Capítulo 43: "♫Piratas de algodón♫"

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¿En qué estaba?, ¡ah, sí!, los vínculos, esos que son tan poderosos a la hora de marcar un destino, reconstruirlo o arrasar con la vida de aquellos a los que dicen amar, por lo que de este modo damos con quienes interpretan un rol que resulta ser todo lo contrario a lo que alguna vez creímos.

—¡Diablos! ¡Tenemos tanta mala suerte que a la primera nos asaltan! —dijo Alik.

—¿Ahora qué se supone que haremos? ¡Estamos rodeados! —mencionó Iris mirando a su alrededor preocupada.

—Y lo peor es que nuestras cabezas por algún motivo tienen precio ahora —notificó con seriedad Zaid—. ¡Por eso dije que no debíamos confiarnos!

—¿Acaso lo pudiste predecir Zaid? —volteó Iris a verlo.

—Bueno... en realidad no sé ver el futuro —mencionó un poco angustiado—. Lamento haberte mentido.

—¡Qué! —exclamó Iris.

—¡No es momento para hablar de esas cosas! —expresó Alik histérico.

—¡Esto es malo nya! ¡Muy malo nya! —gritó la gata alarmada mientras dejaba alargar su último maullido.

—Tranquilos, ahora me toca a mí —se señaló Léa con el pulgar. Después de indicar que se hacía cargo de la situación, tosió suavemente, y dio un paso a donde estaba el líder de las naves, por lo que a continuación se dirigió a él—. Capitán Melba, ¿cierto? Tal y como ha supuesto, soy la princesa Léa Milenios, aquella que es la encargada de llevar por el buen camino a los que me siguen, y responsable de traer la paz a nuestro mundo —el hombre misterioso hizo un leve gesto con la garganta, el cual indicaba que había obtenido su atención—. Si me lo permite, querría saber qué es aquello que tenemos, según usted, que le pertenece —es así que, este hombre guardó los carteles que poseía entre sus vestiduras, y no dudó a la hora de responder las inquietudes de aquella mujer que poseía los cabellos del sol.

—No puedo negarme a responderte cuando hay entre medio tanta formalidad —Melba hizo un movimiento de cabeza, e indicó de esa manera a la cosa que se refería, o más bien, de quién hablaba—. La he estado buscando durante mucho tiempo, y debido al lazo que poseo con ella, me es difícil dejarla a la deriva como a mis naves, así que la tomaré por la fuerza de ser necesario —de pronto, el misterio del amo de Diamant había sido revelado por fin; aquel enmascarado, señaló a la Gata Persia como algo suyo, lo cual daba una connotación más que personal y desde luego, todos quedaron con la boca abierta, puesto que no se imaginaron dar tan pronto con aquel individuo durante su viaje. No obstante, Diamant enseguida salió de entre sus amigos, y no dudó a la hora de defenderlos.

—¡Espérate un poco chico guapo, yo no te recuerdo, nya! —gritó señalando al capitán con su guitarra.

—Eso es porque te caíste de la borda y lo más probable es que te hayas golpeado la cabeza con algún borde del barco, pero afortunadamente no quedaste inconsciente. Sin embargo, antes de poder ayudarte, saliste de mi rango, y eso se lo atribuyo a los otros barbaros con los que nos enfrentábamos en aquel momento —explicó él—. Cuando me asomé ya era tarde, pero estoy seguro de que me viste llamándote desde uno de los barandales del barco.

—Ah... ¿nyu? —Diamant se rascó la mejilla algo nerviosa, pues ahora que lo recordaba sentía que lo había visto en alguna parte, pero no le dio mayor importancia, en especial a ese chichón del que se dio cuenta minutos después de aterrizar en cuatro patas en aquel tiempo—. ¡Tiene sentido nya! —aplaudió al entender el misterio que le llevó años revelar.

—¡Es enserio! —gritaron el resto de los viajeros sin poder creer cómo había omitido tal dato.

—Como sea, los demás no me sirven para nada, pero considerando el precio de sus cabezas, me los llevaré. ¡Aprésenlos! —ordenó Melba inmediatamente.

Note Max ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora