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Y asi volví otra vez al mismo de estado de siempre.

Cada vez que me sentía insuficiente volvía a esnifar ese polvo que me hace olvidar de todo

Pero ésta vez fue suficiente para levantarme y caminar por los pasillos de mi casa como si fuera un muerto.

Todo me daba vueltas.

Como pude y con la mirada distorsionada miré el reloj marcando las 3:45 a. m.

Llegué a la cocina y miré la botella para agarrarla y dar un gran sorbo de este.

Miré por la ventana reflejando la calle oscura y solitaria.

La noche fría hacía que mis pelos se erizaran.

Parpadeé lentamente y me dirigí hacia la puerta para salir.
El viento frío dió contra mi rostro y sentí un escalofrío de pies a cabeza.

Sin rumbo alguno comencé a caminar por la calle.
Mis pies descalzos ya se encontraban helados.

Aún con la botella en mano tomé pequeños sorbos.

Oh cariño.

Mis ojos estaban entrecerrados y llenos de lagrimas que no permitían que vea bien.
Mis labios medio abiertos, rojizos por el frio y mojados por las constantes tomadas de vino.

Maligno.
Eres maligno.

El olor a tomillo lo podía sentir a cuadras de mí.
Ese olor que me recordaba a el.

Cariño... cariño... caigo a pedazos cuando estoy contigo.

Amor... dije amor verdadero.

Dijiste amor verdadero.

Dijimos amor verdadero.

Asi que... ¿A donde estás?

Un toque... uno tuyo, de esos que me dabas.
Yo solo sigo alineado.

Mis ojos comenzaron a decaer y mi mente daba vueltas por todos lados.

De pronto antes de caer, dije su nombre.

"Lucas..."

Y finalmente caí.
Hecho un desastre, con la botella de vino rota a mi lado. Había vidrios por todos lados.

Mi remera casi translúcida estaba un poco sucia debido al piso.
Mi piel más blanca de lo normal dejaba ver los cortes y moretones causados por mi.

Miré a la noche estrellada con los ojos llorosos mientras que estos se cerraban lentamente hasta acabar en los brazos de morfeo.

¿Es esto amor verdadero?

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