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Después de aquella conversación tan necesaria y recuperar un poco el tiempo perdido, regresé a mi casa. Ana y yo habíamos quedado en ir despacio, conocernos y hacer las cosas bien. Decidimos vernos algún día la próxima semana, sin prisas y a partir de ahí ir estableciendo los pasos que íbamos a ir dando. Estaba claro que ambas teníamos los mismos intereses y por eso estuvimos de acuerdo en cuidarlo para que saliese todo bien y no darle un nombre hasta que no estuviésemos del todo seguras. En cuanto al tema de Lola, Ana ya lo dijo, la conocería cuando yo estuviese preparada. Me apetecía mucho ver cómo encajarían las dos, si a la pequeña le caería bien la canaria y al contrario, pero por ahora creía que lo mejor sería que ella y yo lleváramos un poco más adelante lo que teníamos e ir preparando a Lola poco a poco.

El domingo lo dedicamos a disfrutar con mi hermana, me daba mucha pena que se fuera tan pronto, pero tenía que volver a su trabajo y estudios. Para aquel último día idee una sorpresa con la pequeña, a mi hermana, quizás por influencia mía, siempre le había gustado la película de Billy Elliot y viendo que el musical estaba en Madrid decidí que podría ser un buen último plan para las tres. A Patri la engañamos con la excusa de ir al cine a ver una película infantil con Lola, mi hermana no opuso resistencia y vino encantada.

- Por aquí no tiene mucha pinta de que haya un cine – dijo una vez nos bajamos del taxi

- Es que al final hemos cambiado de idea, a Lola no le hacía mucha gracia la película de Mascotas – solté riéndome un poco. De repente giramos la calle y Patri pudo observar el cartel

- ¿Vamos a ver Billy Elliot? – preguntó sin creérselo

- Sí, ¡sorpresa!, es un regalo para agradecerte todo lo que has hecho siempre por nosotras – Patri nos abrazó a las dos y pude ver cómo alguna lagrima pasaba por su mejilla de la emoción del momento

- No os puedo querer más

El musical nos encantó a las tres, incluso Lola estaba emocionada viendo a los niños bailar y no paraba de repetir que ella quería ser igual que ellos.

Al terminar, la pequeña se quedó dormida en mis brazos prácticamente sin darnos cuenta. Mi hermana aprovechó para ir un momento al baño antes de irnos a cenar por ahí a algún sitio tranquilo y cerca de casa dado que mañana teníamos que madrugar algo más de lo normal para acompañarla a la estación.

- ¿Mimi?, ¿qué haces aquí? – di media vuelta y pude verla a mi lado con esa sonrisa que le salía y tanto me gustaba

- ¿Ana?, ¡qué casualidad! – la canaria se acercó a darme un beso en la mejilla intentando no molestar a la pequeña que ni se había inmutado

- Tenía las entradas desde hace tiempo con mis amigos – los señaló – ya sabes que esto de los musicales es adictivo, ¿y vosotras? – preguntó

- Una sorpresa para mi hermana, se va ya mañana y estamos disfrutando del último día las tres juntas – le sonreí

- Es preciosa – susurró haciendo referencia a Lola

- Eso es porque la estás viendo dormida, despierta es todo un terremoto, pero sí, es preciosa – comenté mientras miraba a la pequeña. Mi hermana salió del baño y se acercó interesada a saludar sabiendo quién era la chica con la que hablaba.

- Hola, encantada, soy Patri, la hermana de Mimi

- Ay, hola, yo Ana, encantada – dijo saludándola con dos besos

- Sí, nos vimos el otro día – dijo recordando el choque que tuvo con la pequeña – Mimi habla mucho de ti – comentó consiguiendo que yo me pusiera un poco roja

- Espero que a partir de ahora sea mejor que las que seguro te contó – respondió un poco tímida – bueno chicas, yo las dejo seguir disfrutando de la tarde. Me alegro mucho de haberte visto – me susurró al odio cuando me dio un beso cerca de la comisura de mis labios al despedirme – Un placer Patri, espero que nos volvamos a ver pronto.

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora