Halloween se había convertido en toda una celebración, papá y yo habíamos decorado la casa tres semanas antes, había conseguido esqueletos falsos, ropa vieja para fingir a unos hombres ahorcados en el árbol que teníamos en el patio trasero, había tallado unas calabazas y colocado al frente de la casa, además de colocar tumbas falsas también.
Me causaba ternura ver a niños pasear delante de casa solo para poder ver toda la decoración que había hecho papá, además de que seguía agregando cosas, los niños admiraban el jardín como si fuera un nuevo mundo por descubrir y, de alguna forma, lo era.
Antes de que mamá falleciera, ambas nos encargábamos de ir a distintas tiendas para conseguir algunos nuevos adornos para el jardín, yo amaba ir a pequeños locales donde vendían antigüedades y cosas usadas, si sabías buscar, podías encontrar cosas muy bonitas, mamá siempre me llevaba después de ir a las grandes tiendas. Después de que falleciera dejé de ir, papá y yo fuimos una vez, pero no era lo mismo. Ambos lo sabíamos.
Me limitaba a ver las tiendas desde afuera, sentía que si entraba, iba ver el recuerdo de mamá como la última vez que fuimos ahí, los dueños de las tiendas me reconocían cada que pasaba, pero no me invitaban a pasar, no era igual, no podía.
Sin embargo, creo que ahora puedo, he estado casi diez minutos mirando la tienda desde una banca, intentando armarme de valor para entrar, quiero hacerlo, pero es difícil, es como si regresara el tiempo y fuera de nuevo esa niña que amaba ir de compras con su madre, pero ahora debo hacerlo sola, bueno, casi sola.
—Tal vez deberías irte —murmuro sin despegar la vista de la tienda.
—Estoy bien aquí —contesta, suelta un suspiro y se acomoda a mi lado—. Tómate el tiempo que necesites, a mí no me molesta y creo que a Charlie tampoco.
Instintivamente dirijo mi mirada hacia Charlie, la cual está en los juegos de niños, lanzándose de toboganes una y otra vez, antes de lanzarse de nuevo, nos saluda desde lo alto con una sonrisa tan amplia y pura que me hace sonreír a mí también.
Como si aquello fuera un impulso, me pongo de pie jalando a Lane conmigo y tomando su mano, como si eso fuera ser mi soporte.
—No tienes que hacerlo en este momento si no quieres, Julie —me dice Lane a mi lado, dando un apretón a mi mano—. Cuando realmente estés segura puedes entrar, puedo esperarte todo lo que necesites.
—No, este es el momento, lo sé.
Y antes de acobardarme y que él pueda decir alguna otra cosa, camino los metros que me separan de la tienda, abro la puerta creando un tintineo por la campana que cuelga frente a la puerta, avisando que hay un nuevo cliente.
La tienda está casi igual como la recordaba, solo que ahora hay más repisas y el mostrador está en un lugar diferente, un señor de la tercera edad es quien nos recibe.
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Nosotros después de la lluvia
Подростковая литератураHermosa, adorable, enigmática, alegre, curiosa y completamente perfecta ante mis ojos, no suele arreglar su cabello, siempre la he visto con tenis, ni siquiera cuando ocupa vestidos lleva zapatillas. Hablo de la chica con quién accidentalmente termi...