Capítulo 2.

154 7 2
                                    

Entramos a la discoteca sin problemas, no sé si me hace gracia que no me pidan el DNI porque, al fin y al cabo, solo tengo 19 años, ¿tan mayor parezco? Lucía me agarra del brazo metiéndome en la pista y sacándome de mis ralladas mentales. La música es fuerte, el ambiente es bastante bueno y me gusta mucho el local. La verdad es que cuando Lucía me habló de este sitio no me apetecía mucho venir, pero estoy contenta de haber venido aquí en lugar de a la discoteca de siempre.

Llevamos una hora aproximadamente bailando con unos amigos que nos hemos encontrado, cuando me separo del grupo para ir a pedir algo, intento que alguien me acompañe pero no tengo suerte, ‘Que grandes amigos tengo’, pienso sarcásticamente. Me estoy acercando hacia la barra cuando veo a dos chicos apoyados en ella. Uno es realmente alto, delgado y con el pelo castaño y despeinado, me recuerda un poco a mi hermano. El otro no es tan alto, con una espalda fuerte, y el cabello oscuro casi negro y bastante corto. No les he visto la cara pero mientras me voy acercando, tomo una inesperada decisión. El moreno tiene pinta de estar muy bueno y el alto… simplemente los altos me pierden. Uno de los dos esta noche va a ser mío.

Camino con paso decidido hacia la barra y me pongo justo al lado del moreno. Llamo al camarero para pedirle algo de beber y al ver que no me ve, me giro, y de un pequeño salto, me siento en la barra cruzando las piernas y dejando que se me vea por encima de las otras chicas que están semi-acosando a los dos muchachos. Me hecho hacia atrás para inclinar la espalda hacia el hueco donde se coloca el camarero y le llamo.

—Impresionantes zapatos. —me dice una voz con un acento andaluz bastante graciosa pero que me vuelve loca, en el oído derecho. —¿Sabes lo que son o solo los llevas para hacer un poco de postureo?

—Siento no ser una de esas pobres chiquillas que no tienen ni puta idea de George Lucas y que por llevar cosas frikis se sienten mejores y a las que a ti te encantaría tirarte. Pero llevar a R2-2D en mis pies es algo casi sagrado para mí, así que a no ser que quieras que todos los soldados del Imperio caigan contra ti, no te metas más con mis zapatos. —le respondo con voz provocativa aún si mirarle a la cara, simplemente haciendo ver que me da igual.

—Así que tenemos aquí a una bonita Princesa Leia.— me dice él, al que noto cada vez más cerca.

—No, la verdad es que yo soy más del lado oscuro. —le respondo aún subida a la barra y esperando a que el maldito camarero se digne a acercarse. Antes de que él me conteste o me diga algo, me giro para verle.

Estoy segura de que nunca he flipado tanto en mi vida. Uno de mis ídolos está casi ligando conmigo y está aún más guapo en la realidad que a través de la pantalla del ordenador. Antes de que pueda notar mi impresión al reconocerle y se piense que soy una fan loca, aunque en realidad si lo soy, vuelvo a cambiar mi cara a una mezcla de indiferencia y seducción. Creo que no ha notado que soy una obsesionada de sus videos, bien.

—Así que, ¿el lado oscuro eh? ¿Solo te gusta el malo de Star Wars? — me susurra al oído ya que conmigo subida a la barra, somos de la misma altura.

—Darth Vader, Ganondorf, Bowser, Sauron, Lord Voldemort… Lo prohibido siempre es mejor. —le susurro yo de vuelta, mientras me separo, al ver que por fin, el camarero viene a atenderme.

—Esta le va a gustar…—oigo que dice el moreno a mi lado, más para el mismo que para mí.

