Capitulo. 26

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Un ligero olor a miel y alcohol impregnó mis sentidos, transportándome de aquel lugar vacío y silencioso al mundo ruidoso y caótico al que estaba acostumbrada. Podía escuchar a mis hermanos murmurar cosas inentendibles para mí; sin embargo, el dolor en mi cuerpo pronto se convirtió en protagonista de mis sentidos obligándome a abrir los ojos, a primera vista me fue imposible reconocer el lugar, pues mantenerme despierta me era casi imposible... Me ardía la garganta y tenía mucho frío, pero de pronto algo presionó mi pierna y no pude evitar retorcerme cuando el dolor se volvió más agudo y punzante. Un chillido escapó de mis labios e instintivamente intenté alejarme de aquello que me provocaba dolor, pero mis intentos de huir fueron detenidos por unas frías y temblorosas manos, me encontré entonces con los azulados ojos de Jane, quien parecía retener sus lágrimas. Finalmente, fui consciente de lo que sucedía y entendí que intentaban curar mis heridas, mi pequeña hermana hizo todo en sus manos por evitar que me moviese, pues en mi estado de semi consciencia me negaba en rotundo a colaborar; sin embargo, un recuerdo paso fugaz por mi mente cuando la otra mujer dejó de torturarme y fue Jane quien me lleno de palabras conciliadoras.

Mi dulce rubia siempre había sido la más sensible de toda la familia... Incluso le temía a la sangre.

— A fuera todos. Su hermana estará bien, pero deben dejar que descanse. — Escuché a la que reconocí entonces como la señora Brown.

Las quejas de Harry alcanzaron mis oídos, pero la mujer finalmente cerró la puerta de la habitación, dejándome a solas con Jane. Un poco más despierta, descubrí que me encontraba en casa de los Brown, cubierta hasta el cuello de mantas mientras Jane pasaba trapos húmedos por mi frente. Tenía fiebre y mi cuerpo dolía espantosamente. Los recuerdos regresaron a mí como una cascada, el incendio, el río, mis hermanos... El miedo tomó mi corazón sumiéndome en la desesperación y la razón me abandonó en un instante. Pero ya no tenía fuerzas para levantarme, un doloroso escalofrío me lo recordó cuando intente moverme en el intento de levantarme.

— Naomi, tranquila, ya estás a salvo. — Se apresuró Jane quizás intuyendo lo que pasaba por mi mente.

— Harry... Jacob... — Les llamé, pues lo último que era capaz de recordar tan solo me atormentaba.

— Están bien, están a salvo. Todos estamos a salvo, hermana. — Me aseguró ella y con cuidado volvió a acomodar la manta que me cubría. — El señor Brown los encontró en el bosque y los trajo a todos aquí, en estos momentos intentan controlar el fuego. — Explicó a sabiendas de que de otro modo no me quedaría tranquila, silenciosamente di gracias al cielo por ello y por primera vez en el día sentí como mi cuerpo se relajaba al punto de fundirse con la cama. El que estuvieran a salvo era todo cuanto necesitaba para calmar mi agitado corazón. — Naomi nos diste un gran susto. Nunca había visto a Harry y Jacob tan asustados, dicen que casi te ahogas en el río y que de no ser por el señor Stephen no hubiesen sabido qué hacer.

Andrew... Estaba perdido en el bosque, el fuego le rodeaba... Un escalofrío recorrió mi cuerpo de solo recordarlo, encontrarle en medio de tal situación fue como recibir un golpe en el estómago con un saco de billetes, hizo saltar mi corazón de alivio, pero al mismo tiempo sentí una angustia sin precedentes. Sabía que era listo y en cuanto viera el fuego correría lejos del peligro, pero el miedo de que algo pudiese pasarle me hizo adentrarme en aquel claro que sabía pronto ardería. Inconscientemente, apreté mi mano deseando volver a sujetar su mano...

— ¿Andrew y Aiden están bien? — Murmuré atrayendo la atención de mi hermanita.

— Si, un poco mojados y con frío, pero a salvo. — Contestó ella después de unos tortuosos minutos de silencio. — Los Brown dijeron que nos alojarían esta noche, quieren asegurarse que no pesques un resfrío grave y que nadie salga herido a causa del fuego.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora