~LEXA~
-Si, él ya no existe para mi. Digo y ella me mira como tratando de leer mi mente.
-¿Tu hermano sabe lo que él te hizo?
Se inclinó un centímetro. Estaba realmente interesada. Estaba un poco asustada.
-¿Mi hermano?. Le pregunté. No entendía; a ¿dónde iba con esto? Mi hermano tiene catorce años y lo único que le importa una mierda es correr por las calles con sus amigos.
- Lo supo un día que vino a visitar a mi padre. Pero él no dijo nada a nadie.
-Tu hermano debió matarlo en el momento en que lo descubrió. Dijo ella, en un tono inquisitivo, pero extrañamente perpleja.
Me mofé.-No lo creo. Mi respuesta pareció disgustarle en algún nivel, pero asintió lentamente entendiendo
-Sí, por supuesto, es tu padre. Su mirada se convirtió en una casi compasiva. El calor avanzó hasta mi cara y el nudo en mi garganta fue más difícil de tragar y mantener a raya.
Me mordí un poco el labio y bajé la mirada hacia el plato helado de comida.
-Con tantas cosas que has pasado ¿cómo es que sigues siendo tan inocente, todavía un poco temblorosa, de los que necesitan que se les diga qué hacer?.
-No soy un bebé. Dije con firmeza, pero mi voz carecía de cierto tipo de convicción, de confianza.
-Cierto. Dijo, la gran sonrisa que se dibujó en su rostro cayó rápidamente.
-¿ Culpas a tu madre? Sorprendida, parpadeé y me limité a asentir en respuesta ¿Cómo ella podía conocerme tan bien? Me sequé las lágrimas que había derramado.
-iSí!-grité sucumbí a mis lágrimas, con la cabeza entre las manos.
-No quise hacerte llorar Gatita. Se inclinó más cerca, con su mano alcanzó la mía. «Y una mierda que no». Traté de tirar de mi mano, pero su agarre era insistente.
Me atreví a mirarle. ¿Era mi dolor el que se reflejaba en el fondo de sus ojos?. Ella tragó saliva y era como si estuviera ocultando una emoción poderosa. Se aclaró la garganta y, cuando habló estaba una vez más a cargo de sí misma:
-¿Crees que te echa de menos?. Preguntó con naturalidad, como si la respuesta no fuera capaz de romperme por dentro, pero lo fue, realmente lo fue.
-Por favor, ya basta.¿ Por qué eres tan cruel?Grité tan fuerte que mis lágrimas se extendieron por toda mi cara y me quedé limpiando mis manos en mi camisón. Parecía impaciente.
-Sólo tienes que responder a mi pregunta. Es muy simple, ¿crees que te echa de menos? O ¿crees que es posible que ya haya seguido adelante y se haya olvidado de ti?.
Saqué la mano de debajo de su puño opresor y golpeé la mesa:
-¡Tú no sabes nada de mí! No sabes nada de mi familia. No sabes absolutamente nada acerca de mí. ¡No eres más que una loca enferma y pervertida que compra personas para poder sentirte superior! Crees que me importa una mierda lo que dices? Pues no. ¡Te odio!.
En el momento en que terminé con mi arrebato, un frío, negro e intenso miedo se apoderó de mí. Parecía enfadada. Suavemente dejó el tenedor sobre el plato, pero una mirada a sus nudillos, todos blancos por la intensidad de su agarre, sugirieron que no había nada suave en ella en este momento.
La miré a los ojos, manteniendo la mirada fija en los suyos, con la esperanza de que su enfado se evaporara. Si apartaba la vista, no habría esperanzas para mí. De repente, estalló en un ataque de risa tan fuerte y contundente que salté y me coloqué las manos sobre los oídos. Me dieron ganas de gritar, sólo para que dejara de reír.
Ella se levantó de la silla y se acercó a mí con las manos por delante. Rápidamente lancé mis manos para protegerme la cara. Para mi sorpresa, me agarró la cara y me besó en la boca con tanta intensidad que hizo que mis labios dolieran un poco. Su cara quedó cerca de la mía, su aliento cálido en mi boca.
-Te voy a dejar tener un gatito. Voy a dejar que lo tengas porque me has hablado mucho de ti. Y porque me gustas Gatita, me gusta tu pequeña boca descarada. No quiero hacerte daño. Prefiero besarte, de esta manera.
Puso su boca en la mía de nuevo, esta vez suavemente, su lengua suavemente presionó mis labios hasta forzarlos a separarse.
Puse las manos en sus muñecas, empujándola suavemente hacia atrás antes de que le diera la espalda y me limpiara la boca con el dorso de la mano.
Se puso de pie, agarrándome la barbilla, alzándola hacia arriba. Nos miramos la una a la otra de nuevo.
-Pero si sigues con esto. continuó-, voy a tener que enseñarle a tu descarada boca una cruel lección. Entiendes?.
Asentí con la cabeza lentamente, su mano aún sostenía mi barbilla. Sonrió
-Bien.
Ella se sentó de nuevo en su silla, aparentemente encantada consigo misma. Y con su piedad.
-Mi madre realmente me echa de menos. Fui firme. Nunca va a dejar de buscarme, ninguna madre dejaría alguna vez de buscar a su hijo.
Pero mi tono no era demasiado convincente, ni siquiera a mis propios oídos. Por un instante, pareció tan afligida como yo me sentía, pero sólo por un instante.
-¿Quieres saber por qué? ¿Quieres saber más de mi miseria?.
-Si tú lo dices. Susurró, con una expresión helada. Aparté la mirada y resoplé en mi capa de vino, tomé el tenedor y me metí una cucharada grande de comida en la boca. Si tenía la boca llena, no podía hablar.
Nos sentamos en silencio durante varios minutos, solo con el sonido de las dos masticando y bebiendo. Me quedé mirando el tenedor, un tenedor de metal, por mucho tiempo, cuando me sentí observada miré hacia arriba. Clarke sólo me sonrió. Retándome a que lo usara como arma. Era extraño descubrir que estaba aprendiendo de sus diferentes sonrisas.
Creo que estaba un poco borracha porque el mundo me parecía un poco, no sé, ¿tambaleante? Por razones desconocidas para mí, en ese momento, me sentí obligada a repetir una pregunta... con mucho cuidado.
Ella me había dicho una vez que haría lo que quisiera conmigo, pero nunca me había dicho lo que podría ser. ¿Era lo que pasó entre nosotras la peor parte? Era sorprendentemente esperanzador.
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Captive in his arms
FanfictionMuchos los capítulos son adaptación de una saga llamada "Captive in the dark". Contiene situaciones muy perturbadoras, consentimiento dudoso, lenguaje fuerte y violencia gráfica.Si no te gustan estos temas no leas.