Capítulo 4

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-Parece que tu reina no aparece. – Hvitserk hablaba con burla mientras comía en el banquete, el gran salón estaba lleno y no había rastro de Ligia. - ¿Estás seguro que dijo que vendría?

-¿O de que realmente exista? – Ivar hablaba desde la esquina de la mesa.

-¿De verdad que era ella? – Hvitserk era el único que creía algo de lo que su hermano decía, era el único que, aparte de Ubbe, la había visto, o al menos recordara haberla visto, ya que Sigurd era muy pequeño cuando ocurrió.

Un murmullo se empezó a extender, desde la entrada hasta el centro del gran salón, donde se encontraba la reina Aslaug sentada en su trono. La gente abría paso a un grupo de mujeres, que traían con ellas un baúl adornado con conchas y perlas. Ubbe se levantó junto a sus hermanos para ver lo que pasaba.

-¡Ligia! – Ubbe se acercó a ella. – Al fin viniste. – La reina Aslaug miraba la escena interesada mientras bebía de su copa. – Os dije que vendría. – Dijo en voz baja a sus hermanos. - ¿Por qué has tardado tanto?

-Te dije que mi pueblo tiene tradiciones que me gusta cumplir, fui a por unas cosas... - Dijo mientras acariciaba el baúl, una de las mujeres que la acompañaban, algo parecidas a las escuderas que se podrían encontrar en Kattegat, pero con armas y ropas diferentes, se acercó al arca engarzada con perlas y conchas que Ligia acariciaba y lo abrió. – En mi pueblo es costumbre traer regalos a los a los anfitriones de la primera celebración que se asiste en un poblado... – Empezó a hablar algo más alto, para que los presentes en el salón pudieran escucharla. – Esta es mi primera celebración en Kattegat, presidida por la esposa y los hijos de Ragnar Lodbrok, o al menos cuatro de ellos. – Ligia posó su mirada en Ubbe y sus hermanos. – ¿Podrían los hijos de Ragnar acercarse? – Los cuatro se colocaron entre el baúl y su madre, quien miraba la escena con gran interés, frente a Ligia, una de sus acompañantes empezó a sacar algo del arca para después entregárselo a Ligia. – Ubbe, te entrego esta espada – Alzó con ambas manos una espada más parecida al cristal que al hierro, con perlas adornando el mango de esta y algunos trozos de coral rojo hundidos dentro de la hoja de ese raro material de la espada. – como obsequio y signo de amistad entre Kattegat y el reino de las perlas. – Bajo la atenta mirada de los presentes, sorprendidos por el exótico objeto, Ligia depositó la espada en las manos de Ubbe, quien respondió con una ligera reverencia.

-Gracias. – Dijo mientras inclinaba la cabeza.

-Hvitserk – el nombrado de acercó, mientras, otra de las mujeres acomodaba un hacha que nada le tenía que envidiar a la espada, pues también estaba hecha por completo del mismo material, con grandes trozos de coral rojo adornando todo el mango. – Te entrego esta hacha como obsequio y signo de amistad entre Kattegat y el reino de las perlas. – Al terminar de pronunciar las palabras entregó el hacha al joven, que, al igual que su hermano se inclinó al mismo tiempo que daba las gracias. Todos los presentes murmuraban sobre los obsequios, nadie estaba indiferente. – Sigurd. – El mencionado se acercó, mientras observaba como del baúl sacaban dos dagas cortas, igual de transparentes e igual de decoradas que los obsequios de sus otros hermanos, estas estaban decoradas solo con perlas blancas, de diferentes tamaños, colocadas formando figuras a lo largo del mango. - Te entrego estas dagas como obsequio y signo de amistad entre Kattegat y el reino de las perlas.

-Gracias. – Dijo al mismo tiempo que inclinaba la cabeza y admiraba su nueva adquisición. Un ruido se empezó a escuchar, el pequeño de los hermanos se acercaba sin haber sido nombrado. Con una suave sonrisa Ligia se agachó y empezó a buscar ella misma en el baúl, sacando un pequeño cofre que posó en el suelo frente a Ivar.

