Capítulo 36: Fractura emocional.Zachary.
— Señor Black, siempre es un grato placer tenerlo en mi oficina. En especial cuando rompe las reglas.
La desagradable voz del rector Morrison rompe el silencio que minutos antes había reinado en su oficina. Como de costumbre, observo como sirve una larga taza de té mientras parece sonreír muy agradecido. Ver el té hace que apriete mi mandíbula con la intención de frenar todas las palabras hirientes que tengo por decir, sin embargo, mi intención no es empeorar la situación.
Hoy desperté con un objetivo en mente, enfrentar con la frente en alto el resultado de mis acciones hace dos días. Debo admitir que en estos últimos días no he sido capaz de dormir pues mi mente es un manojo de pensamientos volátiles que me hacen recordar con amargura momentos felices, eso, sin mencionar cómo reaccionaría Morrison. Pese a todo, me muestro aquí cuando mi líder de hermandad me despertó esta mañana con noticias de que el rector requería mi presencia.
Tallo mis ojos para mantenerme despierto. Estoy cansado. Hastiado de siempre ser quien reciba la peor parte. Sin embargo, no dejaré que un gilipollas como él note mi desespero.
— ¿A qué se debe la invitación, rector? He de decir que las universidades comunes, por lo regular, no tienden a hostigar a su estudiantes con invitaciones poco agradables— cruzo los brazos en un absurdo intento por calmar mis impulsos.
— Las universidades comunes no cuentan con alumnos ponzoñosos. Usted sabe a la perfección el porqué de su desagradable presencia en mi espacio.
— ¿Tan desagradable como esa camisa rosa y su corbata de gatos? Debería buscar asesoría— mi voz suena tosca. Buscando darle a entender que sus palabras no son buena intimidación.
— Señor Black, antes de ir al grano, ¿le apetece un poco de té?— dice, ignorando mi opinión—. Que su padre haya decidido el suicidio por medio de una bebida tan exquisita no amerita que usted deba privar su paladar.
Aprieto los puños tanto como me es humanamente posible. Quisiera golpear su rostro hasta volverlo irreconocible. Siento como el dolor que no ha abandonado mi pecho se intensifica ante sus palabras. Los recuerdos de gritos desgarradores vienen a mi memoria como puñal. Recuerdo el funeral. Rostros desconocidos venir a mi con palmadas, apretones, palabras vacías sobre sentimentalismo; hombres abrazar a mamá mientras ella parecía desmoronarse en sus brazos. No comprendía la magnitud del dolor humano hasta que un día empecé a extrañar el lago, sus palabras de aliento, y las navidades vacías. Cuando vi como fui perdiendo el amor de mamá debido a que ella buscaba calmar su propio dolor y la mejor elección al parecer era aislarse. No pensó en que la necesitábamos, aunque tampoco es culpable. Cada quien trata el dolor de modo distinto y eso está bien. No puedo culpar a mamá por enloquecer ante el hecho de haber perdido el amor de su vida, yo lo haría, yo lo dice cuando Iham me mostró la verdad.
Mi cuerpo tiembla, mis manos sudan un poco e intento mantener la compostura pero han sido tantos golpes a la vez que uno suele perder el equilibrio y dejarse vencer. Levanto la mirada para ver como da un sorbo a su taza humeante momentos antes de ensanchar las comisuras de sus labios en lo que luce como una sonrisa de suficiencia. Cruzo los dedos, respiro hondo e ignoro el escozor desgarrador que se instaló en mi pecho. Sonrío. Las personas más audaces saben mostrar su mejor sonrisa ante el dolor, al menos eso me decía mamá en cada ocasión que limpiaba mis heridas por peleas buscando defender a Eve en la preparatoria.
— Señor Morrison, mis asuntos familiares no son de su incumbencia. Así que, no me interesa escuchar la puta opinión que tenga sobre cuestiones de poca relevancia en momentos imprudentes— sus pobladas cejas se alzan en sorpresas, sin embargo, con la misma velocidad vuelve a su estado habitual de desprecio.
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CLUFF
RomantikSkyler Dallen no es el estereotipo de la chica delgada y sexy que camina por los pasillos del instituto, sin embargo, forma parte del grupo de los populares. Pero esto no quiere decir que sea la tímida, la mala o la falsa. Ella pensaba que no podía...