Después de la Primera Guerra Mundial, la tasa de natalidad de Alemania había disminuido: por un lado, la población masculina había quedado diezmada; por otro, el país atravesaba una tremenda crisis financiera, y el aborto, aunque ilegal, era posible. En 1935 Heinrich Himmler estableció la Organización Lebensbom (Fuente de Vida), bajo el paraguas del ministerio nazi de la Raza y él Reasentamiento de las SS, cuyo objetivo consistía en aumentar la paliación de la «raza superior».
El programa constaba de tres fases. Primero hubo una masiva campaña de relaciones públicas para animar a todas las mujeres y muchachas «racialmente valiosas» para que tuvieran todos los hijos posibles, con o sin la ayuda del matrimonio. No resultaba raro que niñas alemanas fanáticas, algunas de tan sólo quince años, tuvieran relaciones con hombres de las SS con el objeto de proporcionar a su país nuevos ciudadanos y futuros soldados. En toda Alemania se establecieron casas de maternidad, la mayoría en balnearios, complejos turísticos y casas de campo confiscados a los judíos, donde las mujeres y las muchachas podían pasar sus embarazos y dar a luz con comodidad, confidencialidad y seguridad.
La segunda fase consistió en una expansión del programa a los países ocupados. Se establecieron casas de maternidad donde jóvenes «apropiadamente arias» y embarazadas por las fuerzas de ocupación podían tener a sus bebés. Estos niños eran considerados ciudadanos alemanes por nacimiento y los criaban en hogares o instituciones nazis. En total se estableció este tipo de casas en siete países, aunque se vieron involucradas y perdieron a sus hijos muchachas de casi todos los países de Europa occidental, incluidas las Islas Británicas del canal de la Mancha.
La tercera fase consistió en el secuestro generalizado de niños provenientes de los países ocupados del este más de 200.000 sólo de Polonia. La gran mayoría no volvió a ver a su familia legítima después de la guerra.
Las madres que habían dado a luz en las Lebensborns y que quisieron encontrar a sus hijos después de la guerra no pudieron hacerlo; de forma deliberada se mantuvieron en secreto los registros y en muchos casos se destruyeron. A menudo se abandonaron a los bebés y a los niños que permanecían en las casas u orfanatos Lebensborns u otras instituciones. En los países ocupados estos niños cargaron el estigma de su concepción y sufrieron negligencias y abusos. Muchos de ellos eran autistas o fueron diagnosticados erróneamente como deficientes mentales e internados en instituciones. Incluso hoy, ya mayores, sufren elevadas tasas de depresión, alcoholismo y suicidio.
La tragedia del experimento Lebensborns es incalculable y afectó a mujeres y niños de toda Europa. Sin embargo sigue siendo uno de los aspectos más desconocidos de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
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La cuna de Mi enemigo.
RomanceCyrla, una adolescente judía, ha tenido que huir de su Polonia natal y refugiarse en Holanda en casa de sus tíos, donde se enamorará de un joven de su misma raza. a medida que la guerra avanza, siente que se estrecha el cerco de los nazis. Para empe...