-Ivar – Dijo mientras abría el cofre ante él. – Te entrego estos cuchillos como obsequio y signo de amistar entre Kattegat y el reino de las perlas. – Ivar tomó uno de los cuchillos para examinarlo, eran pequeños, pero parecían equilibrados, adornados con pequeñas perlas en el mango e incluso en la hoja, la cual tocó con el dedo, dejando una roja gota caer al suelo. – Cuidado, están afilados.

-Gracias. – respondió el pequeño de los hermanos mientras que dejaba el cuchillo en el cofre y lo empujaba hasta la mesa.

-Finalmente, debido a la ausencia de Björn, os hago entrega a los cuatro, con la condición de entregársela a vuestro hermano, de esta lanza. – Ligia señaló tras ella, dónde una joven traía el obsequio, una lanza casi del tamaño de la joven, totalmente transparente, adornada con perlas y conchas tanto en el mango como las hojas, que se encontraban a ambos extremos, y una gran perla negra justo en el centro de la lanza. Los murmullos no se hicieron esperar, "jamás había visto perlas negras", "ni tantas perlas juntas", "realmente es la reina de las perlas".

-Se la entregaremos, damos nuestra palabra. – Habló Ubbe por sus hermanos.

-Lo juramos por nuestros brazaletes- Añadió Hvitserk.

-Reina Aslaug – Ligia caminó entre los hermanos hasta quedar frente a la mencionada. – El turno de sus hijos pasó, ahora es el vuestro. – Una joven de pelo anaranjado y rostro bañado en pecas le acercó una bolsa, que Ligia tomó. – Espero que sea de su agrado, pues yo misma busqué las perlas para hacerlo. – Aslaug se levantó y se acercó a la joven, quedando ambas a la misma altura, Ligia tomo una de las manos de Aslaug y la colocó en forma de cuenco, a la vez que volcaba la bolsita en ella, un anillo transparente apareció en ella. – Reina Aslaug, te entrego este obsequio como signo de amistad entre Kattegat y el reino de las perlas, así como entre nosotras espero.

-Y yo lo acepto, - Comenzó a hablar mientras tomaba el anillo con la otra mano y lo observaba sorprendida. – y prometo que tanto Kattegat como yo, estaremos a vuestra disposición siempre que lo necesitéis. – Aslaug colocó el anillo en uno de sus dedos y con una amplia sonrisa agradeció el obsequio, después miró al gran salón. - ¡Qué continúe la celebración! Demostremos a nuestras invitadas lo buen anfitriones que podemos ser. – Tras esto, Aslaug volvió a sentarse en el trono.

-Ven conmigo. – Ubbe llevó a Ligia hasta una mesa, donde estaban sentados los hermanos y algunas de las mujeres que la acompañaban.

-¿Qué es esto? – Sigurd cuestionó interesado.

-Una daga... - Ligia contestó con un poco de burla, lo que despertó las risas de los hermanos.

-¿De qué está hecha? – Volvió a preguntar más concretamente.

-Es un secreto de mi reino, - Sigurd hizo una pequeña mueca de decepción, a lo que Ligia añadió – pero algo puedo asegurarte, nada desgastará su filo, nada romperá su hoja, permanecerá igual ahora y hasta el momento en el que vayas al Valhalla, hasta que todos vayáis, - miró a todos los hermanos, que estaban atendiendo a sus palabras. – E incluso después, los hijos de vuestros hijos podrán seguir empuñándolas.

Un estruendo interrumpió las palabras de Ligia, Ivar había agujereado la mesa con uno de los cuchillos, al perecer comprobando que las palabras de la joven eran ciertas, tras apreciar el boquete en la madera sonrió complacido, después sus ojos fueron directos al filo del cuchillo.

-Intacto...- dijo con una sonrisa mientras observaba el resto de cuchillos guardados en su cofre.

-Estoy deseando probarla. – Dijo Hvitserk pasando los dedos por el mango de su nueva hacha.

-Y yo - Sigurd hacía lo mismo con sus dagas.

-¿Y esto? – Ubbe señaló la lanza. – Nosotros no sabemos luchar con lanzas de doble hoja, no es un arma muy común.

-Os enseñaremos. – Sentenció Ligia mientras señalaba a las mujeres a su alrededor.

-Lo estoy deseando... - Ubbe sonrió ante la proposición.

-Lo estamos... - Aclaró Hvitserk.

The soul of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora