24.-The Sacrifice

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Algo solido golpeo mi pantorrilla obligándome a despertar con corazón nervioso. La leve luz de las farolas del exterior alumbraba la habitación ayudándome a analizarla, muebles desnudos y paredes limpias me susurraban mi soledad, pero una vibra extraña me hizo arrugar el cejo.

La madera crujió bajo mis pies sin ayudarme con mi cautela, lentamente salí de la habitación para encontrarme con Elena haciendo lo mismo desde la suya, con mis dedos en mis labios la hice callar cualquier pregunta pues su rostro dejaba ver que se había despertado por las mismas razones que yo. Me acerqué a ella mientras ambas tratábamos de encontrar la razón del ruido.

Sin hacer ruido nos acercamos a la habitación de Jeremy, cuando alguien captó nuestra atención. Elena y mi padre saltaron por sorpresa, mientras que yo tomaba lo más cercano para arrojarlo, que era un marco de fotos que colgaba en la pared.

—Chicas—exhaló con una mano en el pecho y con la otra sosteniendo un tazón con cucharas.

—Oímos algo—ella le explicó sin verlo, mientras yo sonreía divertida al verlo solo en boxers.

—Fuimos nosotros—Jenna subió nerviosa—. Lo sentimos.

Un pequeño silencio incomodo nos envolvió y no ayudaba el hecho de que yo los mirara como si supiera todo de ellos.

—¿Qué haces aquí?—mi padre se aclaró la garganta.

—Lo mismo que tú, seguramente no—sonreí y ambos se sonrojaron provocando una risa en mi—. Digamos que esta es mi segunda casa.

Y era verdad, las cosas se estaban tornando un poco turbulentas en los últimos días y yo no era ignorante ante las acciones de mi padre, básicamente ambos vivíamos con los Gilbert, mi habitación era la antigua habitación de los padres de Elena, tenia algunas cosas ahí y era encantador el ambiente familiar que irradiaba el lugar, de alguna manera lograba eclipsar los malos pensamientos.

—Me alegra que afiancen los lazos—murmuró nervioso mi padre antes de torpemente ofrecernos el tazón—¿Helado?

Miré a Elena quien lo miraba cohibida.

—Lindos boxers—me burlé sin poder contenerme y él pareció sonrojarse. 

—Bueno, estoy desnudo—contestó torpemente—, así que me iré.

—Descansa—sonreí al verlo pasar a mi lado.

Jenna evitaba nuestras miradas así que ambas comenzamos a andar a nuestras habitaciones antes de que ella nos detuviera.

—Realmente lo siento.

—Estamos bien, Jenna—Elena le aseguró—, no te preocupes.

—Sé que se a estado quedando mucho—ella me miró con un disculpa en los ojos—¿Estás... están seguras de que esta bien?

—Lo estamos—me acerqué—. Aceptaste que Elena me diera una habitación en esta casa, no tendría el derecho de oponerme aunque quisiera.

—Ademas parece que las cosas van bastante bien.

—Están extremadamente bien—contestó con entusiasmo la rubia.

—Entonces estamos extremadamente de acuerdo.

Nos sonrió antes de que ambas volviéramos a nuestras habitaciones.

[...]

—¿Qué haces?—una voz masculina llegó a mis oídos en mi desesperada búsqueda.

Abrí cajones desesperada mientras cerraba otros con la misma emoción, tomé un segundo para mirar al adolescente que se paraba en mi puerta.

Oscuridad [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora