Corrí y corrí como si mi vida se tratase de aquello pero no, no era mi vida, puede que fuera la de Félix... Llegué exhausta, con la respiración entrecortada. Entré en el tronco y corrí a un círculo lleno de gente. Aparté y aparté gente hasta llegar al centro y ver a Félix en el suelo con ojos cerrados y expresión cansada.
-¡Félix! Estoy aquí.- le moví los hombros.- Félix.- le acaricié el pelo sudado y a pesar de lo escrupulosa que era esa vez no me dio asco. Él estaba sin camiseta y tapado con una manta hasta debajo de la herida del abdomen en la que ya no había flecha.- Félix, por favor... Abre los ojos, dime algo...- eché un suspiro acompañado con una lágrima.- por favor...
-me encanta el chocolate y la poesía.- dijo él cansado. Solté el aire sonriendo y con las mejillas mojadas.- estoy bien.- abrió un poco los ojos.- no es nada. No llores.
Bajé la cabeza y me limpié la cara. Peter apareció detrás mía y se arrodilló junto a Félix.
-¿estas bien?
-si, Pan, genial.
-bien, ahora todos fuera, ayudaré a Félix a ir a la cama.
-yo también te ayudo.
-puedo sólo, Wen.
-QUIERO ayudar...- Peter se quedó callado un rato pero cedió diciendo un seco:
-está bien.
Cogimos a Félix con cuidado ya que la flecha del hombro seguía ahí clavada. Le dejamos en la cama y Peter empezó a mirar la flecha de Félix.
-no.- dije.
-Wen, hay que hacerlo.
-¿hacer qué?- dijo Félix.
-no por favor, está débil, todavía no...
-cuanto antes mejor.
-¿pero de que habláis?- dijo Félix ingenuo de nuevo.
-nada...- dijo Peter- tu solo cuenta hasta tres.
-¿para qué?
-hazlo. Te lo ordeno.
-no por favor.- rogué cogiendo del brazo a Peter y este se soltó.
-¡hágalo Félix!
-uno...- dijo tembloroso Félix.
-no.- dije.
-dos...- prosiguió Peter para indicarle que siguiera.
-dos...- repitió Félix.
-y... Tres...- Peter cogió la flecha y la saco. Un grito de dolor hizo estremecer hasta el último nervio de mi cuerpo. Me sentía fatal y Félix sólo intentaba retorcerse de dolor allí mientras apretaba los dientes y cerraba los ojos intentando no gritar más.
-¡No!- corrí a por el botiquín y encontré unas gasas y una banda. Pensé en una aguja con anestesia y allí la tenía, Peter me la quitó y la tiró al suelo, luego la pisó y tiró la flecha contra la pared, allí clavándola. Pegué a Peter en el hombro e intenté calmar a Félix. Cogí las gasas y la benda y se la puse mientras él se apretaba cerca de la herida y no paraba de moverse. Peter se fue y pensé en un calmante que no le durmiera, sólo le aliviara el dolor para que Peter no se diera cuenta. Allí estaba, se lo clavé y lo inyecté en él. Él relajó la cara con alivio y suspiró.
-gracias, dios, gracias Wendy.- sonreí.
-de nada.
Entonces pensé... "Si puedo crear ese calmante, ¿por que no un antídoto que cure todo? Cualquier cosa..." Y así fue.
-tómate esto, te sentará bien y hará que te cures.
-no quiero ser tu conejillo de indias, Wendy.
-y no lo eres, ahora tómatelo, hazme caso.-Me miró raro y se lo tomó.- ahora duerme, cuando despiertes estarás perfecto.
-es decir, seré guapo y un perfecto muchacho..- rió.
-no, eso ya lo eres...- rió, le besé la frente y sonreí. Le miré a los ojos por un rato y me di la vuelta para irme.
-Wendy.- me giré.
-¿si?
-am... Gracias otra vez...
-de nada, otra vez.- sonreí y me fui.
Me había dolido mucho ver así a Félix, juro que creo que lloré cuando gritaba pero en ese instante no me di cuenta... Haría lo que fuera por que no lo hubiera pasado él, incluso me hubiera puesto en su lugar con tal de que él no lo hubiera vivido.
-Wen, ¿dónde está el pañuelo blanco?-dijo Peter.
-no.. No me acuerdo.
-¿que? ¡Eres una irresponsable!- entonces me acordé.
-¡relájate!
-no, si sabía que no debía habértelo dado, eres una chica... Eres una irresponsable, creo que no debía haber vuelto a por tí.- necesitaba desahogarme y ¿que mejor momento que este? Una lágrima corrió por mi mejilla y recordé que Peter odiaba ver a una chica llorar así que lloré más.
-¡pues no haber vuelto a por mi nunca! ¡Nadie te obligó!- me saqué el pañuelo del pantalón y se lo tiré a los pies.- toma, tu maldito pañuelo...
Él bajó la cabeza mirando el pañuelo. Me giré y vi a Félix.
-me he recuperado antes de lo esperado.- dijo.
-¿lo has visto?-pregunté.
-si.
-¿cuanto?- dijo Peter.
-lo suficiente para darme cuenta de que eres un completo invécil, Pan.
-¡cuidado, elige bien tus palabras, Félix!- dijo Pan.
Le vi un rato pensando hasta que empezó a soltar la más cruda realidad:
- Peter, eres padre del fuego, pariente de la llama
Más arde y más se quema aquel que más te ama;
A aquel que te sigue le quemas cuerpo y alma
Destrúyeselo del todo como el fuego a la rama.
-¿perdón?- dijo Peter. Yo le miré y Félix me miró a mi.
-no quiero volver a seguir tus órdenes.- dijo Félix.
-creo que, entonces, puedes abandonar Nunca Jamás.- dijo Pan muy seco.
-no.- dije.- por favor, Peter.
-Wendy, elige, él o yo.- dijo Peter. Miré a Félix y luego a Peter.
-vamos, elígele a él, Wendy, siempre lo haces.- dijo Félix.- siempre a él porque siempre será él el que controle tu corazón. Asumélo, yo debería empezar ya a asumirlo.- miró a Peter.- no la hagas daño, sabes que hará lo que digas... No juegues con ella o...
-¿ó?- dijo Peter.
-o me vendrá una repentina y sangrienta imaginación para las torturas llena de rabia de todo lo malo que me has hecho.- dijo Félix.- ahora, Wendy, te dejo con tu amado... O tu cárcel.
Se dio la vuelta y se fue.
-lo siento.- dijo Peter.- no debí decir eso.
Abracé a Peter rápido, sonreí y seguí a Félix.
-Wendy.- me giré.- te acuerdas que me preguntaste que que temía?- yo asentí- no se cómo querer, y creo que eso me da miedo... Temo lo desconocido.
Mierda, otra vez ese terremoto en mi estómago. Siempre él... No quiero que sea así, demonios. Sonreí y me fui. ¿Dónde se puede ir cuando uno quiere esconderse de si mismo?
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La verdadera historia de Peter Pan 2. [la última batalla]
Romance"-Peter, Peter, Peter...-me miro con esos ojos los cuales no parecian tener fin.- ambos sabemos lo que eres en realidad, se a lo que me enfrento, muchacho.-dije sonriendo levemente. -no Wendy, esta vez será mil veces peor.-enmudecí y clavé la espad...