitas es un blanqueamiento dental — dice —.

— De acuerdo. ¿Será en la próxima cita? — el dentista asiente —. Bien. Creo que podemos irnos — se levanta y salimos del consultorio. Nos vamos del dentista y caminamos juntos por las calles, nuestras manos siempre rozan (cosa que me provoca nervios y desesperación). Cuando la tomo ella observa estas, nos vemos y entrelaza los dedos (juro que estoy sonrojado). Seguimos caminando y entonces ella se detiene (aún en distancia nuestras manos no se sueltan). De nuevo está admirando un piano por el ventanal de una tienda de música. Noto esa mirada hermosa que posee, es de ilusión. Me coloco a la par —.

— Hoy es 18 de febrero de 2019... En el tiempo que te conozco aún te detienes a observar un piano de cualquier tienda de música — musito recordando los momentos —. ¿Cuándo es tu cumpleaños? — pregunto —.

— Dentro de dos días — suspira, se aleja del ventanal, se pone cabizbaja —.  La razón por la que siempre lo hago es porque... Extraño esos días en los que tocaba, era yo, el piano y la melodía — beso su mejilla —.

— Tranquila. Lo volverás a hacer, lo prometo — sonríe de lado, rodeo sus hombros con mi brazo (como de costumbre) y seguimos caminando —.

M E    A T R A E S  ( Finn Wolfhard y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora