Capítulo 6

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Insanus no tardó en lanzarse sobre ambos ángeles con cuchillo en mano, era muy rápido y hábil con las armas blancas. Por suerte Matt no tardó en reaccionar tampoco y esquivó su ataque, agachándose y dejándole vía libre a Hiven para que utilizase su lanza contra el demonio, aunque este, rápidamente, la esquivó.

—¡Hiven, sígueme!— Matt se metió en el cuarto de invitados y rompió la ventana de este. Hiven le siguió y se preparó para salir volando, pero Insanus la cogió de una ala y se lo impidió. Ella soltó un gemido de dolor al sentir como el cuchillo del demonio se apoyaba sobre su ala, haciéndole un corte.

—Tu amiga se ve en un apuro, principito.— dijo el demonio de tres cuernos mientras miraba a Matt, este frunció el ceño.

—Déjala, ella no ha hecho nada.— contestó en un murmuro.

—¡Insanus!— se escuchó la voz de Lucas acercarse por el pasillo, dirigiendo una mirada a Hiven con una expresión seria, su sonrisa ya no estaba en su rostro.—Déjala a ella.

Insanus soltó a Hiven y ella corrió rápidamente a levantarse, Matt le indicó que se fuera por la ventana y así hizo ella. Luego se quedó un rato tenso mirando a Lucas y a Insanus, ninguno de los dos se movió hasta que Lucas volvió a sonreír.

Insanus se lanzó otra vez y Matt se apresuró en salir volando por la ventana, pero el demonio de tres cuernos le agarró bruscamente de una de las alas antes de eso y se acercó a su oído para susurrarle.

—Ten cuidado, principito.— lo dijo lentamente, vocalizando cada una de las letras. Tras eso soltó al ángel y le dejó escapar.

Matt se juntó con Hiven, mirando hacia la ventana y viendo como en el interior seguían Insanus y Lucas.

***
Narra Lucas

—Insanus, ya podemos irnos.— avisé, creando un portal en el suelo, pero Insanus se quedó mirando por la ventana a ambos ángeles, parecía tener la mirada fija en el de pelo rosa.—Insanus...— dije en un tono más alto.

—Perdón mi rey.— asintió, despegándose de la ventana y entrando por el portal, yo entré tras él, cerrando el portal detrás mía.

Aparecimos en la sala del trono, y Deva estaba ya allí esperando.

—Lucas, algunos arcángeles se ha resistido y han vuelto al Paraíso Devastado, por suerte algunos de ellos, principalmente los arcángeles malévolos, se han unido a nosotros.— me informó la súcubo.

—No hay problema, darles ropas limpias a los arcángeles que se han quedado con nosotros, que se unan a nuestro ejército.— contesté sentándome en mi trono.

—¿Y qué hacemos con los que han escapado?

—Dejadlos ir, no tendrán ningún sitio donde refugiarse cuando empiece la guerra...— sentencié con una sonrisa maliciosa.

***
Narra Hiven

Mi respiración estaba agitada, al igual que la de Matt, aunque él parecía más preocupado y asustado que yo.

Mi ala izquierda me dolía por el corte, un poco de sangre manchaba mis plumas y el simple hecho de batir las alas me estaba matando.

—Matt, descendamos.— le dije con un tono de voz adolorido mientras que descendía lentamente, él asintió y también descendió hasta llegar al suelo.

Traté de verme la herida de mi ala, pero estaba muy cercana a mi espalda y no conseguía verla bien, aunque Matt comenzó a mirarla de reojo.

—No es muy grave, no te preocupes, yo puedo ayudarte.— se acercó a mí y puso una de sus manos sobre mi herida, sentí un pequeño escozor que duró poco y luego dejé de sentir el calor de la mano de Matt.—Es mi poder, cosas de la realeza.— dijo como si nada, yo estaba impresionada y tras darle las gracias ambos entramos de nuevo en mi casa.

—Será mejor que descansemos por hoy, ha sido un día largo.— anuncié, tirándome sobre el sofá del salón, ya sin mis alas y halo presentes.—Por cierto, ¿Qué te ha dicho Insanus?

—Me dijo... Que tuviera cuidado...—dijo de brazos cruzados, mirando a un punto en la nada.

—¿Y por qué te soltó?

—No lo sé... Aunque a Lucas no pareció molestarle, pero tampoco le había dicho nada, es muy extraño.— comenzó a subir las escaleras y yo me levanté y le seguí. Se paró al final de estas y se agachó, tocando el suelo.

—¿Algún problema?— pregunté, viendo como tocaba el suelo con precaución.

—Aquí apareció un portal, mencionaste que Lucas podía aparecer en cualquier parte, ¿No?— comentaba mientras se levantaba del suelo y se dirigía a la habitación de invitados.

—Así es, puede aparecer en cualquier lugar.— contesté, para ese entonces ya estaba tocando el suelo de la habitación de invitados.

—Vale, justo aquí apareció el otro portal, no eran portales muy grandes, ambos eran más bien pequeños.— empezó a dar pequeños golpes en el lugar donde había aparecido el portal.—Eso puede significar que los portales que hace no dejan viajar a dos personas a la vez, tienen que ser una por una.

—¿A dónde quieres llegar?— pregunté curiosa, sentándome al filo de la cama.

—Son solo pequeños detalles que podrían servirnos en un futuro.— se levantó del suelo otra vez y miró por la ventana al atardecer.—¿Estás segura de que puede aparecer en cualquier sitio? No creo que pueda rastrearte o algo del estilo...

—Entonces, ¿Qué es lo que quieres con toda esta investigación?

—Esperaremos a que aparezca de nuevo, ahí averiguaremos lo que necesitemos.— asentí para luego echar un bostezo.

—Está bien, yo voy a irme a dormir, tú... Haz lo que sea que hagan los ángeles.— me levanté de la cama y me dirigí a mi cuarto, tirándome sobre el blandito colchón y suspirando cansada, demasiadas emociones por un día.

La chica de alas grisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora