Vanessa
— ¡Madre santa! ¿Aqui pasaremos la noche? — preguntó Vanessa asombrada.
Abrazo más sobre su pecho a su pequeño sobrino. Escondió su cabecita en su cuello para cubrirlo del frío de Escocia, lo tiene vestido igual que un oso Polar, pero al levantar la mirada y ver aquel antiguo y terrorífico castillo de la edad media, siente un fuerte escalofrío.
— Si — contestó Alexander al bajar un par de maletas con la ropa del bebé. Lo miró preocupada y sin moverse de su lugar, la niebla apenas y le deja ver el castillo, pero no necesita entrar para saber que no le gustará dormir sola en aquel lugar.
¿Porque Alexander no puede ser un hombre normal y llevarla a un hotel? Por supuesto, que tenía que sorprenderla y llevarla al castillo más parecido al del conde Drácula en Escocia.
— ¿No te gusta? — le dice al escucharla un poco insegura y ver que no se mueve de su lugar. Alexander se está muriendo de la risa por dentro. Quizá llevarla a este lugar era su pequeña venganza por tirarlo de la ventana. La conoce tan bien que sabe que Vanessa soporta ver vísceras y sangre, pero odia los lugares antiguos y solitarios en medio del bosque.
— Si, pero... ¿No podías escoger un lugar menos tenebroso? — caminó detrás de Alexander siguiendo sus pasos en medio de la neblina. Se detiene junto a la robustas puertas del castillo, negras y de gruesa madera. Después de que Alexander tocará varias veces, una anciana se arrojó a sus brazos cuando la puerta se abrió.
— Mi pequeño, has crecido tanto. Te has convertido en todo un principe. ¿La dulce Alise viene contigo? — La anciana se alejó de sus brazos y le sonrió de forma amable. Ella fue una de sus nanas. Vanessa creyó que sería amable con ella también, pero al mirarla lo hizo con desprecio — Ella no es tu prometida. ¿Que hace aquí? ¿Que es de ti? —
Abrió mucho los ojos molesta hasta la última vena de su cuerpo. Esta cansada del viaje, tiene un bebé en brazos y el frío la está matando. Si, si, la dulce Alise no está aquí. No sé merece que la mire de la forma en que lo hace, hasta con cierto asco. No, se preocupe anciana, Alise será su esposa para siempre, yo en cambio, solo estaré aquí por un tiempo. Pensó al sentir la mirada de desprecio.
— Ella es mi... — el príncipe no pudo terminar ma frase.
— Soy su amante. Así que no me moleste durante todo el fin de semana — dijo al pasar justo antes de que Alexander hablará. Paso de largo y se adentró en el castillo, no sin antes mandar una mirada de advertencia sobre aquella anciana.
Aunque no debería de molestarse. Ella está haciendo lo mismo que la hija del duque le hizo hace tres años. Está siendo la amante dentro de una relación. Es la segunda mujer con la cual Alexander puede hablar sobre la corona y desahogarse en la cama, pero con el paso de los días solo es eso y nada más, es una amante.
Siente ganas de llorar al darse cuenta que solo es la otra con la cual Alexander se refugia en su cama. Quizá esta con ella por siempre placer sexual y no porque sienta amor verdadero. No es que le guste la actitud que está tomando con su vida, no es débil, ni sumisa, pero... solo alguien que ha querido tener un bebé puede entenderla. Si tiene que pasar por un corazón roto y perder la dignidad, esta bien, todo sana con el tiempo.
Esta exponiendo su corazón más de lo que quería. Él puede dañarla de nuevo. Pero quizá alguna parte dentro de ella nunca dejó de amarlo. Por eso, aunque él jamás lo vaya a saber, espera que sea el padre del bebé y después de eso, será un adiós definitivo.
— Lograste asustar a mi antigua nana. Ahora cree que estoy engañando a Alise. Me he ganado un reprimiendo por tu culpa. Me has tirado de tu ventana, me mandaste al hospital y haces que me regañen. ¿Que más vas hacer conmigo? —
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...