Pido un Vodka con Redbull, y espero a que el chico me lo sirva sin bajarme de la barra, me gusta estar sentada aquí arriba, me siento más poderosa. Cuando por fin tengo mi cubata en las manos, le pego un largo sorbo y miro a ver dónde está mi querido moreno. Me sorprende ver que ha desaparecido pero, al fin y al cabo, él es famoso y cualquier chica de este local tendría un lio con él, y no me extrañaría nada que ahora estuviera en la pista con alguna furcia ligando con él. Tranquilamente sentada en la barra, sigo bebiendo observando el panorama. Estoy intentando localizar a mis amigos con la mirada a través de la multitud, cuando un chico se me acerca.

—Hola guapa, soy Héctor. —me dice el desconocido apoyándose en la barra a mi lado.

—Ey. —le digo sin ni siquiera dignarme a girarme. Conozco a estos tíos, chulos de gimnasio, que creen que unos músculos fuera de lo común, compensan tener cara de mono y ser más estúpidos que una piedra.

—¿Qué te parece si vamos tu y yo a echarnos un baile, morena? —me sugiere mientras pone una mano en mi muslo, donde acaba el vestido.

—¿Qué te parece si te vas a la mierda? —le sugiero sonriente yo, mientras de un golpe le aparto la mano de mi pierna.

—Venga nena, vamos. —insiste él, rodeando con su brazo mi cintura para hacerme bajar de la barra. Estoy a punto de contestar al gilipollas este cuando alguien lo hace por mí.

—Está con nosotros. —dice uno de los dos chicos que acaba de llegar, con su adorable acento del sur.

El chico de los esteroides, llamado Héctor, gruñe y se va por donde ha venido.

—Muchas gracias por la ayuda, pero no hacía falta, si hubiera insistido un poco más, le hubiera metido el tacón en la boc…—intento decir mientras miro a los dos chicos, pero enmudezco al comprobar quien es el castaño que acompaña al moreno.

Ambos ríen por mi comentario pero yo estoy alucinando demasiado. Debería haberlo imaginado al reconocer al moreno pero no se me había pasado por la cabeza pensar quien sería su amigo.

—Soy Mangel. —me dice guiñándome un ojo el moreno del acento que hace que me muera.

—Yo Rubén —se presenta su amigo castaño mirándome de arriba abajo.

—Lo sé. —les respondo actuando con indiferencia. Por dentro me estoy muriendo de mariposas, dinosaurios, unicornios y toda la mierda que se acumula en el cuerpo cuando dos de tus grandes se te presentan delante y además son más atractivos en persona.

—¿Así que esta es la chica prohibida de los tacones frikis? —le pregunta Rubén a Mangel pero lo suficientemente fuerte para que yo lo oiga sin problemas.

—Y por lo que parece también una fan. —le contesta Mangel, también fuerte pretendiendo que yo lo oiga.

—No os emocionéis chicos, aquí las únicas fans, son todas las moja-bragas que están empezando a rodearnos. —les digo, viendo que disimuladamente, o no tan disimuladamente, una decena de chicas me están mirando con asco a nuestro alrededor. —Así que si me disculpáis…—Añado bebiendo un trago de Vodka y bajando de la barra. Empiezo a andar hacia la pista de nuevo cuando alguien me agarra de la muñeca y me hace girarme.

—Dame tu número, y así podríamos hacer un día una maratón de Star Wars. ¿Qué te parece? —me dice Mangel con cara de no haber roto un plato en su vida.

—Pues me parece que mi número hay que ganárselo.—le digo divertida, soltando suavemente el agarre de su mano sobre mi muñeca.

—Al menos dinos cómo te llamas, ¿no? —añade Rubén mientras me estoy alejando de nuevo.

—Soy Nora. —respondo gritando para que me oigan pero sin girarme, mientras sigo andando hacia la pista de baile.

....................................................................................................................................................................................

¿Que os parece? Nora no va a ser la típica niñata que llora por los chicos. Aunque los dos chicos sean sus ídolos, puede mas su orgullo que su amor hacia ellos. Comentad, votad, y decidme lo que querais.

Muchos besos, abrazos, y ornitorrincos para todos. <3

-Pea.

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora